La actividad musical a nivel mundial se puede entender como una torre de Babel en la que todo el tiempo se hacen canciones en todos los idiomas. En ese sentido, es interesante escuchar cómo el resto del mundo se acerca al repertorio de habla hispana. Hace cinco años las discotecas de Berlín sucumbieron al proyecto X-Moré, en el cual el cantante de hip-hop X-Alfonso agregaba estribillos y efectos electrónicos a las viejas canciones del cubano Beny Moré. Más reciente (y menos radical) fue el homenaje a Celia Cruz hecho por la africana Angélique Kidjo, que esta revista nombró entre los mejores discos de 2019.

En todos esos ejercicios subyace el deseo de apropiarse de otra cultura, de su manera de expresar los sentimientos, a través de un idioma que no es el propio. Y ahí entra en escena el más reciente disco de la agrupación estadounidense The Mavericks. Se trata de una banda cuyo sonido entremezcla música country, tex-mex y algo de rock and roll. En sus conciertos siempre incluían uno o dos temas en castellano, aprovechando el origen cubano de los padres del cantante Raúl Malo. Así que llegan a esta grabación, titulada “En español”, como parte de un desarrollo natural de su repertorio.

Escuche el trabajo discográfico

Lo primero que llama la atención es cómo se desvanece el concepto de géneros. El criterio de elección de los temas es la lengua y, por lo tanto, se aleja bastante de ciertas reglas de la industria musical. Como explica Raúl Malo: “Yo quería hacer un disco que no fuera específico de un género de la música latina. Que no fuera mariachi, cumbia o tango. Quería hacer una mezcla”.

¿Cuál es la definición de música en español para esta generación de hijos de migrantes? Aquí los referentes van desde Los Panchos hasta Julio Iglesias, lo cual es poco ortodoxo. Y luego, si analizamos el sonido, podemos identificar dos grandes corrientes: por un lado, las canciones recordadas con nostalgia por los exiliados cubanos de Miami; por otro, los corridos mexicanos que pasan la frontera y se confunden con el paisaje de Texas. Yo todavía no logro entender cuál es el truco detrás de la magia, pero The Mavericks convierten esos dos mundos en una sola expresión.

Y en ese punto nacen las composiciones de Raúl, que no contrastan sino que se camuflan muy bien entre los clásicos. Hay canciones de fuerza estremecedora como Recuerdos, que termina en una descarga salsera. Y una joya pequeñita, un bolero de menos de tres minutos llamado Mujer. Ese ejercicio de composición se convierte en una parte muy interesante del álbum, porque es el verdadero aporte al género. O al lenguaje, para ser exactos. “Cuando uno escribe en otro idioma está imitando y evocando”, reflexiona el cantante. “A la vez tiene que sonar legítimo, natural y orgánico. Ese es el lugar más interesante del arte: el que tiene un poquito de lo clásico y un poquito de lo nuevo”.

En español es un título directo, explicativo, que podemos encontrar en abundancia en muchos momentos de la historia. Grabaron discos en español cantantes tan variados como Nat King Cole, Charles Aznavour o Chico Buarque, en claros intentos de internacionalizarse. Pero este disco de The Mavericks exhibe una diferencia. Para ellos, cantar en español es superponer recuerdos de manera un poco desordenada, invocando una geografía borrosa. Y esa termina siendo su originalidad y su fortaleza: lo que escuchamos es una música de ninguna parte.