Al menos 117 especies de peces, de gran importancia ecológica y económica, y unas 35 de corales pétreos, que forman la segunda barrera coralina más grande del Caribe, hacen parte de la biodiversidad que nuestro país pierde luego de que se conociera el fallo de la Corte Internacional de Justicia que redefinió el límite marítimo entre Colombia y Nicaragua. La advertencia la hicieron los investigadores de la Universidad Nacional, Brigitte Gavio y José Ernesto Mancera, quienes el año pasado junto con la gobernación de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, la Corporación Autónoma Regional Coralina y el apoyo del Incoder adelantaron una expedición científica a los cayos Quitasueño, Serrana y Roncador. "Con base en los resultados de esta expedición, se puede confirmar que la biodiversidad de esta región del Caribe es muy alta y está bien conservada. Estas aguas, y las que Colombia perdió, representan más de 200 especies de microalgas que son de alta importancia ecológica toda vez que son organismos que están en la base de la cadena alimentaria y proveen oxígeno al medio ambiente", indicaron los especialistas. De hecho, durante las conclusiones de la exploración científica se reportó que algunas de esas especies de algas nunca habían sido reportadas por los expertos. Otra de las especies halladas en esta área, según Mancera y Gavio, es el caracol pala que, de acuerdo a los registros, ha sido usado como alimento incluso desde tiempo precolombinos. "Se encontró que las lagunas arrecifales de Roncador, Quitasueño y Serrana son fuente importante de larvas de este recurso pesquero", explicaron. Los investigadores, además, recordaron que "perder un área tan extensa, con múltiples recursos aún por explorar ya es un hecho grave. Más grave aún si existe, como parece, la intención de adelantar exploración de hidrocarburos, lo cual es una inminente amenaza al patrimonio, no solo de Colombia o el Caribe, sino de la humanidad completa". Por su parte, Silvia Mantilla, experta en Estudios Políticos y Relaciones Internacionales e investigadora de la UN en el Caribe, planteó que otro de los interrogantes que se abre es sobre el futuro de la Reserva de Biósfera Seaflower, declarada como tal por la Unesco en el año 2000, a los cerca de 350.000 kilómetros de lo que hasta este lunes eran territorio marítimo colombiano en el occidente caribeño. "Habrá que esperar el pronunciamiento de la ONU para determinar cómo sería la administración de la Reserva de Biósfera: si Colombia seguirá liderando la conservación de este espacio o habría una administración conjunta", puntualizó Mantilla.