En la novela judicial tras la muerte del reconocido político Gabriel Acosta Bendek y la pelea en la que se han enfrascado sus hijos y su viuda por su fortuna, se acaba de escribir un nuevo capítulo. Soraya Corzo, viuda del exfundador de la Universidad y del Hospital Metropolitano de Barranquilla, decidió denunciar a sus hijastros por calumnia y por querer afectar su buen nombre, honra y dignidad. A través de su abogado, Jaime Granados, la viuda de Acosta Bendek dice en la denuncia que fue interpuesta ante el fiscal general de la Nación, que Ivonne Acosta Acero y Alberto Acosta Pérez, hijos del reconocido político, habrían filtrado a los medios de comunicación la denuncia que interpusieron a finales del año pasado para que se investigue si el anciano había sido asesinado. Al hacer esto, terminaron haciendo graves acusaciones contra su madrastra, a pesar de que la denuncia era contra persona indeterminada, al parecer, con “el mezquino propósito de presionar procesos judiciales en los que se van a definir la herencia de Acosta Bendek”, quien además de controlar esas dos importantes instituciones, tenía más de 30 bienes, entre ellos varias haciendas ganaderas. En su demanda, el abogado Granados hizo un detallado recuento de las publicaciones en las que los más importantes medios de comunicación locales y nacionales registraron afirmaciones formuladas por los hermanos Acosta en las que sindican a Soraya Corzo de maltrato contra su padre. Según Granados, los hijos de Acosta Bendek mienten cuando afirman que ella les dio dos versiones de la muerte de su padre. Desmiente también que las aspiraciones de su defendida fueran desproporcionadas, pues el mismo Gabriel Acosta le había otorgado un papel administrativo en el manejo del centro de salud y a su hijo Alberto le tenía prohibido acercarse a la Fundación Acosta Bendek, que controla la Universidad Metropolitana y el Hospital Metropolitano. Peor aún, agrega el abogado Granados, los hijos de Acosta se habían desentendido de su cuidado. En su recuento de afirmaciones infundadas en contra de su protegida, Granados dice que los hijos de Acosta intentan demostrar que el deterioro progresivo de su salud se debió, posiblemente, a un envenenamiento con arsénico y mercurio. Son afirmaciones que el abogado de la viuda no duda en calificar de canallas, pues lo que "intentan con ello es fundar un proceso de homicidio en una supuesta infidelidad". Tras morir aparentemente de un infarto en agosto pasado, los dos hijos de Acosta decidieron, frente a las numerosas dudas, poner en conocimiento de las autoridades los interrogantes que tenían en torno a la muerte de su padre, a las heridas y laceraciones con las que llegó a urgencias, a las versiones de médicos y parientes sobre el estado de salud del anciano y a las jugadas de su viuda para tomar el control de algunos bienes, lo que les hace pensar que su muerte no se debió a un infarto. Frente a estas denuncias, la semana pasada la Fiscalía decidió exhumar los restos de Acosta Bendek. Toda esa información entregada al ente acusador, según Granados, fue filtrada por los hijos a los medios para dejar a su defendida como culpable del presunto delito de homicidio, imputación que el abogado califica de falsa. Por eso, Corzo decidió acusar a sus hijastros del delito de calumnia, pues los hermanos Acosta ‘están agrediendo de manera clara la dignidad, la honra, el buen nombre y la integridad moral de mi protegida al formular falsas imputaciones en su contra’. Concluye el abogado que los hermanos Acosta habrían incurrido en el supuesto delito de calumnia porque se dan cuatro supuestos: atribuyeron una conducta delictuosa a una persona determinada; la conducta es atribuida a Soraya Corzo; el autor de la calumnia tiene conocimiento de la falsedad, y que los autores de la calumnia tengan la voluntad y conciencia de afectar la reputación de una persona, en este caso Soraya Corzo, la viuda. Ha trascendido a los medios que la relación entre los hijos de Acosta y la viuda no fue buena o siempre hubo discrepancias, pero en vida del doctor Acosta las manejaron con discreción. Sin embargo, una vez muerto el médico, la disputa por el control de la Fundación Acosta Bendek, corporación que controla la Universidad, el Hospital, un colegio y la Emisora de la Costa, se agudizó, pues desaparecido Acosta sólo quedaba su hija Ivonne como vicepresidente y había que llenar los cargos vacantes.