Dice el adagio popular que el amor de una madre no conoce límites. Esta frase aplica perfecto para el intento desesperado que hizo, desde Venezuela, la condenada excongresista Aida Merlano, para proteger a su hija, la influencer Aida Victoria, del segundo proceso penal que enfrenta por lavado de activos. El primero tiene que ver justamente con la participación en la fuga de su madre, quien hoy es prófuga de la justicia en Venezuela.
Merlano está moviendo cielo y tierra para evitar que este proceso avance, pero no lo ha logrado. Radicó una tutela en la que exigía la protección de los derechos fundamentales de su hija, que consideraba vulnerados con el uso de documentos sobre su vida financiera y los movimientos bancarios en el banco BBVA. Esa es justamente la principal prueba de transacciones millonarias, que buscaban evitar que la justicia les pusiera el ojo.
Los documentos salieron a flote en la audiencia celebrada el 14 de diciembre, en la cual Aida Victoria fue acusada por intentar darles apariencia de legalidad a nueve apartamentos, avaluados en 3.200 millones de pesos, obtenidos de manera ilegal por medio de empresas fachada, en las que aparecía como cofundadora.
La excongresista reclamó que se le protegiera el derecho a la intimidad (habeas data) a su hija, y que todo lo relacionado con sus finanzas debía seguir siendo un asunto de su vida privada. Con esta acción intentaba tumbar la columna vertebral del proceso contra la influencer. El caso llegó al juzgado segundo civil municipal de Barranquilla que rechazó todos los argumentos de quien fuera la protegida de la casa Gerlein. En el fallo conocido en exclusiva por SEMANA se advierte que, hasta los datos personales e íntimos tienen un límite cuando se está inmerso en un proceso jurídico.
El juez advirtió que la ley es clara, la información sí podrá ser conocida por terceros cuando se presentan los delitos que se le achacan a la influencer. “Los órganos de control podrán hacer uso de estos datos cuando se está adelantando una investigación, disciplinaria, fiscal o administrativa”, señala la decisión.
En el fallo va más allá y advierte que los hechos que se querían proteger ya se superaron, puesto que la joven fue imputada y acusada, y estos dos procedimientos contaron con el aval de los jueces. No se puede reversar el tiempo ni deshacer lo actuado.
“La acción nociva o amenazante debe ser real y actual, no simplemente que se haya presentado, pues no puede requerir protección un hecho subsanado o algo que ya se realizó”. Por esto, considera que todo lo alegado la excongresista era meramente improcedente.
En el escrito de acusación, citando información financiera, se lee que Aida Victoria era prácticamente “un fantasma” para el sistema financiero, no desarrollaba ninguna actividad para ese momento con la que pudiera fundar una empresa.
“Registraba una vida crediticia mínima, lo que se traduce en que su participación en el sistema financiero nacional era insuficiente, no contaba con créditos en el sector bancario ni real de la economía. No registraba propiedades, que pudieran generar ingresos”, dice la acusación que deja ver como de un plumazo se convirtió en millonaria.
La Fiscalía no dudó en señalar que la empresa creada por Aida Victoria era de papel y solamente llevó a cabo el oculta- miento de bienes de origen presuntamente ilícito de la excongresista.
Con esta decisión judicial, Aida Merlano perdió una gran batalla para intentar proteger a su hija, al salvavidas se le salió el aire, y ahora tendrá que explicar de dónde sacó su repentina fortuna.