Los picos de violencia en el centro y norte del Valle del Cauca no llegaban a niveles tan preocupantes desde aquellos días en que esta región era escenario de disputas a sangre y fuego entre carteles de narcotraficantes. Hoy, la realidad parece retornar a esos tiempos oscuros y deja en el aire la sensación de que la muerte se pasea campante, y atemorizante, por los lugares que se habían constituido como remansos de paz desde hace varios años.
La razón: el Valle del Cauca asiste al crecimiento de una estructura criminal. Se trata de la columna móvil disidente Adán Izquierdo, que en su mayoría está conformada por excombatientes de las Farc que nunca se acogieron al acuerdo de paz. Este grupo hace parte del Comando Organizador de Occidente, la agrupación criminal que tiene como cabezas visibles a Iván Mordisco y Gentil Duarte, ambos escondidos en lo más profundo de las selvas del sur del país.
El Comando Organizador de Occidente tiene ocho columnas móviles y cuatro frentes. Todos disidentes de las Farc. Esas filiales criminales ya tienen el poder mafioso en Caquetá, Putumayo, sur y norte del Cauca, así como parte de Nariño.
La columna Adán Izquierdo apareció en el Valle del Cauca a comienzos de 2020, con acciones puntuales en zona rural de Tuluá, Buga, Sevilla, Bugalagrande y otros municipios del centro del departamento. Fueron ellos los causantes del asesinato de cinco jovencitos en una finca de Buga en enero pasado. El ataque se produjo, según inteligencia militar, por la negativa del pago de extorsión del papá de una de las víctimas.
Las disidencias del Comando Organizador de Occidente son sanguinarias, operan como una gran banda delincuencial sin ningún tipo de manifestación política, asesinan policías y militares, extorsionan a la población civil, así como a grandes empresas, atentan contra todo aquello que represente a la institucionalidad.
La aparición de la columna Adán Izquierdo en el centro del Valle es estratégica. En Cauca, a pocas horas de Cali, el comando organizador tiene el control con las estructuras Jaime Martínez, al mando de alias Jhoany Noscué, alias Mayimbú, y la Dagoberto Ramos, que opera en Corinto, Caloto, Miranda, Toribío y Santander. Con estos alfiles en posición buscan hacerse amos y señores de las montañas que comunican al Valle con el Tolima, ruta que por años sirvió como escampadero criminal de las extintas Farc.
También aspiran a controlar los caminos ilegales que llegan hasta Buenaventura: con un puerto por donde sacar la droga, el negocio es aún más redondo. Pero ahora han centrado su atención en las zonas rurales, donde están conformando un imperio de extorsión contra medianos y microempresarios.
En Tuluá, por ejemplo, el control se extendería a zonas urbanas, donde estarían reclutando a jóvenes, según denuncias hechas por el mismo alcalde Jhon Jairo Gómez. “Hay un nuevo fantasma que tiene preocupados a los alcaldes y es la amenaza de los grupos guerrilleros de Farc y ELN, porque, según los organismos de inteligencia, sus integrantes podrían estar visitando los barrios populares para llevarse a los jóvenes, ingresarlos al mundo delincuencial y armar milicias”, dijo el mandatario local.
Las autoridades saben del poderío criminal de la columna Adán Izquierdo. En los municipios donde se ha detectado su presencia han crecido exponencialmente los asesinatos, especialmente de jóvenes entre 18 y 24 años. La Fiscalía, por su parte, emitió una alerta temprana para que los funcionarios ubicados en los municipios de Buga, Ginebra, Guacarí, San Pedro, Tuluá, Andalucía, Bugalagrande, Sevilla y Caicedonia, todos en el Valle del Cauca, extremen sus medidas de seguridad.
“Estos grupos cometen estas acciones en una aparente muestra de control territorial y poderío militar, por lo que se recomienda extremar todas las medidas de seguridad y autoprotección, evitar actividades de ocio y recreativas en esos corregimientos de la zona montañosa de Tuluá y Sevilla (donde sería la zona más fuerte de este grupo armado)”, indicó la Fiscalía.
La advertencia fue realizada unos días después de que esa columna secuestrara y asesinara de manera despiadada al subteniente del Ejército Cristian Sebastián Calderón. Por estos hechos la gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán, ofreció una recompensa de hasta 300 millones de pesos por alias Óscar y alias Hugo, los cabecillas de la estructura Adán Izquierdo.
El temor de los habitantes de esta zona es el reciclaje de esa violencia que los golpeó con fuerza y que, al parecer, se había quedado en el pasado. El nacimiento de nuevas estructuras disidentes genera un gran riesgo para la estabilidad de la región y conduce, sin duda, a nuevos periodos donde la sangre y el fuego marcaron el derrotero de los pueblos.