Con un gran desfile militar en horas de la mañana, y la instalación de la nueva legislatura, Colombia celebra este miércoles 212 años de su independencia, o mejor, del inicio de su proceso de independencia, que finalmente culminaría 9 años después con la lucha definitiva: la Batalla del Puente de Boyacá.
Pese a esto, el 20 de julio se convirtió en una fecha insigne en la que se conmemora el Día de la Independencia de nuestro país, debido a la ocurrencia de una serie de hechos que pusieron de manifiesto la voluntad de los colombianos de ese momento de separarse de la corona española, desconociendo la autoridad del Virreinato de la Nueva Granada, un momento impulsado por ciudadanos criollos que buscaban mayor autonomía y participación en el gobierno, lo que posteriormente terminaría en la conformación de la hoy República, donde la construcción de país sigue forjándose.
Aunque pareciese un hecho anecdótico, la fecha tiene como símbolo un florero, uno de propiedad de un comerciante de origen español conocido como José González Llorente, el cual terminó roto en su tienda, en el costado nororiental de la entonces Plaza de Santa Fe, hoy Plaza de Bolívar, tras la negativa de ser prestado a los hermanos Morales para organizar una recepción al español Antonio Villavicencio.
La negativa, conocida con antelación de los Morales, sirvió como excusa para que un grupo de criollos, diera espacio al estallido social que tuvo como primera chispa, la denuncia de una ‘afrenta’ por parte del español.
Ese día en que Carbonell fue el único que habló de independencia, y José Acevedo y Gómez, llamó a no “dejar pasar estos momentos de efervescencia y de calor…”, se fraguó el primer paso para la consolidación de la independencia de la Nueva Granada, el primer paso al fin de la colonización española, quedando grabada como la fecha del acta de independencia y así, celebrada como la fecha del fin de la época colonial de Colombia.
Actualmente, el 20 de julio, es considerada la fecha patriótica más importante del calendario nacional.
Según los historiadores, si bien el 20 de julio es la fecha significativa que quedó anotada en los documentos, es importante tener claro que esta independencia comenzó a fraguarse con antelación, encontrado sus bases en el Revolución Francesa con la declaración de los derechos del Hombre, y las primeras piedras sembradas por la revolución de los comuneros con su líder José Antonio Galán.
En el caso de la Revolución de los Comuneros, esta se refirió a un significativo estallido social que se presentó en el cierre del siglo XVI, inspirada por el descontento por el alza de los impuestos implementados por la corona española, dineros que se justificaban en la necesidad de financiación para intervenir en la guerra de independencia de Estados Unidos.
Aunque la Revolución de los Comuneros no buscaba la independencia, sino el fin de los abusos, si sembró la semilla de la revolución que dio lugar a ella, poniendo de manifiesto las diferencias impuestas por la misma corona, y que tenía como principales ‘afectados’ y abanderados a los españoles nacidos en América, los criollos, quienes buscaban equidad de derechos con los nacidos en España, pues, pese a ser ‘españoles’, no les era permitido acceder a altos cargos de gobierno.
El inconformismo de la época, según recogen algunos textos históricos, también había derivado en el sentimiento de ‘desafecto’ a la corona española, lo que permitió a varios españoles, deponer las armas, incluso contra su ‘madre patria’.
Para el momento de la declaración de independencia, la corona española también se encontraba debilitada, pues se encontraba atravesando las llamadas guerras napoleónicas, momento en que el emperador francés había logrado deponer el rey Fernando VII, erigiendo en el trono a su hermano José Bonaparte, un particular personaje que, según los textos históricos, presentaba problemas de consumo de alcohol, lo que le había merecido el apelativo de ‘Pepe Botellas’.
En España, la imposición de José I, no fue bien vista por las bases populares, e incluso, a través de la Junta Central, que se acuarteló en Sevilla, se manifestó que rechazaban el mando del líder impuesto, llamando a mantener la lealtad al rey Fernando VII, quien se encontraba preso.
La situación española no solo permitió el surgimiento de los movimientos de independencia en América Latina, sino que también lo inspiró, en busca de nuevos modelos de organización, al sentir la evidente situación acéfala.