En la novelesca trama del asesinato del presidente de Haití hay muchos cabos sueltos. Pero hay uno que tiene nombre y apellido: Dimitri Hérard. El jefe de seguridad del presidente Jovenel Moïse es hoy uno de los sospechosos de participar en su macabro crimen.
Nadie se explica cómo un grupo de mercenarios pudo entrar a la residencia presidencial, asesinar al primer mandatario con 12 tiros, saquear el lugar y dejar herida a su esposa, sin que ninguno de los miembros de su cuerpo de seguridad haya sufrido un rasguño. Hérard será interrogado el 13 y el 14 de julio por la policía de Haití, y en esa maraña de hechos que lo implican en la muerte de Moïse hay un elemento clave: su conexión con Colombia y Ecuador.
Las autoridades de Haití tienen los ojos puestos en Hérard, uno de los primeros nacionales de ese país citado a interrogatorio ante el tribunal de primera instancia de Puerto Príncipe. Entre los datos que tendrá que explicar el hasta hace poco jefe de seguridad del Palacio Nacional están sus constantes viajes a Ecuador, siempre con escala en Bogotá. El último se realizó en una fecha muy coincidencial, el pasado 22 de mayo.
Hérard se desplazó, según consta en los registros, en el vuelo de Avianca 0209 con destino a la capital del país. Después, viajó a Quito un par de días y regresó de nuevo el 29 de mayo para tomar el vuelo de Avianca 0208 a República Dominicana. Esto ocurrió a apenas cinco días del vuelo que tomaron el 4 de junio la mayoría de colombianos que se desplazaron a Puerto Príncipe, vía Punta Cana.
Por ahora se sabe que fue justo en ese tiempo en que estaba Hérard en el continente que se concretaron los detalles finales con los militares retirados. Los contactos se hicieron por WhatsApp; se cree que la operación la coordinaba el coronel (r) Carlos Giovanny Guerrero y que les ofrecieron 2.700 dólares mensuales por cinco meses. ¿Qué hacía el jefe de seguridad de paso en Bogotá? ¿Qué hizo en los viajes que realizó este año? ¿Por qué siempre su destino final era Quito? Las autoridades les han seguido el rastro a esos trayectos: uno en enero 19 en el vuelo 0251 de Avianca a Bogotá. En ese viaje estuvo en Quito dos días y regresó el primero de febrero en el Avianca 0208.
Hérard, además, es un personaje que despierta suspicacias y polémicas. Un estudio del Center for Economic and Policy Research asegura que el presidente Moïse no confiaba en su jefe de seguridad, pues estaba al tanto de que Estados Unidos le tenía los ojos puestos.
De acuerdo con este centro de pensamiento, funcionarios norteamericanos habían viajado a Puerto Príncipe para recoger información que involucraría a Hérard con un lucrativo negocio de tráfico de armas. El documento también señala que Hérard tenía una pésima relación con el director de la Policía, León Charles.
El fiscal Bedford Claude, quien hoy investiga a Hérard, ha dejado claro que le provoca mucha suspicacia su papel. “No vi a ninguna víctima policial excepto al presidente y su esposa. Si eres responsable de la seguridad del presidente, ¿dónde estabas? ¿Qué hiciste para evitarle este destino al presidente?”, dijo a medios de comunicación. La crueldad que vivió Moïse antes de ser asesinado refleja que nadie estuvo allí para impedir su destino. Fue torturado y le fracturaron una pierna y un brazo.
“Lo encontramos acostado boca arriba, (con) pantalón azul, camisa blanca manchada de sangre, boca abierta, ojo izquierdo perforado. Vimos un agujero de bala en la frente, uno en cada pezón, tres en la cadera, uno en el abdomen (…)”, relató el juez del caso.
Claude no fue el único que volteó a mirar hacia el jefe de seguridad para esclarecer este crimen. El exsenador Steven Benoit, entrevistado por la radio, fue enfático: “El presidente de la República, Jovenel Moïse, fue asesinado por sus agentes de seguridad”. El exparlamentario desestimó la tesis de que los colombianos estuvieran detrás del magnicidio. La información de Estados Unidos y el papel que el jefe de seguridad haya cumplido en su paso por Colombia se convertirán en piezas claves de la investigación. Y más allá del papel de los colombianos en este dantesco episodio que estremece al mundo.