Desde el cierre del año pasado los analistas han venido advirtiendo que la principal dificultad que enfrenta la economía nacional ha sido la caída de inversión privada ante el temor de empresarios y personas naturales de emprender nuevos proyectos o iniciar nuevos negocios, a lo que se suma un crédito costoso, una menor demanda y una inflación persistente.
Con el inicio de 2024 esa tendencia no mejoró, sino que, por el contrario, siguió evidenciando un fuerte desplome de la inversión y del ahorro privado, dos indicadores que son claves para que la economía vuelva a crecer al ritmo que se necesita, dado que por ahora se mantiene por debajo del 1% (en el primer trimestre del año el PIB avanzó apenas 0,7 %).
El exministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry publicó en su cuenta de X unos cálculos que hizo sobre estos indicadores y evidencia que el ahorro bruto está cayendo al 11% y la inversión privada al 10,8%, al tiempo que el ahorro público baja 0,9%, pero la inversión pública sube 2,1%
Echeverry sostiene, además, que “pretender reemplazar la inversión privada con la pública equivale a creer que se puede alinear en la Selección Colombia a las inferiores de equipos locales y da igual, pues todos son futbolistas. No hay tal. En economía y en fútbol, calidad, gerencia, efectividad, eficacia y eficiencia son el nombre del juego. Un ministro, por bueno que sea, no es un empresario”, sostiene y agrega: Tampoco es su rol, no saben de eso. En buena medida porque ‘no se juega el pellejo’. El empleado público no está suficientemente atento al sinnúmero de variables que separan el éxito del fracaso. Es distinto ejecutar un presupuesto anual, que se extrajo de los contribuyentes, a tener que producir cada peso vendiendo, comprando y gerenciado con inteligencia y sagacidad”.
¿Qué está pasando?
El exministro se pregunta también ¿qué pasó con el ahorro y la inversión en Colombia?, por qué el sector privado dejó de ahorrar e invertir. ¿Qué desanimó tanto a las familias y las empresas?, y ¿cómo pasar de desactivarlos a reactivarlos?, y recibe en la misma red social X respuestas de empresarios como Mario Hernández, quien no duda en asegurar que: “paramos inversiones y la tarea es sostener el empleo”, su argumento es que toma esas decisiones por “cómo va el futuro del país” y porque la economía está cayendo.
En otra publicación Echeverry responde que entre las causas para el desánimo para ahorrar e invertir están: “la parálisis en vivienda, la zozobra en infraestructura, la duda sobre el futuro de las pensiones, el posible caos de la salud en manos estatales, la incertidumbre en la minería del petróleo, el gas, el carbón y demás, los elevados precios de la energía eléctrica, los problemas de caja y ejecución del Estado, la corrupción rampante ante la vista gorda del Gobierno, la carta blanca para que organizaciones indígenas y campesinos asolen la propiedad rural, entre otras muchas cosas que circulan a diario”.
Añade que el desaliento para ahorrar e invertir no es una dolencia pasajera y que estos indicadores son casi la mitad de lo que eran antes de la pandemia.
“Es aterrador”
El también exministro de Hacienda y actual rector de la Universidad EIA, José Manuel Restrepo, reaccionó a las cifras de Echeverry y las calificó como simplemente “aterradoras”. En su concepto la profunda caída del ahorro y la inversión privada impiden crecer a corto plazo y superar el estancamiento, además cree que se está incubando a mediano y largo plazo un impacto muy complejo en el crecimiento potencial del país.
“¡Una verdadera tragedia! Que requiere urgente reacción. Hoy más que nunca es indispensable trabajar entre todos para superar esta debacle”, reitera Restrepo.
Para Echeverry la solución a este problema no está con un par de anuncios o un “paquete” del Ministerio de Hacienda, pues insiste en que es una enfermedad grave y con profundas consecuencias. En su concepto “el Banco de la República debe bajar tasas tan rápido como pueda, el presidente dejar el antojo de una nueva Constitución, el Minhacienda dejar la incertidumbre sobre la regla fiscal; el Minsalud parar el desmonte de la salud que funciona y enfocarse en arreglar lo que no funciona; la Minvivienda, volver a lo que funcionaba, y así sucesivamente. Eso pararía el daño”.
Agrega que también se requiere poner en práctica una visión esperanzadora de los próximos dos años e inclusive los siguientes diez, para que la gente quiera volver a ahorrar e invertir.