La figura del “músico-productor” es recurrente en la música popular. Ese personaje que asume el mando de todo el proceso creativo que implica componer, grabar y producir un disco hasta el punto de convertirse en una especie de “artista total”. Desde los tiempos de Mozart desafiando lo que tenía para ofrecer la música clásica de su tiempo, hasta Nine Inch Nails o Kendrick Lamar haciendo lo propio en sus ámbitos particulares, estos personajes despiertan una pasión e interés que supera el promedio de la oferta musical. Stevie Wonder es uno de esos personajes. Su habilidad con el piano, alternada con una voz apasionada y cristalina se fueron sumando a las múltiples experiencias que acumuló desde sus días en la Motown, sello al que llegó con tan solo 11 años tras dejar asombrado a su dueño, Berry Gordy. Se adaptó a la estricta maquinaria del sello de Detroit con esa separación marcada entre compositores, productores, músicos de sesión e intérpretes hasta que, poco a poco, llegó un punto en el que Wonder era capaz de hacer todo eso por sí mismo. En un mundo confinado, la mexicana Natalia Lafourcade invita a "reconectar" con nuestro interior Inicialmente fue moldeado como una especie de ídolo juvenil, interpretando canciones compuestas especialmente para él como “Fingertips” que llegó a la cima del Billboard Hot 100 o “Uptight (Everything’s Alright)”, tema que convenció a Gordy de mantenerlo en Motown luego de considerar despedirlo a raíz del cambio en su voz durante la adolescencia. Con “Signed, Sealed, Delivered I’m Yours”, se ganó la confianza absoluta de Gordy para dar el siguiente paso: el de hacer que el soul (y la música negra en general) se hiciera adulta. Nombres como George Clinton, James Brown, Sly Stone, Marvin Gaye, Curtis Mayfield o The Temptations definieron cada uno a su modo años de luchas raciales, desigualdad y guerra fuese para ponerlos de manifiesto o para combatirlos desde el arte. Wonder, contemporáneo a todos ellos, hizo sus aportes a la causa desde la grabación del LP Where I’m Coming From (Motown, 1971). Aunque no fue el mayor de los éxitos debido a lo que implicaba competir por esos días con Marvin Gaye y su What’s Going On?, fue el álbum donde se comenzaron a filtrar el funk y los sintetizadores en su trabajo. Gracias a su trabajo como músico de sesión de una banda consentida de Motown, The Spinners, consiguió un contrato con el sello que a partir de entonces le dio libertad creativa absoluta, algo impensado entonces por la rigidez que acostumbraba Motown en sus mejores días.
Una seguidilla de éxitos en los siguientes 5 años contenidos en álbumes como Music of My Mind, Talking Book, Innervisions y Fulfillingness‘ First Finale hicieron que la apuesta valiera la pena: “Superwoman (Where Were You When I Needed You)", “Superstition”, “You Are The Sunshine Of My Life”, “Higher Ground”, “I Wish”, “Sir Duke”... Impulsado por esos clásicos por derecho propio de los setentas, cada LP superaba a su antecesor en variedad y calidad: Estaba determinado a incorporar todos los grandes avances de la música negra hasta entonces y añadirles la mejor tecnología que podía ofrecer un estudio de grabación. Y así llegó su trabajo definitivo, el multiplatino, multipremiado y multiaclamado Songs In The Key Of Life. Low-Life de New Order, sobreviviendo a la obra maestra Precedido por cambios muy importantes en su vida a raíz de un accidente automovilístico que sufrió en 1973 y le hizo perder parcialmente el sentido del olfato (a lo que se añadía su ceguera de nacimiento), consideró el retiro al sentir que sus prioridades en la vida estaban cambiando. Finalmente cambió de opinión y firmó nuevamente contrato con la Motown por siete años, percibiendo 37 millones de dólares. Su acostumbrado perfeccionismo le causó algún dolor de cabeza a Motown cuando tuvieron que posponer el lanzamiento de Songs In The Key Of Life de fines de 1975 hasta casi un año después. Pero valió la pena, porque a pesar de ser un álbum doble y ser el más espiritual y personal de todos los que grabó, vendió más que ningún otro (unos 5 millones de copias hasta la fecha) y marcó el camino que seguirán en el futuro otros “artistas totales” herederos del estilo Motown como Michael Jackson, Prince o George Michael (especialmente cuando grabó su LP debut Faith). Todos ellos, cultores a su manera de ese pop exitoso pero igualmente ambicioso y personal que los llevó a hacerse cargo de cada detalle en sus discos.
Todavía cosecha éxitos durante los 80s con “Master Blaster (Jammin‘)" o “Ebony And Ivory” a dúo con Paul McCartney, pero ya no es lo mismo. La competencia en las listas era más encarnizada y él mismo parecía entender que ya no podría superarse creativamente a sí mismo, dedicándose a partir de entonces principalmente a su familia y a la beneficencia, que incluyó actos como el impulsar que se declarara día festivo el natalicio de Martin Luther King Jr.. Lo cierto es que ya había conseguido lo que siempre había deseado: hacer su música de la forma en que deseaba y vendiendo por montones. Desde esos inicios moldeado ferreamente por la Motown, Stevie entendió como ningún otro las dinámicas internas del sello, su negocio, sus métodos y sus ideales, aprovechandolos para convertirse en un músico total como no se había visto hasta entonces. Banksy rinde homenaje al personal sanitario británico