El Gobierno y las FARC rescataron el acuerdo de paz del limbo jurídico en el que había caído. Al menos esa fue la imagen que quedó en la retina de los colombianos, después de que en horario estelar no sólo aparecieran los miembros del equipo negociador firmando el nuevo acuerdo, sino también el presidente Juan Manuel Santos, ratificando la noticia.Por segunda vez, el salón de protocolo del Laguito, en La Habana, era testigo de un nuevo pacto para ponerle fin a 52 años de violencia en Colombia. Un mes después hay señales claras de que el consenso es posible y, como pocos creían, estaba a la vuelta de la esquina.Pero esa no fue la misma lectura que hicieron algunos de los voceros del No. Quizá, lo que más molestó y el expresidente Álvaro Uribe había vaticinado horas antes de que se diera la noticia, fue el carácter "definitivo" que tuvo el anuncio."Que los textos que anuncian de La Habana no tengan alcance definitivo, que sean puestos en conocimiento de los voceros del No y de las víctimas, quienes los estudiarán en breve tiempo y expondrán cualquier observación o solicitud de modificación", había dicho el jefe del Centro Democrático tras reunirse con Santos.En esa misma orilla se pararon los senadores Ernesto Macías y Alfredo Rangel, y voceros de los cristianos. A su juicio, antes de cualquier anuncio formal, los negociadores debieron poner al tanto a los sectores del No sobre qué ajustes y precisiones se le habían hecho al acuerdo de paz, para descartar que no tuvieran más reparos."Se esperaba que el Gobierno consultara con voceros del No lo que acordó con las FARC. Pero sólo notificó. Se fue por el atajo. ¿Conejo?", señaló el senador por el Centro Democrático Ernesto Macías.Acto seguido, el ex vicepresidente Francisco Santos, se preguntó: "¿Gobierno solo explicará a voceros del NO y a víctimas lo que se acordó? Es decir, ¿desecha posibilidad de un acuerdo nacional por la paz?". Cómo ya lo habían manifestado varios miembros del partido "esperemos texto de ajustes al acuerdo para opinar. Ha debido hacerse antes con voceros del No y victimas por respeto a la democracia".Eso mismo fue lo que le recordó el exprocurador Alejandro Ordóñez al presidente Santos: "La última palabra la tienen los colombianos. Un nuevo acuerdo sólo es posible si los colombianos con su voto lo aprueban".Pero una de las reacciones que más sorprendió fue la de un sector de la comunidad cristiana, representada por los pastores Héctor Pardo, Eduardo Cañas, Jhon Milton Rodríguez y Claudia Castellanos, que aseguraron que la forma en que se dio el anuncio "crea un clima de desconfianza" por lo que advirtieron que van a analizar el contenido del nuevo pacto y harán una declaración conjunta.Lo cierto es que en el nuevo documento se incluyeron ajustes y cambios en 56 de los 57 temas propuestos por los del No. Algunos de ellos, inspirados en los cuestionamientos que desde el Centro Democrático se le habían hecho al acuerdo, sin embargo, mientras muchos celebran con elogios la noticia, desde el uribismo el tema fue visto con cautela.El expresidente volvió a insistir en que se abra el espacio para nuevas observaciones y cuestionamientos. Un pronunciamiento que en términos políticos puede tener múltiples interpretaciones. Una de las que más ha sonado tiene que ver con que al Centro Democrático lo han señalado de tener intenciones de dilatar la discusión con el propósito de prolongarla al 2018.Por algo, han dicho los congresistas del oficialismo, son sus tres precandidatos presidenciales los que participan del diálogo. Incluso, hace unos días Pacho Santos alborotó el avispero al insinuar que en su partido habría quienes “no quieren que avance el proceso de paz”. Sus palabras fueron pretexto para que la Unidad Nacional abriera un escenario poco probable: un nuevo acuerdo de paz, pero sin Uribe.Que el acuerdo sea sacado del bloque de constitucionalidad, que se le ponga plazo máximo a los Jurisdicción Especial de Paz (JEP), que se garantice una articulación entre la JEP y la Corte Suprema de Justicia y que se limite la revisión retroactiva de sentencias, son algunas de las precisiones que han celebrado los voceros del No, pero hay un trago amargo que no parecen dispuestos a pasar.Para el senador Alfredo Rangel, el "nuevo acuerdo habilita a criminales para ocupar curules gratis en Congreso sin pagar penas de cárcel o privativas de libertad. Eso es Conejo". Renglón seguido, el senador uribista cuestionó que no se haya exigido la incorporación "para que criminales tengan penas privativas de libertad en cárceles o colonias".Por su parte, la excandidata presidencial Marta Lucía Ramírez "celebró que se hayan dado avances", pero fue reservada al advertir que "espero conocer los textos detallados, pues sabemos que en la letra menuda el No encontró los argumentos para que seis millones y medio de colombianos dijeran No al acuerdo".Hubo algùn grado de consenso, pero floreció una diferencia. Que el presidente Juan Manuel Santos no haya dejado la puerta abierta para que los voceros del No trasmitieran nuevas observaciones, despierta preocupación. Se habló de que los negociadores del Gobierno estarán en el país socializando el texto, sin embargo, eso no necesariamente significa que se le vayan a hacer más observaciones al documento final.“Los ajustes anunciados dan una claridad y precisión que robustece el acuerdo. Esto permitirá que sea acompañado por la mayor parte de los sectores en Colombia”, puntualizó por su parte la senadora Liberal Viviane, quien aplaudió que se hayan integrado las propuestas que tenían los cristianos. La principal, precisar claramente que enfoque de género se refiere a la igualdad de derechos de hombres y mujeres y a mirar cómo el conflicto golpeó a las mujeres de una manera especial.