En 20 años la tasa de abortos inducidos en Colombia pasó de 36 a 39 por cada mil mujeres. De los 400.415 que se realizaron durante el 2008, sólo 322 se hicieron de manera legal, es decir que estaban dentro de las tres excepciones permitidas: cuando es producto de una violación, cuando existe malformación en el feto o cuando la salud o la vida de la madre está en peligro. Es uno de los hallazgos del informe ‘Embarazo no deseado y aborto inducido en Colombia', que realizaron el Instituto Guttmacher –con sede en Nueva York– y la fundación Oriéntame. Para Cristina Villareal, directora Ejecutiva de la Fundación Oriéntame en Colombia y coautora del informe, que el 0,08 por ciento de los abortos sean legales no significa que sean pocos los casos de mujeres que tienen derecho a abortar. El número es mínimo comparado con países con legislaciones similares como Inglaterra y España, en donde hay 190.000 y 150.000 procedimientos de este tipo legales al año, respectivamente. Una de las razones de este indicador tan bajo, que se revela en el informe, son las barreras que el sistema de salud pone a mujeres cuyo embarazo se ajusta a cualquiera de las tres excepciones y que las motiva a abortar en sitios clandestinos. En resumen, el país aún no ha adoptado en su totalidad la sentencia de la Corte Constitucional (C-355 del 2006) que legalizó el aborto en tres casos especiales. “El 11 por ciento de las instituciones de salud que prestan el servicio de ginecología realizan este tipo de abortos. Estudios más pequeños demuestran que hay demora (de los servicios) entre EPS e IPS, barreras administrativas y abuso de la objeción de conciencia del médico y de la institución. Entonces, cuando una mujer pide la interrupción del embarazo, se lo niegan”. El aborto clandestino es una práctica que se mantiene. Y aunque la seguridad en estos lugares ha mejorado y se muestra en la disminución de la mortalidad materna, según el informe, una tercera parte de las mujeres que acuden a estos espacios ilegales tiene complicaciones pos-aborto y problemas para ser atendidas por el sistema de salud. “No todas las 132.000 mujeres con complicaciones reciben la atención médica –agrega la coautora del estudio–. De las 1.100 instituciones con prestación de servicios de ginecología, sólo cuatro de cada diez (40 por ciento) atienden las complicaciones de un aborto. Todas deberían prestar el servicio, pero no lo hacen”.Aunque las razones no fueron analizadas en el estudio, la experta afirma que están relacionadas con el estigma al que se enfrentan estas mujeres. Acudir al médico en estas condiciones es aceptar que se cometió un delito (si no está entre las tres excepciones). “Algunas no consultan sus complicaciones por el miedo a ser denunciadas, a pesar de que existe el secreto profesional”, dice Villareal. Un millón de embarazos no planeados al año Y aunque la tasa del aborto inducido se mantuvo estable en 20 años, la cifra contrasta con el aumento de embarazos y de niños que nacen sin ser deseados: en ambos casos el crecimiento es “preocupante”. Este es el segundo estudio de estas características que el instituto realiza en Colombia. El anterior se elaboró en 1989 y para entonces, el porcentaje de embarazos no deseados estaba en el 23 por ciento, mientras que los planeados, en el 40 por ciento. Contrario a las expectativas, la realidad cambió en dos décadas: el número de nacimientos planeados en el 2008 bajó al 20 por ciento mientras que el de los no deseados aumentó al 67 por ciento, es decir, siete de cada diez embarazos. La estadística preocupa en un país donde la mayor parte de la población conoce los métodos anticonceptivos y donde más del 70 por ciento de las mujeres los usa, según el reciente estudio Nacional de Demografía y Salud. La explicación, para la experta ya no es la falta de acceso a los métodos anticonceptivos, sino en la continuidad del uso. “Pareciera que hay mucha interrupción en los métodos. Y sabemos, por el trabajo que hacemos, que tiene que ver con los mitos que tienen las mujeres y también los prestadores de servicios”. Si bien los embarazos no planeados son el origen del aborto, su aumento en 20 años no impactó en el aborto, sino en el número de niños que nacen sin ser deseados, una realidad que –para la experta– con el tiempo se convierte en un problema social, por ser niños que crecen sin amor y sin un bienestar garantizado.“De estos siete embarazos no deseados, tres terminan en nacimientos no planeados, otros tres en abortos inducidos y uno en aborto espontáneo. Es casi un millón de embarazos no se planean al año (911.000)”, agregó la experta. Las recomendaciones La solución para disminuir el número de abortos está en el control de embarazos no deseados y para Villareal esto sólo se consigue con educación sexual “sin censura” y con la garantía de que las mujeres no interrumpan su método para planificar si no desean tener un hijo. También es importante mejorar el acceso a los anticonceptivos de emergencia, como la pastilla del día después, no sólo para las mujeres víctimas de violación y para la población adolescente en riesgo, sino para quienes hayan tenido una relación sexual sin protección. “Hay que trabajar en la atención pos-aborto, mejorar la cobertura, la calidad y capacitar al profesional médico en técnicas modernas como la aspiración manual endouterina. El estudio demostró que solo el 7 por ciento de las instituciones usa esta técnica y el resto usa el legrado, que es más caro y más arriesgado”.