Este sábado, la Plaza Che de la Universidad Nacional se vistió de rojo y verde.  Banderas, chalecos, gorras y bastones con cintas de colores le dieron otro cáliz al emblemático lugar, eje de muchas de las causas sociales en Colombia. Esta vez no se reunían allí los estudiantes, sino la guardia indígena del Cauca. Más de mil de ellos viven en el campus desde el 4 de diciembre, cuando decidieron trasladarse a la capital del país para hacer sentir el dolor y los clamores de su pueblo. Hombres mayores, jóvenes, mujeres y ancianos formaron un círculo para dar inicio a un ritual que abrirá un caso sin antecedentes en Colombia. La Justicia Especial para la Paz (JEP) recibió la solicitud del Consejo Regional Indígena del Norte del Cauca para acreditarse como víctimas del conficto armado en Colombia. Podría ser el expediente con mayor número de víctimas en el proceso en la historia del país: 190.000 indígenas correspondientes a 115 cabildos del sector. Se trata de un caso histórico para la guerra, que podría convertirse en uno de los referentes más simbólicos para la paz. El Norte del Cauca fue una de las regiones de Colombia en las que el conflicto armado fue más cruel y prolongado. El Registro Único de Víctimas reporta más de 200.000 perjudicados por la violencia y el desplazamiento en la región. Le recomendamos: Los nuevos enemigos de los nasas. Los Nasa han sido uno de los pueblos que ha sufrido las peores consecuencias de la guerra. Compuesto por cientos de resguardos, estos indígenas que han recorrido Bogotá en las últimas semanas, han resistido tomas, masacres, asesinatos selectivos y violaciones fruto de brutales confrontaciones entre el Bloque Occidental de a FARC, la Tercera División del Ejército y el Bloque Calima de las Autodefensas. Como recordó hace poco en un reportaje para SEMANA el periodista José Navia, “los nasas han sabido sobrevivir a esos sucesivos conflictos gracias a una compleja lista de estrategias –algunas inverosímiles– de resistencia y a una hilera de mártires cuya memoria honran en himnos y murales”.

Esa memoria es la que la Guardia Indígena quiere honrar en la JEP. El tribunal, creado en la firma del proceso de paz con las Farc, para resolver los crimenes del conflicto armado en Colombia tendrá un papel esencial con las comunidades étnicas. En el ritual del sábado, participaron varios magistrados, miembros de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca y funcionarios de la Procuraduría General de la Nación. Algunos estudiantes abandonaron los preparativos que hacían para el concierto de este domingo para unirse al círculo y participar del ritual. Para investigar estos crímenes, la JEP abrió el Caso 005 y durante los últimos 6 meses ha adelantado un proceso con las comunidades para lograr su acreditación como víctimas. Como fruto de esta labor, hace 2 semanas el magistrado Raúl Eduardo Sánchez acreditó a 47 Consejos Comunitarios del Norte del Cauca. Producto de este trabajo, se realizó este acto solemne en la Universidad Nacional.   El ritual de armonización tenía como fin entregarle a la JEP la solicitud de acreditación como víctimas de los pueblos que integran este Consejo Regional, y que están ubicados en los municipios de Buenos Aires, Caldono, Caloto, Corinto, Jambaló, Miranda, Morales, Padilla, Puerto Tejada, Santander de Quilichao, Suárez y Toribio, en Cauca. Los Nasa, hijos del agua Dos ‘Mayores’ autorizados para la ceremonia, tomaron unas ramas de lo que parecía ser pino y en silencio lo rociaron a todos los presentes. Las banderas del CRIC, que hasta entonces permanecían en el piso, también fueron roseadas y más tarde dobladas. Tal como lo había predicho Joe Sauca, el indígena que inició la presentación del evento, el agua no tardó en aparecer y mientras Belkis Izquierdo, Magistrada de JEP, daba el saludo de bienvenida al pueblo indígena, un fuerte aguacero se precipitó durante la ceremonia. Varios jóvenes tomaron las banderas y las usaron de paraguas mientras llegaban a un lugar seco. Aunque fuerte, la lluvia no tardó y tanto la Guardia como el personal de JEP regresaron a la Plaza “Che” para cerrar el ritual. Katherine Mencue fue la mujer que junto a otro ‘Mayor’ dirigió la armonización. La líder es parte del pueblo Nasa de Tierra Adentro, en el Cauca, y dijo que “cuando llueve, como hoy pasó, estamos limpiando y recargando esas energías para todo el pueblo”. Asegura que siempre llaman las lluvias, porque “como Nasas somos hijos del agua”. Le puede interesar: La barbarie se ensaña contra los nasas. Lo mismo dijo Arcadio Aguilar Aguilar, integrante de la Guardia, quien vio en todo esto que "la madre naturaleza” los acompañó y con la lluvia “le dijo a la JEP que debe seguir adelante con el esclareciendo de la verdad”. Para él fue muy significativo que el acto de entrega de la solicitud de esta acreditación se llevara a cabo precisamente en la Plaza “Che”, pues hace parte de la Universidad que los acogió desde hace nueve días cuando llegaron a Bogotá. Tal como lo dijo Katherine Mencue, después del fuerte aguacero llegó la calma y los asistentes al ritual volvieron a salir de sus escampaderos para limpiar las banderas y “cerrar el espiral”, así lo explicó José Miller Hormiga, otro magistrado de la JEP que hace parte de un pueblo indígena del Cauca. “El espiral representa el ciclo de la vida”, aseguró. “Hoy hicimos un ritual donde siempre estamos unidos, desde todos los encuentros, desde el rincón más lejano de Colombia estamos dando fuerza cada día más y seguimos en resistencia. Queremos dar esa lucha que nos ofreció la lluvia, el agua, el viento, las nubes, la madre tierra. Estamos convocando a unirnos con mucho mas fervor y que nos permee la vida”, dijo al cierre del ritual el ´Mayor´ que lo dirigió. El sonar del aplauso interminable hecho con los pies, pues la orden fue no soltarse de las manos, integrantes de la guardia, estudiantes, personal de la JEP y los demás asistentes se unieron en el ritual de armonización. “el reconocimiento de las comunidades es esencial para lograr la paz en los territorios”, dijo finalmente el ‘Mayor’. ¿Qué es el Caso 05 y qué se busca con la acreditación? La Jurisdicción Especial para la Paz no tramita uno a uno los miles de casos que dejó el conflicto armado en Colombia. En este momento, la Sala de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad de la JEP ha abierto siete macro casos. La violencia en el Cauca y el sur del Valle es el 05. Belkis Izquierdo Torres es una de las magistradas de la JEP que está detrás de este enorme trabajo. La mujer pertenece a la etnia Arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta y es la coordinadora de la Comisión Étnica y Racial de la Jurisdicción Especial para la Paz. Lo que se busca es analizar la situación de violaciones masivas a los derechos humanos e infracciones graves al derecho internacional humanitario presuntamente cometidas por las Farc-EP y la fuerza pública en Buenos Aires, Caldono, Caloto, Corinto, Morales, Santander de Quilichao, Suárez y Toribio, en el norte del Cauca. En el mes de marzo se agregaron los municipios de Jambaló, Padilla, Puerto Tejada y Miranda en el Cauca y Florida, Pradera, Palmira, Candelaria y Jamundí en el Valle del Cauca. El periodo del Caso 05 comprende hechos cometidos entre el 1 de enero de 1993 y con anterioridad al 1 de diciembre de 2016, como desplazamiento forzado, conductas que afectan la libertad, violencia sexual, muertes productos del conflicto, confinamiento y siembra de minas antipersonales, reclutamiento ilícito, desaparición, ataques a la población, amenazas y todos los atentados contra el medio ambiente. Es justamente en el marco de ese macro caso en el que los pueblos indígenas hacen la solicitud de acreditación como víctimas. Según la Magistrada Izquierdo Torres, gracias a esa acreditación, los indígenas  podrán tener una representación para participar en las versiones voluntarias, podrán aportar observaciones, así como participar en calidad de autoridad étnica mientras  se busca el esclarecimiento de la verdad. *Periodista de SEMANA.