SEMANA: Usted expresó su apoyo a la iniciativa de varios de los líderes que defendieron el Sí en el plebiscito, que acaban de lanzar el movimiento ‘Defendamos la Paz’, ¿por qué? Alejandro Gaviria: Las razones son muchas: porque representa la esperanza de avanzar hacia un país sin víctimas, porque es un compromiso institucional, porque está en juego nuestra credibilidad internacional, y porque los acuerdos son una oportunidad para tomarnos en serio el desarrollo rural, entre otros. SEMANA: El movimiento propone llevar a cabo una serie de acciones para conquistar el corazón de la gente. ¿Cuáles tomaría Usted? A. G.: La clave está en la pedagogía, aunque es difícil. Hay que insistir en la importancia de un acuerdo potencialmente transformador, combatir la desinformación y visibilizar algunos de los logros ya evidentes como las vidas salvadas, los excombatientes defendiendo las instituciones y las universidades movilizadas por un propósito común. SEMANA: ¿Cree que con estas acciones el movimiento pueda influir efectivamente en la implementación del Acuerdo de Paz? A. G.: Las acciones mencionadas apuntan a crear confianza, a comprometer a la sociedad, a que nos apropiemos de la paz. La implementación no es sólo una tarea del Estado y necesita la participación de toda la sociedad. SEMANA: ¿Por qué después de ocho años trabajando por construir la paz seguimos en el mismo dilema entre la paz y la guerra? A. G.: Porque la sociedad sigue dividida. El conflicto dejó muchas heridas. Por desgracia, algunos insisten en exacerbar esas divisiones, en aprovecharse de la evidente tensión entre justicia y paz. La política, insisto, ha ahondado esas divisiones porque siempre será más fácil inculcar miedo que esperanza. Lo invitamos a leer: Papeleta de la Paz: ¿Resucita la puja del Sí y el No? SEMANA: El debate en redes sociales ha sido muy fuerte debido a la situación de la JEP. ¿Cree que se puede revivir la polarización que se vivió en el plebiscito? A. G.: Sí, me parece preocupante. Es una división sin sentido, una distracción perjudicial. Lo que más me preocupa de la coyuntura actual es la insistencia de algunos en volver al pasado. SEMANA: ¿Cuáles cree que son los temas que deberían ocupar el debate hoy en día? A. G.: Deberíamos estar hablando de las reformas que son necesarias y no dan espera, como pensiones, descentralización, tierras. Pero seguimos dando vueltas sobre lo mismo. SEMANA: ¿Cómo podría el movimiento ‘Defendamos la Paz’ influir en estas decisiones? A. G.: Probablemente en el margen, sí podría. La clave está también en el trabajo con los partidos políticos. En medio de todo, la defensa vehemente de la paz por parte del Partido Liberal es una buena noticia. SEMANA: Con las denuncias que ha hecho la representante Juanita Goebertus sobre el Plan Nacional de Desarrollo y el presupuesto de paz, ¿cuáles son las posibilidades de que se implemente correctamente el acuerdo? A.G.: En los temas de víctimas, tierras, desarrollo rural y sustitución de cultivos de uso ilícito, la implementación del acuerdo no parece posible. Sin duda la paz está en la encrucijada. Le puede interesar: "Duque pretende reparar menos víctimas": Juanita Goebertus SEMANA: Pasando a la JEP, ¿cómo ve el pronunciamiento de la Corte Penal Internacional que le pide al presidente que sancione la Estatutaria? A.G.: Es una noticia positiva. Desbarata muchas de las críticas internas. En particular, esa idea de que la JEP encarna una estrategia de impunidad. El apoyo internacional ha sido fundamental y lo seguirá siendo. SEMANA: ¿Qué es, para Usted, lo que está en juego si no se sanciona la estatutaria? A.G.: La credibilidad del Estado, adentro y afuera, y las posibilidades de un futuro compartido, de ir construyendo, poco a poco, un país sin víctimas. El eslogan de la campaña del presidente Duque decía “El futuro es de todos”, pero parece que la política lo está alejando de ese futuro compartido y acercándolo a un pasado de pugnas innecesarias. SEMANA: ¿Cuáles son los caminos que les quedarían a quienes creen en la paz? A.G.: Seguir insistiendo, seguir presentando argumentos, seguir mostrando un camino distinto al de la guerra. “La voz de la razón –dicen– es suave, pero persistente”.