“Solo se vive una vez, y de la manera que vivo, con una basta” – Frank Sinatra El 12 de diciembre de 1915, la pequeña ciudad de Hoboken, Nueva Jersey, vio nacer a una de las figuras musicales más importantes del siglo XX. Francis Albert “Frank” Sinatra, hijo único de una pareja de inmigrantes italianos, se convertiría casi treinta años más tarde en una leyenda de la música popular.
Francis Albert "Frank" Sinatra (1915 - 1998). Antes de convertirse en La voz, el joven músico fue parte de varias agrupaciones. A los veinte años y tras abandonar sus estudios, Sinatra se unió al grupo local The Three Flashes, con el que dio inicio a su carrera artística tras competir en el programa musical Major Bowes Amateur Hour. Al ser galardonados con el primer puesto, la banda viajó alrededor de Estados Unidos durante seis meses, presentándose en escenarios y programas radiales nacionales. Sinatra, sin embargo, renunció a la banda y regresó la casa de sus padres porque, presuntamente, sus compañeros lo golpeaban por coquetear demasiado. En 1939, comenzó su trabajo como vocalista en la orquesta del trompetista Harry Arden, en la que participó hasta que la agrupación se disolviera por problemas económicos. 1940 fue fundamental en la carrera de Sinatra, pues ingresó a la orquesta de swing de Tommy Dorsey, uno de los conjuntos musicales más populares de Estados Unidos. En 1943, tras una disputa monetaria con Dorsey, Sinatra firmó un contrato como solista con Columbia Records, posicionándolo como uno de los músicos mejor pagos de la época. Ganaba un millón de dólares al año. Su popularidad lo convertiría en un ídolo para los grupos de niñas jóvenes (Bobby soxers) y en lo que hoy se consideraría un “ícono de la cultura pop”. “Sinatra el músico” se convirtió también en “Sinatra el actor” a finales de los años cuarenta. Aunque en un principio gozó de poco reconocimiento en el mundo del cine, en 1953 obtuvo un papel en la película De aquí a la eternidad del director Fred Zinnemann. Además de convertirse en un éxito taquillero, en el que participaron actores reconocidos como Burt Lancaster y Montgomery Clift, Sinatra ganó el Óscar a “Mejor actor secundario”. Alrededor de la misma época, el músico liquidó su contrato con Columbia Records y continuó grabando como solista con el sello disquero Capital Records.
Frank Sinatra junto a Count Basie (1962) y Grace Kelly (1956). En 1955, el mito de Sinatra se había consolidado. En agosto de ese año fue portada de la revista Time, que lo llamó “lo mejor del mundo del espectáculo”. Dos años más tarde, su LP Come Fly with Me se situaría en el primer lugar de las listas, permaneciendo ahí durante 71 semanas (récord que sería batido por Only the Lonely en 1958 con 120 semanas). En 1960, Sinatra anunciaría su separación de Capital Records para lanzar su propia disquera, Reprise, con la que trabajaría de manera prolífica durante los siguientes años. Para 1998, el año de su muerte, Sinatra había participado en más de 50 películas y había grabado más de 1,300 canciones, si bien solo compuso dos de ellas. Su fama también vino cargada de controversia, pues a pesar de optar siempre por la privacidad, sus relaciones políticas y supuestos vínculos con la mafia marcaron su carrera durante muchos años. Aunque su madre trabajaba para el Partido Demócrata, los ideales políticos de Sinatra variaron a lo largo de su vida. Entre 1944 y 1968 participó de manera activa en la candidatura de varios aspirantes a la presidencia de los Estados Unidos, incluida la de John F. Kennedy, con quien entabló una cercana amistad. La relación entre ambos, sin embargo, empezó a deteriorarse cuando los medios especularon que existía un vínculo criminal entre Sinatra y delincuentes como Sam Giancana, un reconocido gánster de Chicago, y Lucky Luciano, considerado el padre del crimen organizado. Desde 1940 hasta el año de su muerte, el FBI lo vigiló de manera cuidadosa, y recopiló un expediente que alcanzaba las 2.403 páginas. A pesar de que fueron confirmadas sus amistades con estos capos, nunca se presentaron pruebas contundentes de que Sinatra hubiese participado en ninguna actividad ilegal. Después de su ruptura con Kennedy, y durante sus últimos años, Sinatra abogó abiertamente por el Partido Republicano, pues consideraba que los demócratas habían desviado sus ideales hacia un pensamiento demasiado liberal que iba en contra de sus valores personales. “Entre más envejeces, te vuelves más conservador” solía decirle a su hija Tina cuando le preguntaba por su cambio de afiliación.
Sinatra en 1992, seis años antes de su muerte. El 14 de mayo de 1998, el Viejo de los ojos azules murió en Hollywood, California, producto de un paro cardiaco. El músico, que había sufrido de problemas médicos los últimos años de su vida, había sido hospitalizado en múltiples ocasiones por problemas respiratorios, presión alta, neumonía, cáncer de vejiga y demencia. Su esposa Bárbara Marx permaneció a su lado durante sus últimos días, alentándolo a luchar. Según cuenta Marx, sus palabras finales fueron: “Estoy perdiendo”. “Frank Sinatra está resfriado” Mucho se ha escrito sobre el músico, pero casi nada se puede comparar con la crónica “Frank Sinatra Has a Cold”, escrita por el periodista estadounidense Gay Talese y publicado en la edición de abril de la revista Esquire en 1966. Hasta hoy, la pieza de Talese es considerada por esa misma revista como “la mejor historia jamás publicada en Esquire”.
El esqueleto del reportaje hecho por Talese. Arcadia conversó con Talese para conocer bajo qué circunstancias escribió el perfil y qué lo motivó a retratar a un hombre que, según cuentan, hacía todo lo posible para escapar de los medios. “Yo no quería escribir sobre Sinatra en 1965. Nunca me he especializado en piezas sobre celebridades. Prefiero escribir sobre gente desconocida, y darles a estos personajes secundarios la atención que un escritor de ficción para así convertirlos en personas extraordinarias través de la escritura y la observación. Pero en 1965, después de que había renunciado a hacer periodismo en un periódico, firmé un contrato con Esquire por un año. Este contrato requería que publicara seis piezas al año, entre 1965 y 1966. Harold Hayes, el editor de la revista, me permitió elegir tres de las seis piezas. Lo que quería hacer, como he mencionado, era escribir “cuentos con nombres verdaderos”; es decir, quería ser un escritor de ficción sobre la realidad. Una contradicción en cuanto a términos, claro está, pero a pesar de ello era lo que llevaba haciendo durante años. Mi primer artículo para Esquire fue sobre un desconocido escritor de obituarios que trabajaba para The New York Times, Alden Whitman, y la pieza se tituló “Mr. Bad News”. La segunda idea que tuve fue escribir sobre el editor del Times de esa época (Clifton Daniel, esposo de la hija del ex–presidente Truman). El editor de Esquire pospuso ese artículo y me insistió que viajara de Nueva York a Los Ángeles para ver a Sinatra, pues ya había agendado una entrevista a través de su agente. De todas formas, no me importó. Le dije al editor: “¿Quién quiere leer otra pieza sobre Sinatra? Ha habido cientos de ellas a lo largo de los años. De hecho, ¡este año ya se han publicado dos portadas con Sinatra!”. Pero el editor insistió. “¡Solo viaja hasta allá, Sinatra se reunirá contigo y tendrás la portada! Va a ser un trabajo fácil. Está esperando para hablar contigo”. No podía discutir con Harold Hayes. De igual modo, necesitaba el dinero. Tenía una hija de un año, y tenía un arriendo y una enfermera que debía pagar. En resumen, dependía de mi trabajo en Esquire…entonces accedí a escribir sobre Sinatra para Harold Hayes.
Gay Talese en 1972. Pero cuando llegué a Los Ángeles, Sinatra tenía un resfriado y no estaba seguro de querer hablar conmigo. Le preocupaba que fuera a indagar sobre sus problemas con la mafia. El abogado de Sinatra insistió que le mostrara mi artículo para “corregirlo” antes de que se publicara. Me negué de inmediato. Nunca le muestro mi trabajo a nadie excepto a mi editor. Y así, Sinatra nunca habló conmigo. Y yo no intenté volver a contactarlo después de nuestro conflicto inicial. Pero siempre he tenido la habilidad (y el talento) para escribir sobre las “personas pequeñas” y “personas ordinarias”; y por esto comencé a hablar con docenas de personas “ordinarias” que conocían a Sinatra: músicos que habían trabajado con él, ex novias, conductores de limosina, jóvenes y viejos actores y bailarines y directores que habían trabajado en muchos de sus proyectos. Entonces escribí sobre él, sin su cooperación. He hecho esto muchas veces en mi larga carrera. Después de que se publicó “Frank Sinatra está resfriado”, fue considerado uno de los verdaderamente grandes artículos del momento; pero Sinatra nunca lo reconoció públicamente. No lo elogió, ni lo criticó. Y a mí no me importó de todos modos.” Arcadia también le preguntó a Talese sobre los aspectos de Sinatra que van más allá de su música y de su estatus legendario. “El hecho de que una persona sea un “mito”, repito, no me importa. ¿Vale la pena escribir sobre ellos? Claro que sí. Vale la pena escribir sobre todo el mundo, pero para lograrlo uno debe (como reportero, como escritor, como reportero que se preocupa por el lenguaje y la narrativa) dedicarle mucho tiempo y esfuerzo.”