Un fuerte chillido se escuchó en horas de la noche en una zona residencial de Melgar, Tolima. La señal de intenso dolor venía de una perrita que estaba siendo abusada sexualmente por un hombre de 66 años. El animal estaba completamente sometido, sujetado con fuerza. Ni siquiera podía reaccionar con un mordisco. Su llanto era constante.
Una de las vecinas del sector se asomó a la ventana, vio y grabó con su celular cómo el hombre semidesnudo se saciaba con el animal de color negro y de aproximadamente cuatro años. “Suelte la perrita, viejo degenerado. Ya viene la policía”, le grita la mujer al hombre, identificado como Luis Alberto Valencia.
La voz de auxilio de la testigo de este aberrante caso llegó hasta la fundación Opción de Vida Peluditos, que solicitó apoyo de Victoria Acosta, de la Fundación Girardot Animalista; de Harold Pico, de la Fundación Dejando Huella; de la Alcaldía de Melgar, de la Policía y de un grupo de animalistas que acudieron al rescate de la canina. “Llegamos a la vereda. La perrita estaba en un cambuche, en un terreno de invasión, sola y sin el malnacido que la violó”, indicó Victoria.
La perrita pasó de una vida de abuso a tener cariño, un servicio médico veterinario, un refugio donde puede estar tranquila y hasta una identidad. Fue llamada Lola.
“Dejar la perrita no era una opción. Nos la trajimos a Girardot, fue valorada por la veterinaria y encontraron anomalías en el recto y la vulva. Había dentro de ella una mucosidad”, relató Pico.
El violador fue capturado a la mañana siguiente y dejado en libertad horas después.“Bajo la legislación actual, quien viole a un animal, cualquiera que sea su especie, no comete un delito, sino un maltrato sancionable con multa. El delito contra un animal es excarcelable. De manera que para que un violador de animales vaya a la cárcel tiene que haber cometido alguna conducta grave, tipificada en el Código Penal. En Colombia no hay justicia para los animales”, explicó la senadora Andrea Padilla.
Lola fue diagnosticada con anemia y, además de los daños de salud, los emocionales parecen irreparables. “Les tiene miedo a los hombres. Cuando ve a un desconocido, le ladra, se pone agresiva y se esconde. Tampoco se deja tocar la colita”, contó Pico.
Lo más triste del caso, según relató este defensor de animales, es que cuando publicaron a Lola en redes sociales para su adopción, algunas personas escribieron con morbo pidiendo fotos de las partes íntimas de la peludita.
“Estas personas que les gusta y recurren a estos abusos sexuales lo hacen porque un animal no habla ni se opone. Se sienten libres porque no hay tipificado un delito. Los trastornos de parafilias y la bestialidad tienen un manejo de tipo interdisciplinario, sistemático y de la conciencia. No es tan fácil de encontrar y no hay punto medio. Necesita psiquiatría y psicología”, indicó Érika Bertel, psicóloga con maestría en estudios culturales.
“La zoofilia es una práctica de abuso hacia los animales, muchos resultan heridos e incluso muertos dependiendo del tamaño. Además, claramente no es algo donde ese ser (el animal) ha dado su consentimiento. Eso, sin mencionar los riesgos de salud que están asociados por el contacto inter especie, como infecciones, alergia y transmisión de virus o enfermedades. El hecho de que culturalmente sea aceptado en algunas regiones (en la Costa, por ejemplo y en algunos sectores rurales), no quiere decir que esté bien. Las personas que sienten atracción sexual por animales se conocen como zoófilos o zoosexuales”, declaró Mónica Albarracín, coach de vida con master en psicología holística.
Por doloroso que parezca, ese no ha sido el peor de los abusos que han tratado en la Fundación en mención. En una oportunidad, Pico atendió una perrita de apenas dos años que fue abusada y empalada en el municipio de Flandes, Tolima. A Luna la dejaron abandonada en una zona veredal y, tras el maltrato, pudo llegar por sus propios medios a una estación de gasolina.
El animal lloraba cuando hacía sus necesidades y en la evaluación veterinaria lograron extraerle palos, piedras y barro de su ano. La herida era de gran tamaño.
“Zoofilia es la palabra más utilizada desde la psicología, pero para mí estamos hablando de especismo, que tiene que ver con la dominación de los humanos sobre otros animales. El que hace esto se siente poderoso al momento de satisfacer sus gustos”, explicó el psicólogo Carlos Alberto Crespo, representante de resistencia Natural (REN) por la cultura de liberación animal y psicólogo.
Según el Grupo Especial para la Lucha contra el Maltrato Animal (Gelma), se han registrado 61 casos de maltrato con el agravante de acto sexual desde que entró en vigencia La ley 1774 de 2016. Aproximadamente, dicen en el Gelma, en Cundinamarca van ocho casos de abuso sexual a perritos.
“El que, por cualquier medio o procedimiento maltrate a un animal doméstico, amansado, silvestre vertebrado o exótico vertebrado, causándole la muerte o lesiones que menoscaben gravemente su salud o integridad física, incurrirá en pena de prisión de doce (12) a treinta y seis (36) meses, e inhabilidad especial de uno (1) a tres (3) años para el ejercicio de profesión, oficio, comercio o tenencia que tenga relación con los animales y multa de cinco (5) a sesenta (60) salarios mínimos mensuales legales vigentes”, indica dicha Ley.
En Santander, Tolima y Medellín, seis. En Boyacá y Valle del Cauca, cinco. En Magdalena Medio, Casanare, Huila y Cali, tres. En Norte de Santander, dos. Y en Antioquia, Cauca, César, Putumayo y San Andrés se presentó un caso en cada departamento.
La senadora Padilla indica que entre enero de 2019 y agosto de 2023 han cursado 45 procesos por delitos de maltrato animal agravados por abuso sexual. “Sin embargo, la cifra de actos sexuales abusivos con animales debe ser elevadísima. Hay regiones del país donde violar a animales de distintas especies es considerado normal, incluso, una práctica cultural”.
Andrea tiene razón. En los medios de comunicación se han registrado casos como el de Toby en Kennedy, el de Zeus en Bosa, la violación a una perrita en la Séptima Brigada del Ejército en el Meta o del pastor alemán reportado en San Rafael, Antioquia. En silencio quedó el caso de un perro pitbull que vivía en el barrio Oasis, en Soacha, amarrado por varios hombres y abusado sexualmente hasta matarlo.
En Ciudad Bolívar parece ser el pan de cada día. “En esa localidad hay mucho maltrato de este tipo. La crisis de los animalitos es inmensa. Tratamos de hacer lo que más podemos, pero no hay castigos fuertes para estos abusadores”, dijo María Elcy Bedoya, del hogar de paso Salvando Huellas.
Por eso, para evitar la impunidad, Andrés Preciado, activista que viraliza constantemente casos en sus redes sociales, que busca a las autoridades y se acerca a los lugares para rescatar los perritos y tratar de hacer justicia, incluso recibiendo constantes amenazas por la defensa de los animales, invita a denunciar a través de su labor.
“Una persona que hace esto con un perro lo puede hacer también con un niño. Cualquier caso es aberrante, no sabemos a ciencia cierta cada abusador cuántos perritos ha maltratado. Desde Soacha recibimos un caso en el que empalaron un perrito y le metieron cosas en sus partes íntimas”, dijo.
Lina Sierra, de la fundación Hocicos Mojados, confesó que recibió el llamado por un border collie desde Chiquinquirá. Allí, un hombre de 28 años con problemas cognitivos y de drogadicción abusaba de él. Un etólogo fue de gran ayuda para el animalito. También dio a conocer el caso de una perrita french poodle de siete años, de tamaño pequeño y cuya violación fue tan atroz que su abusador la descaderó.
“Tuvo dos operaciones, pero su estado de ánimo y el trastorno fueron tan fuertes que murió a los dos meses”, indicó Sierra.
No hay lugar seguro cuando de abusadores de perros se trata. Increíblemente, muchos de los casos se registran de parte de los mismos propietarios de las mascotas, aseguran en el Gelma.
“Tratamos un suceso de un hombre que fue observado por sus vecinos abusando de su peludita en una terraza. Desde el Gelma investigamos y trabajamos con un programa llamado Futuro Colombia en el tema de la prevención”, aseguró Juan Miguel Torres, fiscal coordinador del Gelma.
Desgarramientos, el recto dilatado, las orejas rasgadas o fracturadas por el sometimiento o dolor al hacer sus necesidades son algunos de los daños a los perritos, como también estados de ansiedad y de estrés. Es muy importante una valoración veterinaria.
“Por dentro, puede haber ruptura de tejidos, huesos o displasia de cadera. Todo puede desencadenar problemas como depresión por el nivel de maltrato, que es tan grande”, dijo María Paula Caipa, etóloga y veterinaria del Gelma.
“Se vuelven desconfiados por ser tan agredidos. Se ponen agresivos, por ejemplo, cuando le tomas la temperatura rectal. Por lo general son animales sumisos”, dijo Constanza, veterinaria de la Clinica MatsuVET.
Por su parte, los violadores pueden sufrir graves infecciones como brucelosis, leptospirosis o fiebre Q (enfermedad infecciosa causada por la bacteria Coxiella burnetii).
La OMS habló de la hidatidosis, una enfermedad parasitaria que se transmite por las heces de perros y que genera quistes. En Brasil se encontró una correlación entre estas prácticas y el desarrollo de cáncer de pene. Por ahora, este problema no tiene solución a la vista en Colombia y los animales siguen sufriendo.