Richard Blair, una de las personas que más conoce de música del Pacífico, dice ser colombiano. Su sonrisa es generosa y habla español fluido. Habla sobre la música y sonríe. Sobre su trabajo en la disquera Real World Records y sonríe. Sobre lo espontáneo en la creación musical y sonríe. Recuerda el día de 1998 en que le dijeron “vas a grabar con los colombianos”, la semana de ese mismo año en que trabajó por primera vez con Totó la Momposina y sonríe. Él, que nació a las afueras de Londres, es productor, ingeniero de sonido y músico del denominado género “músicas del mundo” y, al igual que Will Holland (productor británico conocido como ‘Quantic‘), ha enfocado su trabajo en impulsar los sonidos folclóricos y populares en el público mainstream.Desde hace más de 25 años, ambos producen a varios artistas del Pacífico y el Caribe colombiano: Chocquibtown, Systema Solar, Bomba Estéreo, Nidia Góngora, Juan Carlos Puello ‘El Chongo’ y Petrona Martínez. Los tambores, marimbas, flautas y bombos son los protagonistas, y la mezcla entre la cumbia y los sonidos electrónicos presentan una propuesta innovadora de la tradición musical colombiana.Le puede interesar: La historia de los ‘beats‘ colombianos“Nos hemos demorado muchos años en llegar a este punto, a incorporar los tambores, a improvisar en vivo, a inyectarle a la música que hacemos juntos un poco de la esencia de las grandes orquestas latinas: buen ‘tumbao‘ y buen swing. La música tropical es como una descarga, como una explosión”, dice Blair, quien recalca en la importancia de figuras locales como el batata, la matrona, la cantaora en el desarrollo de la cultura y la música de los artistas con los que ha trabajado. Lo hace con propiedad, pero con respeto: no mira la música colombiana como un producto para el entretenimiento, sino como el patrimonio de un pueblo, la forma de expresar la identidad de un pueblo.Para celebrar ese mestizaje sonoro que menciona Blair y del que han hecho parte él, Holland y los maestros del folclor colombiano, se llevó a cabo Mestizo, un encuentro musical gestionado por el Departamento de Artes del British Council y la plataforma Noisey, realizado en Taganga, para celebrar los códigos musicales gestados en estos años de trabajo. En el evento se presentaron artistas invitados como Sidestepper, Cero39, BoomFullMeke y Nidia Góngora.Le puede interesar: El escocés que hizo posible OndatrópicaEl resultado de aquella celebración fue un microdocumental de nombre homónimo al evento. ARCADIA presenta esta pieza que entre imágenes documentales y diversos testimonio de los asistentes, hace una reflexión sobre la influencia positiva de personas extranjeras en la producción de la música local.
"En la música que hacemos en conjunto con los artistas colombianos se perciben dos tipos de energía creativa. La primera es la inmediata y la creación visceral. La otras es la construcción de esos sonidos espontáneos y tradicionales: meditarlos, analizarlos y producir la melodía con cierta métrica. La una no puede existir sin la otra. Sin esa magia inicial no hay nada. Si comparamos, en Estados Unidos no hay un blusero auténtico hoy en día. En cambio, personalidades como Etelvina o Gualajo expresaron en sus canciones la conexión con su territorio y su tradición y esa es la base con la que los artistas contemporáneos y nosotros trabajamos, sin intentar cambiar la esencia. Es algo que yo llamo la “fuente”. Entonces, desde que trabajé en Real World Records y como músico estuve en contacto con sonidos de India, Camboya y Rusia, aprendí a nutrirme de los sonidos nuevos, innovadores. Trabajar en Colombia y producir en vivo y en estudio con estos músicos que representan la “fuente” y que no han tenido una ruptura con sus sonidos más tradicionales, que no han optado por la música más sintética ha sido toda una oportunidad. Y por eso sigo acá, porque siento que esto que hemos hecho es apenas el comienzo”.