Álex Saab, quien era considerado el ministro de Finanzas en la sombra del régimen de Nicolás Maduro, y señalado de lavar cientos de millones de dólares, vender oro, robar vía corrupción a los venezolanos mediante programas sociales como los Clap –paquetes de alimentos para la población más vulnerable– y hasta presuntamente de formar parte de la cadena de tráfico de drogas en ese país, ahora también resultó ser un soplón. Desde 2016 estaba teniendo acercamientos con la Justicia de Estados Unidos para, a cambio de delatar en privado al régimen que defendía en público, obtener beneficios judiciales, evitar ir a prisión y lograr protección para su familia.
Esa fue la carta que destapó la Justicia de Estados Unidos, con la que pretende tumbar la estrategia de defensa de Saab, encabezada por el abogado David Rivkin, que busca demostrar su inimputabilidad por ser un supuesto representante diplomático del régimen de Maduro. El documento, emitido por la Corte del Distrito Sur de Florida, demuestra que Saab colaboró de manera formal durante un año con la Justicia estadounidense, delatando al régimen y hasta entregó cerca de 13 millones de dólares.
Es ahí dónde Saab se pone en aprietos, pues esa colaboración lo pasa de “diplomático” a “prófugo o fugitivo”, pues al no continuar con la colaboración con la Justicia no solo perdió los beneficios que estaba negociando, sino que también quedó en el radar de las autoridades, que lo reclamaban en extradición. Así fue capturado en Cabo Verde, en julio de 2020, y enviado a Estados Unidos en octubre del año pasado.
Saab, detenido, y con alto riesgo de que su condición de diplomático pase a ser un saludo a la bandera, ahora está en manos de la decisión que tome el régimen de Nicolás Maduro frente a su situación, y si le mantiene el apoyo.Conocedores del caso consultados por SEMANA, que prefirieron reservar su identidad, señalaron que aunque en primera medida se podría esperar que de un plumazo le retiren el apoyo a Saab y le caiga una dura condena, esto en la práctica no es tan fácil.
“En este caso puede funcionar como un mal matrimonio. Si Venezuela le retira el apoyo, Saab puede prender el ventilador y, como un castillo de naipes, caerían Maduro; su esposa, Cilia Flores, y sus hijastros Walter, Yosser y Yoswal Gavidia Flores, conocidos como los Chamos, quienes hicieron negocios con Saab, así como los más altos funcionarios del Gobierno de ese país tipo Diosdado Cabello y Tareck El Aissami. Temblaría el establecimiento del régimen”, señalaron. Así lo deja claro el documento conocido esta semana. “En apoyo a la posición de los Estados Unidos de que Saab Moran es un fugitivo y se le debe aplicar la doctrina de privación de derechos y se debe denegar la moción pendiente (estatus diplomático), sin perjuicio”.
Ante esta contundente prueba de que Saab se le estaba torciendo al régimen venezolano, su abogado Rivkin emitió un comunicado que más parece un pataleo ante la contundencia de lo revelado, señalando que solo se acercó a la DEA para demostrar que no estaba en actuaciones irregulares, que lo hizo con el conocimiento y apoyo de la República Bolivariana de Venezuela y que él sigue siendo un ciudadano leal y diplomático del régimen.
“El único propósito de las reuniones con el Departamento de Justicia y los agentes de las fuerzas del orden público de Estados Unidos era confirmar que ni él ni las empresas asociadas con él habían hecho nada malo. La divulgación del documento, a petición del Departamento de Justicia, no es más que un intento de perjudicar los intereses de la República Bolivariana de Venezuela para tratar de debilitar la solidez de la relación entre Álex Saab y Venezuela y evidencia aún más la debilidad de las acusaciones penales formuladas contra él”, señalaba el escueto comunicado.
Fue el abogado colombiano Abelardo de la Espriella quien lo asesoró para este acercamiento con la Justicia de Estados Unidos. Señala el documento que el 8 y el 10 de agosto de 2016 se reunieron con agentes de la DEA y el FBI en Bogotá. Saab entregó información de empresas que habían contratado con el Gobierno de Venezuela para construir viviendas de interés social y explicó cómo se manejaron estos fondos.
Nuevamente de la mano de De la Espriella, en noviembre de 2017, se reunió con agentes de la DEA. Y para 2018, con apoyo del abogado norteamericano Richard Díaz, presentaron un borrador de colaboración en el que afirmaba que se pagaron sobornos a funcionarios del régimen de Maduro para proveer alimentos en Venezuela por medio del programa Clap. También acordó desembolsar las ganancias obtenidas por él y su socio Álvaro Pulido Vargas.
Finalmente, la necesidad imperiosa de negociar con la Justicia estadounidense se dio cuando, luego de una reunión en Bogotá con el fiscal encargado del caso, Michael Nadler, a la que no asistieron ni De la Espriella ni Díaz, Saab tomó la decisión de echar a Díaz y contratar a la abogada María Domínguez, una exfiscal federal de Puerto Rico, conocedora, al dedillo, del sistema de colaboración gringo
.Sobre esta negociación, el periodista investigador Gerardo Reyes, autor del libro Álex Saab, la verdad sobre el empresario que se hizo multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro, le dijo a SEMANA: “Él es tan seguro de sí y tan soberbio que pensaba que iba a convencer a los fiscales que era inocente y llegó con una actitud que les transmitió a los abogados de que el caso estaba muy mal montado. Ese fue el tono de las primeras reuniones, pero, poco a poco, se fueron dando cuenta que no le estaban contando toda la verdad y que tenían acusaciones muy claras contra él”.
Es tan evidente la participación de Saab en las negociaciones que algunas fuentes le dijeron a SEMANA que hubo reuniones para este fin en Colombia, Italia, Bahamas y hasta en París. Los montos entregados en esta negociación también están claros. En agosto, septiembre y noviembre de 2018 hizo giros, cada uno, por valores superiores a 3 millones de dólares. En febrero de 2019 pagó otros 2,9 millones de dólares.
Así, mientras con grandilocuencia Saab criticaba al imperio “yanqui”, en la sombra delataba a Nicolás Maduro y a las principales cabezas de este régimen, pagaba millonarias sumas y buscaba la manera de salir impune de sus líos con la Justicia norteamericana. A Saab está a punto de caérsele su mentada inmunidad diplomática. Tiemblan él, Maduro y su círculo y algunos colombianos.