Colombia superó una línea dolorosa. Más de 100.000 vidas se esfumaron por cuenta de la covid-19, ese virus que cambió para siempre la vida de todo el planeta y, especialmente, de miles de personas que tuvieron que despedir a sus seres queridos.
Ese es el caso de Diana Moreno, cuyo papá trabajaba como enfermero de 59 años en la Clínica Nuestra Señora de La Paz y falleció en mayo del año pasado, cuando el país apenas estaba conociendo el virus.
Detrás de Reinaldo Moreno quedaron cinco hijos, su esposa y su mamá, así como “una ausencia terrible en la casa”. Más de un año después de la partida de Reinaldo Moreno, su hija lo describe como un hombre trabajador y “súper guerrero”, futbolista, alegre e incansable.
Aún recuerda esos días en los que su padre se contagió. Uno de los grandes afanes de los primeros meses, después de la detección del SARS-CoV-2 en la pandemia, fueron los implementos de bioseguridad del talento humano en salud. Por eso, siempre le preguntaba a su papá si estaba cuidándose y si le estaban brindando todos los elementos que necesitaba para proteger su vida del virus.
“Él nos decía que tranquilas, que él se estaba cuidando”, recuerda la joven, agregando que, aún así, su padre sufría muchísimo por la falta de medios de transporte a causa de la cuarentena estricta y la intensidad de los turnos que cumplía en la institución.
Después de un mes de trabajar en plena pandemia, pasó lo que temía Diana: Reinaldo se enfermó. Aunque recibió atención médica, su hija no supera el hecho de que lo enviaron a casa cuando no estaba bien. “Los médicos fallaron”, sostiene, a pesar de que hoy agradece todo el trabajo que estos profesionales han realizado en el país, cuidando y salvando miles de vidas.
Para ese entonces, el virus no llevaba más de tres meses en Colombia. Aunque los y las médicas, enfermeros, auxiliares de enfermería, entre otros, siempre han dado todo de sí para atender a los pacientes y salvarles la vida, en ese entonces el conocimiento era mínimo y no había claridad absoluta sobre la manera más adecuada de tratar a los pacientes.
Este 21 de junio, cuando su padre hace parte de la lista de 100.000 vidas apagadas por la covid-19, Moreno y su familia están viviendo una nueva etapa del duelo.
“Desafortunadamente no tuvimos la oportunidad de tener un entierro como se acostumbra tenerlo. Estamos viviendo esa etapa de aceptación e incluso, otra vez estamos atravesando por el covid en mi familia”, relata y agrega que actualmente tiene el virus y está aislada en su casa, recuperándose.
Para Diana, en donde quiera que esté Reinaldo, está cuidando de ella y de toda su familia. Aunque su situación actual no se asemeja a la manera en que su papá padeció la enfermedad, de alguna forma está viviendo el diagnóstico, cuando ya existen las vacunas y hay más luces sobre cómo salvar a aquellos pacientes graves.
“Para muchas familias la vida ya no va a ser igual, pero la vida sigue en honor a ellos”, sostiene Diana, quien espera que pronto la pandemia culmine. Debido a eso, pide que las personas no salgan de sus casas, a menos de que sea estrictamente necesario, ante la gravedad del tercer pico de la pandemia.