SEMANA: Lo hemos visto muy activo en las redes sociales. ¿Por qué volvió al ruedo? Álvaro Leyva: Mi aspiración es que el presidente en seis meses haya encontrado la paz definitiva para el país, incluyendo: ELN, Clan del Golfo y antiguo EPL. Mientras la paz no se logre, definitivamente todo lo que se haga es como arar en el desierto. Estoy comprometido con el proceso no con los candidatos o sectores políticos. Por eso, ahora que está Iván Duque, mi obligación es ayudarle y hay maneras de hacerlo.  SEMANA: Pero los voceros del No en el plebiscito, que hoy están en el poder, hablaron de “hacer trizas el acuerdo”… A.L.: Uno no puede hacer trizas unos acuerdos internacionales donde está de por medio el Consejo de Seguridad de la ONU y una declaración unilateral del Estado. Por eso, cada vez que el presidente salga al exterior, le van a recordar que hay que cumplir lo que se pactó. Colombia podría ser sancionada internacionalmente si no lo hace. El tema se subestima porque hay visión recortada de los alcances de lo que se acordó en La Habana. Le recomendamos: "Viva para construir más paz": la carta de Álvaro Leyva e Iván Cepeda para Santrich SEMANA: Entonces, ¿qué es lo que le propone al gobierno de Iván Duque? ¿No lo han buscado? A.L.: Lo primero que yo pediría es que se dejen ayudar. No es que yo sea la última Coca-cola del desierto, pero hay una experiencia que es bueno que conozcan. Con eso como diría el libertador, bajaría tranquilo al sepulcro. Al alto comisionado de paz, Miguel Ceballos, ya le preguntaron por mí. Él respondió: no sabemos si quiere ayudar. Yo me enteré y le escribí, pero no me dijo nada. Aun así le digo al presidente que con unos ajustes se puede resolver el conflicto integralmente. SEMANA: ¿Cómo de qué tipo? A.L.: Ha sido lenta la recuperación de la paz total en las regiones. Por eso, en el fondo no es el dinero lo que no ha permitido el aterrizaje de los acuerdos sino la falta de Estado en los territorios. El 2019 quedó financiado. Hay una radicalización en la política que conduce a algunos errores. Emilio Archila en un gesto de caballerosidad debería llamar al exministro y decirle: -Hemos sabido que ustedes sostienen que esto está financiado, ¿cómo es la cosa? Hay que terminar el conflicto entre la anterior administración y la actual porque son temas de interés nacional. SEMANA: ¿Usted realmente ve posible que el nuevo gobierno se sume a la bandera de la paz? A.L.: Vea, el presidente Iván Duque puede pasar a la historia como el hombre que pudo finalmente conseguir la tranquilidad pública en todos los órdenes. Esta es una situación en construcción. A pesar de las dificultades, sigo creyendo en que va un buen norte pero que culminarlo de mejor manera hay que ayudarle a Iván Duque. Uribe perdió y ganó con la reforma a JEP SEMANA: ¿Usted no tiene una visión fatalista con lo que viene pasando? A.L.: No, no la tengo. Se dijo que no se firmarían los acuerdos, que no iba a haber cese al fuego y que Santos le entregaría el poder a Timochenko. Nada de eso ocurrió. Todas esas anticipaciones terminaron por la borda. Ahora, lo que hay que hacer es proteger a los que se acogieron al acuerdo. SEMANA: Pero… Iván Márquez se desapareció… A.L.: No está desaparecido. Lo que pasa es que no tiene por qué asumir riesgos y, de hecho, como se comprometió, hace unas semanas presentó su informe ante la justicia de paz. Ahora, Iván Márquez tiene argumentos válidos para explicar la actitud que asumió. Tiene cómo explicar por qué no está aquí en Chapinero. Esto es muy distinto a que se haya salido del proceso de paz. SEMANA: ¿Qué sabe usted al respecto? A.L.: En los próximos días voy a presentar un recurso ante las autoridades para que expliquen qué fue lo que sucedió en Caquetá cuando unos encapuchados –a la madrugada- se metieron a la zona donde él estaba. Es necesario que eso se sepa porque salva al proceso y le da elementos a la Jurisdicción Especial de Paz (JEP). Hay pruebas y testimonios para este caso. El tema se tocó en la Comisión de Seguimiento Impulso y Verificación (CSIVI). Allí, el gobierno aceptó que hubo una irregularidad. Entonces, no es que estén caprichosamente apartados de la capital sino que hay situaciones por aclarar y eso se puede hacer. Soy optimista. SEMANA: ¿Y Santrich? A.L.: La extradición también tiene que ver con la paz. Santrich es un alzado en armas que ayudó en todo este proceso. Si usted le pregunta a los negociadores del gobierno, dirán que él fue uno de los más eficaces, así tenga un temperamento difícil. Yo no creo que él este metido. Lo que pasa aquí es que todavía está vigente la causa por la que Otto Morales se retiró de la comisión que integró Carlos Lleras al inicio del proceso de la Uribe: hay enemigos agazapados de la paz en todos los niveles. Si nos hubiéramos montado todos a la canoa, ya estaríamos del otro lado. SEMANA: Pero… hay evidencia que lo compromete… A.L.: El cuento de las pruebas secretas es que están en el exterior. Eso no puede jugar en un proceso de paz, ni siquiera en un proceso de extradición común y corriente. El debido proceso son normas de universal acatamiento. Hay que darle un tratamiento a la luz de la JEP. Este es un proceso que todavía en su consolidación jurídica no se ha iniciado. Esperemos lo que va a suceder a partir del 28 de noviembre cuando la Comisión de la Verdad empiece a recibir públicamente la verdad. Cuando se comiencen a conocer los detalles de lo que pasó, esto cambiará fundamentalmente. SEMANA: ¿La paz tiene enemigos? A.L.: Claro, los hay. A mí, por ejemplo, no me han gustado ciertas actitudes del fiscal que no ha dejado implementar normas fundamentales para evitar situaciones de criminalidad. Esa es una talanquera, pero no la única. Hay otras gravísimas como las que recaen en aquellos que ni siquiera han tenido el tiempo suficiente para leerse los acuerdos. SEMANA: ¿Cuál es la magnitud de la división que hay en las Farc? A.L.: Las rivalidades surgen al interior de todos los partidos y ellos están haciendo política por primera vez. Yo diría que la situación al interior del partido de las Farc es igual a la que hoy existe en el Centro Democrático con la elección de Iván Duque. Habría sido mejor que esto no se diera, pero no creo que sea una situación fatal. Además la necesidad de mantener una visión única conllevará que, a pesar de las dificultades, haya una cohesión. SEMANA: Al comienzo de la entrevista usted manifestó que hay formas de revivir la Mesa con el ELN… A.L.: No hay un solo proceso de paz que no sea conversado. Nunca con el ELN, por ejemplo, estuvo tan cerca la paz. Si bien no se ha querido reiniciar la Mesa, hay unas actas vigentes que crean obligaciones que no se pueden soslayar. Claro, eso no quiere decir que no devuelva los secuestrados, pero también hay unos compromisos adquiridos que son obligaciones del Estado. Además son actos ganados por la población civil no combatiente. Le puede interesar: Los caminos de Iván Márquez SEMANA.: Explíquese… A.L.: Estuvimos en vísperas de firmar un nuevo proceso con el ELN. Faltaron 24 horas. Sin embargo, se metió una mano invisible con el cuento de que lo que venía era mejor. Por eso creo que con una sola semana del alto comisionado, Miguel Ceballos, en La Habana, acompañado de dos o tres personas, se le da la vuelta a la arepa. Uno tiene algo que aprender del otro y el contacto directo enriquece más que esta película de suspenso. La cuerda se revienta por lo más delgado y alguien tiene que responder en caso de que eso ocurra. Ya no es como antiguamente, alguien tiene que responder por los cadáveres de los nuevos muertos. Debe haber responsables estatales y obviamente de la contraparte. No se puede pensar que la responsabilidad es de un solo lado. Eso se acabó. SEMANA.: ¿Pero en estos años la negociación mostró muy pocos avances? A.L.: Hay un acuerdo sobre desminado y una Comisión Humanitaria de Diálogo en Chocó, que entre otras cosas, debía comenzar a resolver los problemas con el Clan del Golfo que están en constantes enfrentamiento con el ELN. Ese era el primer paso para llegar a situaciones de resolución como las que requiere el Catatumbo. Yo no digo que sea Iván Duque, pero sus asesores no saben cuáles son las obligaciones adquiridas por el Estado y también exigibles al ELN. Ahora mandaron 5.000 hombres a esa región y esta semana alguien de la zona me dijo: "hoy acompañamos la población de 1.806 personas desplazadas" en Hacarí por las confrontaciones. Nadia habla de eso. ¿El gobierno dónde está? ¿Cuál es la función de esos 5.000 hombres? Si no hay una estrategia de paz detrás, eso no se resuelve automáticamente. SEMANA: Ya que toca el tema de los militares, ¿cómo vio la proposición que aprobó la Comisión Primera del Senado de incluir más magistrados a la JEP? A.L.: Los acuerdos aprobados dicen que el sistema es inescindible. José Manuel Cepeda fue el que llevó la voz de lo acordado con las Fuerzas Militares. Todo fue acordado previa consulta. Nunca se soslayó la opinión de ellos. Pensando en la institucionalidad militar es mejor dejar las cosas como están. Está bien que se hagan ensayos y demás, pero yo no le veo futuro a eso. No es constitucional, contraviene los acuerdos, el blindaje y puede traer problemas. SEMANA: ¿Se está allanando el terreno para que la Corte Penal Internacional intervenga? A.L.: La gente cree que la Corte Penal internacional solo es para africanos. Eso se acabó. Los únicos dos países multirraciales que están siendo objeto de observación de la CPI son Colombia y Venezuela. Eventualmente la corte va a conocer del vecino país, entonces no se va a poder establecer por qué no han de usar el mismo rasero acá. La CPI no es un tigre de papel y si no seguimos la ruta de normalidad en el manejo de los procesos de paz, se harán sentir.