Adriana de Jesús Flores tiene 33 años, ingresó a las ex Farc-Ep a sus 18 años y desde esa época se le despertó el deseo por ser mamá; sueño que tuvo que postergar y que solo pudo materializar 14 años después cuando empezó su proceso de reincorporación. Sus días los pasa en comunidad, junto a 80 excombatientes en el antiguo ETCR Caracolí, ubicado en Carmen del Darién, Chocó. Sabía que una vez empezara a escribir su vida desde la legalidad, podría tener un hogar, hijos y compañero de vida.
“Cuando llegué al espacio territorial empecé a estudiar cursos del SENA, allí conocí a mi pareja, planeamos tener nuestra hija y hoy, ella tiene un año”, dice la excombatiente, oriunda de Urrao Antioquia, quien forma parte de la primera promoción de bachilleres académicos en Caracolí (2018). Y si bien, ser madre no es una tarea para la cual exista manual, Adriana se ha capacitado gracias a la articulación de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). Ella habla de su hija con la ternura y la entrega con la que ha asumido su rol. “Cuando me di cuenta que estaba en embarazo, sentí algo muy bonito y las ganas de prepararme para ser mamá. Entonces empecé a practicar, fui a primera infancia, tomé clases de cómo prepararse para atender a un hijo, de cómo amamantar y muchas cosas más”, dice Adriana.
Actualmente se desempeña como la tesorera de la cooperativa de excombatiente Comunagro y el enlace territorial de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), ha realizado diversos cursos y jornadas de capacitación en formación para el trabajo a través del convenio ARN-SENA, entre ellos, el de cocina básica nivel 1, planificación de la guianza turística especializada, economía solidaria y capacitación para la búsqueda de personas desaparecidas en marco del conflicto armado.
Antiguo ETCR Caracolí, ubicado en Carmen del Darién, Chocó. En medio del aislamiento obligatorio, el mayor reto es cuidar a su hija y adoptar las medidas para evitar se contagie. También está enfocada en ahorrar para darle un buen futuro a su pequeña, de la mano de su pareja, también excombatiente.
En el antiguo ETCR Caracolí residen 80 excombatientes y 24 niños de 0 a 5 años (14 niñas y 10 niños). “A nosotros el proceso de paz nos cambió la vida; ahora podemos estar con nuestros hijos, nuestra familia, amigos, estudiar, prepararnos y conseguir un trabajo para sostenernos y darle un futuro a mi hija”, dice Adriana.