Las divisiones en la Alianza Verde llegaron a su máxima tensión. La falta de un acuerdo sobre a qué sector político apoyar en las elecciones presidenciales de 2022 (la Coalición de la Esperanza o el Pacto Histórico de Gustavo Petro) ha empeorado la convivencia en las últimas semanas. Bajo ese contexto, la senadora Angélica Lozano no tuvo otra alternativa que proponer una división en el movimiento, y su sorpresiva idea fue puesta a consideración durante un reciente encuentro virtual de la plana mayor de los verdes.
El silencio se apoderó de la reunión en Zoom cuando Lozano la ventiló. Aunque algunos dicen que la propuesta surgió en medio de los ánimos caldeados, quienes conocen de cerca a Lozano la describen como una mujer inteligente y que sabe dar sus pasos. Por eso, la denominada escisión de la Alianza Verde está tomando impulso.
SEMANA conoció que las llamadas, los mensajes y las preguntas sobre este tema son cada vez mayores. Es más, el asunto ya llegó hasta el Consejo Nacional Electoral (CNE), en el que algunos magistrados, extraoficialmente y sin que se haya radicado una petición oficial, han dicho que el partido aún tiene tiempo para su ruptura. Para ello se necesitaría que el directorio nacional convoque, someta a consideración la propuesta de Lozano y obtenga el apoyo del 30 por ciento de los votos. Si eso ocurre, la colectividad terminaría fraccionada, tal como ocurrió con el Polo Democrático cuando el senador Jorge Enrique Robledo armó tolda aparte con su movimiento, Dignidad. Ninguno de los integrantes de la Alianza Verde quiere la escisión de su partido.
Pero la realidad es inocultable. Camilo Romero, Inti Asprilla, León Fredy Muñoz y Katherine Miranda están más cercanos a las tesis del Pacto Histórico que de la Coalición de la Esperanza. Por su parte, en la otra orilla, Angélica Lozano, AntonioSanguino, Sandra Ortiz, Juanita Goebertus, Mauricio Toro y Carlos Amaya están firmes con la Coalición de la Esperanza, en la que participa el precandidato Sergio Fajardo.
En la Alianza Verde hay proyecciones sobre lo que podría ocurrir si la división se impone. ¿Quiénes se irían? En un sector estiman que Lozano debería marcharse, pues, al fin y al cabo, propuso la escisión. Pero líderes cercanos a ella y a la alcaldesa Claudia López responden que los que se deberían ir son los otros, porque, a su juicio, no han respetado las reglas de juego acordadas con la Coalición de la Esperanza.
Si Angélica Lozano se va, con ella podrían marcharse varios de los congresistas de la bancada e integrarían posiblemente un partido que llegaría a la Coalición de la Esperanza. En cambio, quedarían las minorías en el Verde, es decir, el exgobernador Camilo Romero,los congresistas Katherine Miranda, León Fredy Muñoz, Fabián Díaz y Jorge Londoño, entre otros, un escenario que, de cara a 2022, sería complejo. Ellos tendrían la misión de alcanzar el umbral. Las cuentas son complejas si se tiene en cuenta que en esta oportunidad el excandidato presidencial Antanas Mockus no aportará los más de 500.000 votos que puso en 2018 cuando fue elegido senador.
Con Lozano podrían irse Juanita Goebertus, Neyla Ruiz, César Ortiz Zorro, Wilmer Leal, Mauricio Toro y Catalina Ortiz, además de los senadores Iván Name, Antonio Sanguino, Sandra Ortiz, Juan Luis Castro, entre otros.
Ninguno ha tomado la decisión, y esperan que ojalá no se llegue hasta esos extremos. Pero, si no se ponen de acuerdo, crearían un movimiento aparte. La eventual salida del exgobernador Carlos Amaya puede ser una pérdida sensible, ya que es considerado un elector clave en la colectividad. Tiene el poder de 500 de las 1.400 credenciales de su movimiento en el país, entre ellas, alcaldes, diputados, concejales y algunos congresistas. Es decir, si se suman los apoyos de Amaya más los de sus compañeros, podría generarse una gran disidencia y el Verde quedaría prácticamente solo, con riesgo de perder su personería jurídica después de 2022.
¿Se iría del partido la línea petrista? Ellos tampoco quieren irse, pues en el Pacto Histórico no hay cama para tanta gente. Está tan estrecha la opción de ser congresista en ese sector que el grupo político de Carlos Caicedo, cercano al petrismo, optó por armar una lista paralela y abierta para no sucumbir en el intento de llegar al Congreso.
A ninguno de los dirigentes del Verde les conviene que el partido se divida, porque todos perderían a escasos siete meses de las elecciones legislativas, en marzo de 2022. Eso lo sabe la representante Katherine Miranda, quien asegura: “Dividir el partido para nosotros no es una opción, creemos en la diversidad, en el consenso, en construir en la diferencia. La propuesta de Angélica Lozano la respeto, pero le pido públicamente que antes de que tomen la decisión de irse busquemos caminos de unidad”.
La división implica un desgaste con la campaña encima. Se deberán realizar trámites ante el CNE y posicionar un nuevo movimiento. Algunos dicen que prefieren eso en lugar de apoyar a Petro, y mucho más tras los recientes ataques del líder de la Colombia Humana y sus más cercanos alfiles, como Gustavo Bolívar, al Gobierno de Claudia López. Esa pelea viene subiendo de tono y no se ve una posible reconciliación a la vista.
El problema de la Alianza Verde es que, a diferencia de la Colombia Humana, el Centro Democrático o el Partido Liberal, no cuenta con un directivo que ejerza un liderazgo pleno. Mockus es su máximo referente y hay otras directivas como Carlos Ramón González y Antonio Navarro Wolff.
Otra alternativa que se examinó fue dejar que sus integrantes, en libertad, elijan a quien apoyar en el nuevo año, pero tampoco se consideró finalmente porque sería tener verdes con Fajardo, Petro y Enrique Peñalosa.
Habrá que esperar qué ocurre con la propuesta de Mockus de convocar a los 1.400 electos del partido y a los simpatizantes para que, por medio de una consulta interna –verificada por la Misión de Observación Electoral–, se decidan por alguno de los tres caminos: que el partido permanezca en la Coalición de la Esperanza, que se sume al Pacto Histórico o que transite el camino de la escisión.
El problema es que cualquiera que sea la decisión difícilmente será respaldada por unanimidad. Es más, en la elección interna del candidato presidencial único ocurrirá la misma historia. Gane el que gane, no aglutinará el apoyo total del movimiento, que desde hace años ha tenido que sortear más de una crisis.