Para Cimarrón no parece haber existido nunca una frontera muy lejana. En constante gira desde 2005, su particular joropo, que respeta raíces y explora sonidos en cuatro producciones discográficas, los ha llevado a 38 países y les ha otorgado un lugar entre los sonidos representantes de lo que se llamó por años world music. Esa música de arraigo global pero muy llanera, de ejecución y tempo asombroso, también les representó una nominación al premio Grammy estadounidense. El bebé musical que juntó la voz de Ana Veydó y el genio musical de Cuco Rojas (y los talentos de quienes ejecutan los demás instrumentos) siempre miró al mundo. El mundo, que también volteó a mirar, siempre le pidió más. Como lo cuenta Ana Veydó en esta entrevista, su colega de aventura es irremplazable. Para ella, para la música, para sus amigos y admiradores, la pérdida de Carlos Cuco Rojas (que falleció hace poco más de dos meses) deja un hoyo enorme en el alma y en Cimarrón. Pero no planea detener el curso de la música que hicieron. Claro, siempre y cuando, en algún momento, en el mundo vuelva a ser seguro tocarle música en vivo a cientos y miles de espectadores. Y claro, resta ver quién se pondrá en esos zapatos de tocar y componer como Rojas... Sobre su camino de mujer que se abre paso en el escenario de la música llanera, sobre el joropo y su herencia africana, sobre la conexión de esta con la música galesa y con el mundo, sobre un particular viaje en helicóptero en Noruega con una señora muy nerviosa y sobre mucho más habló Veydó con ARCADIA.

Su ‘Auténtica llanera‘ Ana, cuéntenos cómo se hizo cantante y cómo y cuándo llegó a Cimarrón. Comencé a cantar desde niña. Disfrutaba mucho la música y a través de las emisoras radiales de Venezuela comencé a compenetrarme con el joropo. Las grandes grabaciones de la música llanera se hacían en Venezuela y llegaban a Colombia a través de la radiodifusión. Desde el primer momento me sentí muy identificada con esta música, porque sus letras hablaban del quehacer del ganado, que era lo que yo vivía diariamente en el campo. Me encantaba el canto recio, el estilo expresivo agudo y veloz, prácticamente exclusivo de los hombres en ese momento. Sentía que el joropo recio tenía la fuerza expresiva que más se asemejaba a mi temperamento. En ese momento, las mujeres que cantaban joropo venían del mundo del bolero y había muy pocos referentes femeninos. Insistí en acercarme mucho más al joropo que hacían los hombres y quería cantar como ellos. Empecé concursando en los festivales del Llano, justo en un momento en que se abría la categoría de voz recia para las mujeres. Fui una de las pioneras de este canto en Colombia. Después ingresé en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Colombia. Pero a la mitad del camino, me pregunté si realmente quería una carrera musical o si debía tomarlo solo como una afición. Entonces decidí estudiar Historia, también en la Nacional, y no me hallé ahí. Lo había idealizado todo sobre las ciencias sociales. Finalmente volví al canto. Como solista, grabé tres álbumes pensados para la estética y el mercado local llanero: Recio (2002), Mataguayabo (2007) y Las dueñas del canto recio (2004). Este último junto a otras cantantes de la región. Para producir mi álbum Recio, busqué a un amigo: Carlos Cuco Rojas. Mientras trabajábamos en ese disco, Carlos y yo coincidimos en que ambos queríamos hacer algo distinto con nuestras carreras. Los dos soñábamos con tocar alrededor del mundo. La primera oportunidad que tuvimos fue una invitación a presentar la música llanera en el Kennedy Center de Washington. Ese fue mi comienzo con Cimarrón. ¿Cuáles han sido los momentos claves del grupo en su historia? Cuando apostamos por la proyección internacional de Cimarrón, lo que más nos impactó fue la nominación a los Grammy anglo. La verdad es que nosotros no teníamos esta aspiración, que hoy es el objetivo de cualquier músico: todos quieren ganarse un Grammy. Mucho menos teníamos idea de que las músicas tradicionales como la nuestra podían tener espacio en la industria global de esta manera. Esto implicó para nosotros un cambio de perspectiva muy profundo, porque un reconocimiento tan grande nos hizo entender que en el mundo había oído para nuestra música. Empezamos a creer en lo nuestro. Nos despojamos de nuestros miedos y nos convencimos de que esta música podía sonar en los mismos escenarios donde tocaban excelentes músicos de todo el mundo. Otro momento importante fue la colaboración que hicimos junto a la arpista galesa Catrin Finch, llamada la arpista del Príncipe de Gales. Esta colaboración nos llevó a unir el arpa de los Llanos con el arpa tradicional galesa. Alrededor de esta propuesta hemos podido girar por todo el Reino Unido cuatro veces desde 2007 y tenemos programada una quinta gira para el verano de 2021. De ahí también surgió un álbum en vivo que nos abrió espacios en la escena de la música británica.

No muchas agrupaciones colombianas tienen un ‘Live in Japan‘.  Después de nuestras primeras giras en Europa, un programador holandés nos vio tocar y nos sugirió presentarnos al gran mercado de las músicas del mundo en ese entonces: WOMEX. Fuimos parte del catálogo de música de exportación de Gales y no de Colombia, en ese evento tan importante para la música de cada país. En Gales, de hecho, hemos realizado más conciertos que en Colombia. Cuando llegamos al país, vimos que la prensa nacional mencionaba a algunas bandas colombianas en WOMEX pero no a Cimarrón. La verdad, no fuimos presentados como una banda colombiana en WOMEX. Los agentes de la industria todavía recuerdan esta actuación de Cimarrón, una que nos impulsó en el circuito de las músicas del mundo y nos ha permitido llevar el joropo a 38 países, como China, Japón, India, Emiratos Árabes, Malasia, Marruecos, Líbano, Argelia y, por supuesto, Europa y Estados Unidos. Desde entonces nos convertimos en la única banda de joropo que gira de manera profesional por el mundo. Con nuestro álbum Orinoco (2019), concebido y producido por nosotros mismos, queríamos presentar una producción a la colombiana. Aunque fue nominado a los Grammy Latinos, nos parece un gran logro que una producción independiente como esta sea considerada en este momento como un "álbum de culto" y haya sido reseñado en la crítica en Billboard, Newsweek, CNN. En nuestra última gira, fuimos nominados por la revista británica Songlines a Mejor Grupo de 2020. También tuvimos la oportunidad de grabar un especial para la BBC de Londres en los famosos estudios Maida Vale. Por allí han pasado desde los Beatles hasta Adele. El Cholo Valderrama recuerda a ‘Cuco’ Rojas Cimarrón sufrió una pérdida dura y repentina cuando murió el Cuco Rojas. ¿Cómo recibieron el golpe y... se puede suplir esa gran ausencia? La partida de Carlos ha sido muy fuerte y sin duda ha dejado un gran vacío en la banda. Creo que es una pérdida irreparable. Carlos no podrá ser reemplazado. Pero lo que sí sé es que su deseo y el mío fue siempre seguir adelante con el proyecto, así faltara uno de los dos. Seguiré trabajando inspirada en el concepto que desarrollamos juntos a lo largo de estos años. También, sin duda, el joropo ha perdido un gran conocedor de esta música, un investigador que creó metodologías para su enseñanza en el Llano y, sobre todo, un visionario que no tuvo miedo a desafiar la tradición. ¿Cómo ha impactado a Cimarrón la situación que se vive por la cuarentena en muchos lugares del mundo? Somos, esencialmente, una banda del mundo. Tenemos una carrera fuera del país. Por eso dependemos de cómo se mueven estas músicas internacionalmente y sabemos que esto va a tener una repercusión muy fuerte. Ya tuvimos que cancelar nuestra gira de primavera por Estados Unidos, que incluía un concierto en el Black Atlantic Festival de Carolina del Norte, el festival más importante de músicas de la diáspora africana en todo el mundo. Este año fuimos seleccionados como grupo afrocolombiano, siendo un grupo llanero. Estábamos muy entusiasmados porque nuestra presencia en este festival lo que hace es demostrar que la sonoridad de Cimarrón realmente ha puesto en evidencia la herencia africana en el joropo, que por tantos años había sido invisibilizada. Muchos proclaman a las crisis como momentos de reinvención, ¿qué cree importante reinventar en estos momentos? Las crisis sirven para reinventar, pero esta es una crisis nunca antes vista. Todavía no sabemos en qué puede terminar todo esto, apenas lo estamos viviendo. Lo que sí es seguro es que no volveremos a ser los mismos. Sin embargo, tengo la impresión de que es esta una oportunidad para reencontrarnos como humanidad: empezaremos a entender la multiculturalidad de otra manera, mirando más profundo hacia adentro y despertando un interés por los otros. Y la música siempre estará ahí para sanar corazones. Fotografía para el fin del mundo. Episodio XI ¿Qué anécdotas le vienen a la mente cuando piensa en tantos viajes y lugares visitados? Cada lugar al que llevamos nuestra música nos deja grandes recuerdos. Siempre nos sorprende la manera en que los públicos reciben nuestra música. En Japón y China se quedan impávidos, receptivos, mirando fijamente cada movimiento hasta el final. En India, en cambio, son muy efusivos y expresan su alegría en todo momento. Hace algunos años fuimos invitados a tocar en el Festival de Førde, en Noruega. Abordamos una avioneta para llegar a la ciudad y me llamó mucho la atención mirar a una de las pasajeras muy asustada cuando sobrevolábamos los fiordos. Cuando aterrizamos, vimos que tendieron una alfombra roja e inmediatamente pensamos que se trataba de una bienvenida para Cimarrón. Queríamos bajar rápido para no ser groseros con los organizadores del festival, que seguramente se habían esforzado mucho para darnos esa gran bienvenida. Pero antes de que pudiéramos poner un pie afuera, vimos como escoltaban a la misma señora que iba asustada para que bajara de primera. Ella terminó su caminata y rápidamente recogieron la alfombra. No entendimos lo que había sucedido hasta que volvimos a ver a la señora sentada frente a nosotros en el concierto de inauguración del festival. Era la reina de Noruega, madrina del festival. Aclamado compositor polaco Krzysztof Penderecki falleció a los 86 años ¿Ha cambiado el mundo a la música de Cimarrón? Definitivamente. Cuando quisimos abrirnos al mundo, debimos pensar en una música para el mundo, en una música que fuera más allá de lo local. Debimos crear tanto una sonoridad como una puesta en escena, para comunicarnos con el mundo independientemente del idioma y el escenario. En la música llanera consumida regionalmente, se le da mayor importancia a la canción: lo que más importa es la letra. Nosotros, como Cimarrón, buscamos darle un desarrollo orgánico al joropo desde sus propias raíces, poniendo en el escenario todos los elementos de esta música: el canto, la danza y el virtuosismo instrumental. Sobre su disco más reciente, Orinoco, ¿qué lo hace único, qué lo separa de los anteriores trabajos del grupo? Orinoco es único porque es el primero que hacemos sin sello discográfico, de manera independiente, hecho en Colombia. También recoge la exploración musical de Cimarrón a lo largo de nuestra carrera, todo el tránsito hacia la visibilización de los elementos africanos e indígenas presentes en el joropo, a través de la inclusión de instrumentos que hemos tomado prestados de otras tradiciones, como el cajón afroperuano, la tambora afrocolombiana, el surdo brasilero, el cacho e‘ venao de la etnia Sikuani, además del zapateo como un componente de percusión y no desde la pareja de baile accesoria. Orinoco refleja lo que Cimarrón es en el escenario. Lo hicimos en el estudio, pero manteniendo la esencia del escenario. Nuestra intención era explorar los límites del joropo hasta el punto de hacer que el álbum se extendiera desde las propias raíces del joropo hasta las fronteras de otros géneros como el jazz, el funk o el rock. Da la impresión de estar haciendo otra música, pero esto es puramente joropo.

¿Qué rol debe desempeñar el arte en momentos de incertidumbre social? Este es un momento en el que todos necesitamos de todos. El aislamiento es una condición que hace del arte, y de la música en específico, un elemento imprescindible en nuestras vidas para mantenernos conectados. Nadie sabe más de incertidumbre que un artista. El arte no se considera una necesidad básica. Los artistas hemos tenido que aprender a vivir soñando el futuro. Ahora nos toca a todos.