Laura, una niña de 10 años, a pesar de su corta vida carga con el peso del abandono. Su madre un día no la recogió más en la casa donde la cuidaban y es así como su abuela no es su abuela y a quien llama su tío no lo es tampoco. Nadie tiene lazos de sangre con ella y por eso su almuerzo se lo da Compasión, una Ong que ayuda a los niños de su barrio. También ha contado con un 'padrino' que la apoya desde 'Estados Unidos' y a quien no conoce. Desde su lejana tierra le ayuda y de vez en cuando le manda 40.000 pesos, que a la postre se han vuelto otra entrada de la familia donde habita. Esta historia, que podría ser increíble en otras sociedades, no es extraña en los barrios deprimidos de Medellín, donde los niños llevan la peor parte de la crisis social. Laura, una niña despierta y vivaz, había comenzado a mostrar apatía y rebeldía en la escuela. Por sus problemas de comportamiento su profesora la eligió para ir al programa Educación y Desarrollo Humano en lo sicoafectivo, Pisotón, junto con el grupo que lideró Marta Elena Navarro, la directora del Núcleo de Desarrollo Educativo de la comuna 2. El programa Pisotón resultó de una cooperación entre la Secretaría de Educación de Antioquia, el Convenio Andrés Bello y la Universidad del Norte por iniciativa de la primera dama, Lina María Moreno de Uribe, y de la esposa del gobernador, Yolanda Pinto de Gaviria. Es un diplomado en el que 100 profesores, seleccionados por su idoneidad pedagógica, calidad humana, espíritu investigativo y creatividad, trabajaron con 200 niños de sus mismas escuelas en temas como ansiedad y separación, autonomía y disciplina, iniciativa, socialización, sexualidad y moral. Estos maestros enseñan en 40 de las escuelas de los barrios más pobres de Medellín, en la comuna 13, Granizal, Santa Cruz, Santo Domingo Savio, La Milagrosa, 8 de Marzo y San Antonio de Prado. Juntos pudieron explorar los 13 cuentos diseñados por la sicóloga y diseñadora del programa, la barranquillera Ana Rita Russo. Con esta metodología buscaron nuevos caminos de esperanza y desarrollo para los niños que, como Laura, han sido abandonados o golpeados, abusados o maltratados.El proyecto busca ayudarles a los infantes a conocer sus sentimientos y a manejar los conflictos. Pisotón es un hipopótamo tierno y juguetón. Es el personaje preferido por los pequeños y es quien los acompaña a lo largo de los relatos. "Quiero a Pisotón porque es un niño muy bueno, que le hace caso a la mamá y le enseña a uno a compartir y a no ser grosero", dice Laura. Con otros personajes, como el zorrillo, la jirafa, la mariposa, la abuela Tita, la mamá, etcétera, los niños van interactuando en distintas situaciones cotidianas que les enseña la mejor forma de hacer las cosas, de compartir y de convivir. Aunque todos, algunos padres aceptaron la propuesta de acompañar a sus hijos en esta aventura y les dedicaron un tiempo para hacer los 20 juegos que reforzaban lo aprendido. Y los que lo hicieron tuvieron la oportunidad de conectarse más profundamente con los sentimientos de sus hijos e identificar errores en el trato y comportamiento que tenían con ellos. "Esta ha sido una de las experiencias más enriquecedoras jamás vividas, no sólo por los niños sino por los profesores y algunos familiares que estuvieron con ellos, afirma la directora escolar Marta Navarro. A veces como maestros nos centramos en darles conocimientos, olvidando que sus almitas están destrozadas y que sin trabajar con sus heridas no podremos esperar grandes cosas del aprendizaje académico".