1 Fortalecer el periodismo independienteLa libertad de prensa es fundamental en una democracia. Sin embargo, en la práctica, por presiones y amenazas, en países como Colombia la investigación periodística puede verse frustrada. Como afirma el fiscal general, Néstor Humberto Martínez, para luchar contra la corrupción debe haber un “triángulo virtuoso entre la prensa independiente, una sociedad civil fuerte y organismos de control competentes”. El periodismo de calidad es costoso, pero la inversión es necesaria para erradicar el flagelo, o al menos para combatirlo.2 Establecer beneficios por delaciónLa Operación Lava Jato en Brasil ha sido exitosa no solo por los fiscales y jueces intrépidos que decidieron hacerle frente a la gran corrupción, sino también por su sistema judicial basado en la delación premiada. Este mecanismo significa que en Brasil no solo basta con confesar los crímenes, sino que para obtener verdaderos beneficios los procesados deben delatar a sus compinches para desenmarañar la red delincuencial. Este tipo de herramientas permitiría acelerar los procesos en Colombia, donde el principio de oportunidad no depende solo de la delación.3 Elaborar pliegos únicos de contratación“Pliegos de sastre”. “Contratos a la medida”. Las denuncias por licitaciones públicas direccionadas aparecen diariamente en Colombia. Y es que uno de los problemas de la contratación estatal es que no existe un pliego único de condiciones para adjudicar las obras públicas en el país. Iniciativas en los sectores de infraestructura y transporte han propuesto el mecanismo para evitar que los millonarios contratos queden en manos de unos pocos y así cumplir a cabalidad los principios de transparencia y selección objetiva de la Ley 80.Recomendamos: “Perseguir el delito no es suficiente para acabar la corrupción”4 Limitar el financiamiento privado de las campañasPamela San Martín Ríos y Valles, consejera del Consejo General del Instituto Nacional Electoral de México (INE), afirmó que su país ha logrado combatir la corrupción pues en las campañas electorales prevalecen los recursos públicos, mientras los montos privados están limitados a máximo un tercio del presupuesto. Como “cualquier recurso que no haya sido empleado debe ser regresado al erario, esto es un incentivo para que no haya subreporte”, dijo San Martín. En Colombia, la financiación pública en las campañas sería beneficiosa para impedir que sean capturadas por intereses particulares y evitar escándalos como el de Odebrecht.5 Aumentar los recursos de la investigación estatalInvestigar, perseguir y sancionar los delitos a tiempo requiere personal especializado y un presupuesto abultado. Otorgar más recursos a los órganos de control permitiría incrementar la capacidad técnica de procuradores, contralores, fiscales y superintendentes y, así, acelerar los procesos y aumentar la confianza de la ciudadanía en las instituciones. Un caso exitoso es el de la Superintendencia de Industria y Comercio que, a la cabeza de Pablo Felipe Robledo, desde 2012 cuadruplicó su presupuesto de 38.000 a 160.000 millones de pesos, y aumentó su personal de 400 a 1.000 funcionarios, decisiones que han permitido mayor vigilancia y capacidad sancionatoria.6 Incrementar la cooperación judicial internacionalDesde los años ochenta abundan los tratados internacionales para luchar contra la corrupción y el lavado de activos. Las convenciones de Viena, Palermo y Mérida son solo algunos ejemplos. Sin embargo, la cooperación entre órganos homólogos se ha quedado corta y a veces no sucede en doble vía a causa de la reserva contable, tributaria y comercial de algunos países. Deben sobrepasarse esos obstáculos y dejar de subutilizar herramientas como el Grupo Egmont, que une las unidades de inteligencia financiera en el mundo para combatir las redes transnacionales de corrupción.7 Modificar el nombramiento de los organismos de control“No podemos poner al ratón a cuidar el queso”, dijo tajante la senadora Claudia López. Con esa frase, criticó la forma como se constituyen las contralorías en Colombia, argumento que apoyaron otros políticos presentes en el foro sobre corrupción. La senadora propuso que los contralores sean elegidos por medio de un concurso abierto y público. Esto eliminaría el mecanismo por medio del cual los mismos políticos que deben ser supervisados designan a sus contralores, lo que pone en riesgo la vigilancia y el buen manejo de los recursos.8 Adoptar un sistema de listas cerradasEl debate sobre las listas cerradas en las elecciones legislativas lleva años en Colombia. Tiene pros y contras, pero frente al aumento de la percepción de corrupción en el país podría ser un mecanismo que evite las estructuras clientelistas que se crean a veces en las listas abiertas. Además, esta herramienta fortalecería a los partidos políticos, para que el electorado no esté tan atomizado como se ha visto en las urnas en elecciones pasadas. Las listas cerradas fueron también sugeridas en el reciente informe presentado por la Comisión de Reforma Electoral, creada por el acuerdo de paz.Sugerimos: Colombia, rajada en la Percepción de la Corrupción9 Bancarizar las transacciones públicasEn su discurso del foro, el presidente Juan Manuel Santos presentó la bancarización de las transacciones en los contratos públicos como una de las medidas que debe tomar el país en el corto plazo. Así, podrían superarse las “bolsitas” y los “maletines” de dinero en efectivo que son casi imposibles de rastrear y dan vía libre a que las campañas superen los topes y a que se produzcan fenómenos corruptos como el intercambio de favores.10 Adecuar los sistemas de informaciónLos países nórdicos se jactan de sus bajos niveles de percepción de corrupción gracias a su transparencia y clara rendición de cuentas, basadas principalmente en el libre acceso a los documentos públicos. Como sostuvo la directora de Colombia Compra Eficiente, María Margarita Zuleta, presentar las ofertas y contratos por medio de datos abiertos en línea permitiría combatir la corrupción en las compras públicas y dejaría que el ciudadano haga seguimiento al manejo presupuestal de las entidades del Estado.El colombiano: un ‘soberbio moral’Investigaciones de Corpovisionarios demuestran que el sentimiento de sentirse correcto y moral en una sociedad de ‘ladrones y corruptos’ no solo normaliza la corrupción, sino que además aumenta las transgresiones cotidianas.Hace unos años, la organización Corpovisionarios –liderada por Antanas Mockus– realizó un experimento en las calles de Bogotá. El equipo dejó en dos lugares 100 arepas de huevo en una canasta que decía “Tome la arepa y páguese”. Esto no tenía ninguna supervisión ni nadie que recibiera el dinero. “Se robaron todo” y “por lo menos la mitad no pagó” son comentarios recurrentes.Pero para sorpresa de muchos, de 100 arepas solo se llevaron dos sin pagar. Es decir que los otros 98 bogotanos que tomaron una arepa la pagaron, sin importar que nadie estuviera atendiendo la canasta. Sucedió lo mismo en un experimento en Ecopetrol, donde pusieron paquetes de galletas de chocolate en diferentes pisos del edificio. De 1.500 solo se perdieron 12, menos del 1 por ciento de los productos quedó sin pagar.Entonces, si los colombianos son correctos, ¿por qué genera tanto asombro? Para Henry Murrain, director ejecutivo de la organización, esto sucede porque en Colombia existe una “soberbia moral” generalizada, es decir, una “tendencia a ser crítico y destructivo con el otro, pero demasiado indulgente con el propio comportamiento”. El colombiano promedio se considera a sí mismo mejor persona que el resto de sus compatriotas, a quienes considera “ladrones” y “corruptos”.Esto degenera en un problema social, pues se producen cálculos dañinos del tipo “si todos los demás son tan malos, ¿qué importa si yo violo una norma pequeña?”. Como la narrativa de lo que somos es peyorativa, cada vez queremos más y más reglas para parar a esos “otros” transgresores. Surge así una suerte de populismo penal, o una falacia de las leyes, como afirman varios expertos en normas sociales, por lo cual se considera que más leyes significan menos corrupción. No obstante, está claro que en países santanderistas como Colombia, las medidas estrictamente legales no han sido suficientes. El problema es de cultura ciudadana. Habría que romper la representación negativa de los demás para llegar a una visión más equilibrada entre la propia conducta y la del otro. De esta manera se superaría el imaginario del “todo el mundo lo hace, entonces yo también puedo”. Con ello las prácticas corruptas dejarían de verse como normales, porque, como se vio en los experimentos, la mayoría de los colombianos cumple la ley y –por tanto– lo que hay que hacer es sancionar socialmente a esa minoría que no lo hace.