En su primera declaración tras recobrar su libertad, el expresidente Álvaro Uribe propuso un referendo para reducir el Congreso, reformar la justicia, garantizar el programa de ingreso solidario y derogar la JEP.
Para muchos, esta idea nace muerta. La razón es que para que un referendo sea aprobado se necesita la participación de la cuarta parte del censo electoral del país y que la mitad de esta vote los puntos de forma positiva. Actualmente el censo electoral del país, según la Registraduría, es de 36 millones de personas, por lo que se necesitarían unos 8 millones de votantes y que más de la mitad voten positivamente cada punto.
El constitucionalista Juan Manuel Charry recuerda que el expresidente ya había presentado un referendo en 2003 cuando era presidente de la república y contaba con un gran respaldo como mandatario. En esa ocasión Uribe presentó 17 puntos, de los cuales solo uno alcanzó los votos necesarios.
Ese año también se hablaba de recortar el Congreso, una reforma a la justicia, entre otros temas que ahora retoma, pero solo se logró aprobar uno con relación a prohibir que personas relacionadas con delitos de corrupción queden inhabilitados para ser candidatos.
Así mismo, mecanismos de participación recientes evidencian que alcanzar el umbral es un objetivo titánico. Uno de los ejemplos recientes fue la consulta anticorrupción, votada en 2018. A pesar de que tuvo una masiva participación no alcanzó los votos necesarios, y le faltaron 500.000.
Esta consulta buscaba atacar un problema que indigna a todos los colombianos y aún así no alcanzó los votos necesarios, entre otras, debido a la histórica abstención del país.
Por esa razón, tratar de reformar la JEP, a través de un referendo, no parece una propuesta viable.
Sin embargo, no hay que dejar de lado que el uribismo ha logrado ganar batallas que parecían perdidas, por lo que su poder electoral no se puede subestimar. Lograron ganar con el no en el plebiscito de los acuerdos de paz, en el 2016, cuando eso parecía una tarea imposible.
La Constitución estipula que cualquier persona podrá solicitar un referendo siempre y cuando esté respaldado por la décima parte del censo electoral, por lo que se espera que este sea pedido por firmar con un amplio respaldo ciudadano en su mayoría simpatizantes del Centro Democrático.
En su discurso, Uribe también dejó entrever cuáles serán sus grandes apuestas para 2022. Además de promover este referendo, seguirá criticando fuertemente el acuerdo de paz con las Farc. Dijo que sin hacer estas reformas será difícil pactar algo con el ELN.
En el ámbito político habló del “narcoterrorismo” y de un “proyecto socialista”, por lo que se espera una fuerte y permanente controversia con Gustavo Petro, quien es considerado el líder más fuerte en estos momentos de la oposición de cara a 2022 y que representaría los sectores más alternativos y de izquierda.
Para muchos, tanto el uribismo como el sector que representa Petro son radicales y en últimas no gustan a un sector moderado. Si bien es cierto que tanto Petro como Uribe son quizá los políticos más fuertes en este instante, desde el centro se buscan fuerzas que para 2022 puedan competirle a estos sectores y lograr el apoyo de un centro más moderado.
Esa apuesta la tuvo Sergio Fajardo en 2018, sin embargo el exalcalde de Medellín no logró cautivar suficientes respaldos para lograr quedarse con la Presidencia. Esta vez han sonado nuevos nombres que serían fuertes candidatos. Por ejemplo Alejandro Gaviria, el rector de la Universidad de los Andes a quien tanto la Alianza Verde como el Partido Liberal le han hecho guiños para que los represente. Hasta el momento Gaviria no se ha querido comprometer.
Si bien la idea del referendo de Uribe en principio no tiene la votación para que pueda pasar, su estrategia se centra más en lo político que en lo electoral. El discurso del expresidente con este llamado y las peticiones que se hacen sobre la idea de llevar a cabo la consulta popular gustan a un importante sector y a los seguidores uribistas que siempre han acompañado estas peticiones o lo que diga el exmandatario.
Lo que se pide en el referendo en últimas serán las banderas que tomará el candidato del uribismo, que desde ya se sabe que puede ser el actual ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, quien en ocasiones ha comentado esta aspiración y la que muchos dan por sentado. Para ello, próximamente el ministro deberá renunciar a su cargo.
Holmes Trujillo representa al sector más puro del uribismo que acompaña estas ideas como la derogación de la JEP, la reforma judicial, la lucha contra las drogas y la reducción del Congreso. En la colectividad se tienen en cuenta otros nombres como el de Paloma Valencia, entre otros congresistas o miembros del actual Gobierno que podrían lanzarse a la contienda por el movimiento. Sin embargo la gran apuesta sería el actual ministro.
Con el discurso pronunciado por el exsenador luego de su detención, Uribe dejó claro que su retiro de la política aún es lejano. “Mi vida pública ha generado mucha controversia pero carezco de voluntad para dejar de pensar en Colombia. No puedo renunciar a advertir las amenazas que nos acechan”, dijo.
La bandera del uribismo entonces será la misma de las elecciones pasadas que fue exitosa. Hablar de un enemigo interno representado por la izquierda de Gustavo Petro y decir que este quiere imponer un modelo socialista parecido al de Venezuela y radicalizar más a su electorado. Su advertencia es clara: “Ojo con el 2022”.
Esto ya empieza a causar controversia política en diferentes sectores. El exsenador Juan Manuel Galán, que tampoco se descarta que aspire a ser candidato presidencial por una corriente de centro derecha, comentó: “#ReferendoPara el ‘estado de opinión’ que no es más que el estado populista y autoritario que desprecia la Constitución del 91, que pretende acabar con el “estado de derecho” como institución democrática. (No olvidar, referendo Alemán de 1934 promovido por Hitler)”.