El 9 de abril de 1994, 865 hombres de la Corriente de Renovación Socialista, una línea dentro del Ejército de Liberación Nacional (ELN) dejaron oficialmente las armas hacia el medio día en el pequeño pueblo de Flor del Monte en Sucre, donde había trascurrido la negociación con el entonces gobierno de César Gaviria. Periodistas, extranjeros, entre ellos el embajador de Holanda, que jugó un papel especial en el proceso, y otros colombianos destacados fueron testigos de ese día. Esos acuerdos de paz llevó a la CRS entrar al Congreso con sus representantes. Desde allí realizó debates nacionales, promovió la participación ciudadana y fue activo motor de nuevas iniciativas políticas, que sirvieron de base a lo que hoy es el principal partido de izquierda Polo Democrático Alternativo. De los 865 ex combatientes y miembros de la CRS comprometidos en el proceso de reincorporación a la vida civil 701 tuvieron derecho a todos los beneficios de reinserción, mientras que 164 solo recibieron los beneficios jurídicos. Del grupo de 701 fueron beneficiarios de indultos y amnistías 433 personas por delitos políticos como porte ilegal de armas y rebelión. Otras 268 personas no fueron beneficiarios de indultos y amnistías porque sus delitos estaban tipificados como homicidios fuera de combate y secuestro. Quince años después del proceso de paz, 25 desmovilizados de la CRS permanecen aún en las cárceles del país pagando condenas de hasta 18 años de prisión. A pesar de que la CRS cumplió su promesa de regresar a la sociedad civil en paz y trabajar por sus ideales políticos con métodos pacíficos, el costo fue alto. Mientras se desarrollaba la negociación en Flor del Monte y se daba la concentración de los guerrilleros de la CRS allí, fueron asesinados, en una extraña operación militar, Carlos Manuel Prada González y Evelio Bolaños, el 23 de septiembre de 1993 en Blanquiset, en Carepa. Y hoy, la dirigencia de esa organización informa que son 77 los integrantes que fueron desaparecidos en forma violenta o fueron asesinados. No eran tiempos donde la comunidad internacional hablara de la necesidad de reparar a las víctimas, y de ahí que los pactos de paz de la época no contemplaron esa condición, que hoy es obligatoria de cualquier proceso. Sin embargo, la CRS sí acordó con el gobierno un Programa de Desarrollo Regional para las regiones donde actuaron y que implicó inversiones por dos mil millones de pesos del Acuerdo de 1994 y mil quinientos millones del Pacto de Consolidación de 1996, para un total de tres mil quinientos millones de pesos. Quien ejecutó esos dineros para desarrollar 116 proyectos en 56 municipios fue la Corporación Nuevo Arco Iris. Entre los más importantes estuvieron: vivienda en Popayán, la urbanización “Luís David Florez” en Cúcuta; obras de infraestructura como el acueducto comunitario del barrio Las Américas de Villavicencio, y otras de carácter ambiental como el Jardín Botánico San Jorge de Ibagué, saneamiento básico, agroindustria y de estímulo a la microempresa en Sucre, Córdoba y Bolívar. Esta Corporación ha sido más conocida en los últimos años por sus investigaciones acerca de la relación entre política y paramilitarismo, conocida como parapolítica, y también por sus informes detallados de seguimiento al conflicto armado en Colombia, uno de los más completos del país. Los informes han sido polémicos y han traído amplios debates sobre la cooptación del Estado por grupos ilegales armados y las consecuencias que esto ha traido para la democracia. Desafortunadamente junto con los sanos debates también han venido las amenazas y hostigamientos a algunos de los investigadores de quienes quieren aun impedir que la democracia colombiana avance y se defienda en forma efectiva de los intentos de los grupos ilegales de capturarla para sus fines. Arco Iris además viene liderando procesos para acompañar, hacer visibles y fortalecer a más de 120 organizaciones de víctimas del conflicto armado en diez regiones del país. También ha acompañado y promovido procesos de convivencia pacífica y de resolución negociada de conflictos comunitarios en las regiones de acción; ha atendido a comunidades desplazadas por la violencia en Bogotá, Bucaramanga, Cartagena, Medellín, Cúcuta, Pasto, y Sincelejo. Como fundadores y promotores de la Red de Programas de Desarrollo y Paz, Nuevo Arco Iris apoyó la conformación del Programa de Desarrollo y Paz del Huila y Piedemonte Amazónico -Huipaz-, y participa también del Programa de paz de los Montes de María, del departamento de Sucre. Algunos de sus líderes más conocidos son: León Valencia, director de La Corporación Nuevo Arco Iris, Antonio Sanguino, Concejal de Bogotá, José Aristizabal, ex representante a La Cámara, Antonio López, asesor del Polo Democrático.