Se podría decir que Marcos Figueroa, alias ‘Marquitos’, es actualmente el criminal más importante en la costa norte del país. Su historia comenzó siendo jefe de seguridad de Mario Coques, quien fue asesinado por ‘Jorge 40’, y posteriormente pasó a ser hombre cercano Jorge Gnecco, primo hermano del actual gobernador de Cesar. Jorge Gnecco era el contrabandista de gasolina y traficante de narcóticos más importante del departamento. Su imperio económico se expandió hasta la entrada en escena de ‘Jorge 40’, quien comenzó la expansión de las AUC en el norte del país. Al final ‘Jorge 40’ terminó asesinando a Jorge Gnecco y 'Marquitos' se convirtió en uno de los pocos disidentes y enemigos vivos de ‘40’. Desde sus disputas con ‘Jorge 40’, Marcos Figueroa se convirtió en una leyenda en La Guajira. Hacia el año 2002 se desplazó hacia Venezuela, corriéndole a la persecución de ‘Jorge 40’. Se estableció en Maracaibo y comenzó a administrar rutas de salida de cargamentos de coca desde el puerto de Maracaibo hacia Centroamérica para luego ser llevadas a Estados Unidos. En Venezuela Marcos se hizo más fuerte económica y militarmente. Hacia el año 2009, cuando ya ‘Jorge 40’ había sido extraditado, Marcos Figueroa comenzó a planear su retorno a Colombia. Sin embargo, en el 2010 una alianza entre los Rastrojos, narcotraficantes venezolanos, y el Cartel de los Zetas, provocó una fuerte confrontación que buscaba expulsar a ‘Marquitos’ del puerto de Maracaibo. Esta guerra lo obligó a desplazarse inicialmente a Maicao y luego a Barrancas, su pueblo natal, donde se reencontró con Francisco Gómez Cerchar, a quien había conocido desde la infancia; Gómez Cerchar fue alcalde de Barrancas y gobernador de La Guajira. Actualmente el exgobernador se encuentra preso y es investigado por homicidios y relaciones con grupos criminales. 'Marquitos’ revitalizó la estructura criminal de los Curicheros. Se les llama Curicheros porque su dominio territorial se encuentra en Curichi, una comunidad wayuu ubicada en jurisdicción del municipio de Manaure, con acceso en el kilómetro 38 en la vía que conduce de Riohacha a Maicao. Esta banda se ha caracterizado por estar siempre al servicio del narcotráfico, a pesar de haber estado bajo el dominio de diferentes jefes. Además, se financia de diferentes rentas ilegales como el secuestro y las extorsiones. Su primer jefe máximo fue Mario Cotes Gómez, primo del gobernador destituido y actualmente privado de la libertad Kiko Gómez. Algunos de los jefes de la banda de los Curicheros, además de Mario Cotes Gómez (jefe máximo), fueron Sisoy Acosta (sobrino del exministro Amylcar Acosta), quien fue jefe de sicarios y operativos; Ricardo Deluque Gómez, encargado del transporte y el embarque de la droga, y Alfonso Pana Aguilar, quien manejaba las finanzas de la banda y fue extraditado junto con Santander Lopesierra. Marcos Figueroa desde el año 2010 comenzó a tomarse a sangre y fuego el departamento de La Guajira, lo que significó no sólo una alta violencia selectiva, sino también el apoyo financiero a Francisco Gómez Cercar, quien para ese momento era candidato a la gobernación de La Guajira. A la poste Gómez sería elegido gobernador del departamento por el partido Cambio Radical. Hacia el año 2011 terminó su expansión y además de la gobernación de La Guajira logró hacerse a importantes alcaldías y, sobre todo, a los negocios del narcotráfico y el contrabando de gasolina. Comenzó a moverse sin problemas por los departamentos de Cesar y La Guajira. En mayo del 2014 Marcos Figueroa comenzó una negociación con los Urabeños, ya que estos últimos querían federar el negocio del narcotráfico y crear un verdadero cartel. Si bien las negociaciones fueron complicadas, en una reunión realizada la segunda se mana de septiembre del presente año en Barranquilla se llegó a un acuerdo de la repartición del marcado de la droga. A esa reunión asistieron delegados de los Urabeños, del cartel de Sinaloa y narcotraficantes de Cesar y La Guajira. El imperio de ‘Marquicos’ comenzó a derrumbarse con la captura de Kiko Gómez, quien, a pesar de la cercanía con de la familia Gnecco, está a punto de ser condenado. *Por Ariel Ávila, investigador de la Fundación paz y reconciliación