Cuando aterrizó el avión de la Latam, uno de pasajeros dijo: “¡Por fin, gracias a Dios después de tantos meses vuelvo a ver a mi familia!”. Los 130 viajeros estaban felices. Ese vuelo que llegó el martes en las horas de la tarde al aeropuerto Alfredo Vásquez Cobo no solo representaba la reapertura de esa terminal aérea y el fin del aislamiento de Leticia. También el regreso de decenas de leticianos que por la cuarentena llevaban cinco meses y medio en la capital, lejos de sus seres queridos.
De acuerdo con el protocolo adoptado, los adultos mayores, los militares, el personal médico y las personas con comorbilidades que no tenían los resultados de la prueba de la covid-19 recibieron el procedimiento de manera gratuita.
La noticia pasó desapercibida en los medios nacionales, quizá porque el Amazonas había dejado de ser el epicentro del coronavirus y no había hechos dramáticos que reportar. Pero para los habitantes del departamento fue un motivo de celebración. “Aunque este vuelo no trajo turistas, representa una luz al final del túnel, ya que por fin dejamos de estar aislados del resto del país y podemos iniciar nuestras actividades y reactivar la economía de una ciudad que vive en su mayoría del turismo”, dijo Diva Santana, dueña de la agencia de viajes Paraíso Ecológico.
Precisamente, ese vuelo que aterrizó a la 1:45 p. m. simboliza la reapertura de la ciudad y el final de un calvario para los habitantes del departamento, que esperan no volver a vivirlo por cuenta de un rebrote. Durante este periodo hubo momentos de desesperanza, ya que el Amazonas se convirtió en el epicentro de la enfermedad y todo hacía prever una tragedia de proporciones incalculables.
En el conteo nacional, el departamento llegó a tener la velocidad más alta de contagio en una población de alrededor de 80.000 habitantes. En mayo tuvo un aumento de más de 1.700 por ciento al pasar de 105 contagiados a 1.850. Aunque la cifra no parecía alta, el problema radicaba en que el departamento y su capital, Leticia, no contaban con una infraestructura hospitalaria para atender un incremento súbito de pacientes graves. No había unidades de cuidados intensivos y no más de una decena de camas de cuidados intermedios. El hospital tenía el sistema de oxígeno dañado y sus empleados se quejaban del atraso en los pagos del salario, además de la falta de elementos médicos y de protección personal para entender la pandemia.
De los 77 muertos que sumaba el departamento a finales de mayo, muchos no alcanzaron a tener una atención médica especializada o ser trasladados en aviones ambulancia a Bogotá. Todo hacía pensar lo peor. A la crisis sanitaria se sumó la social y económica. La suspensión del tráfico aéreo desde el 23 de marzo paralizó el turismo, actividad de la que depende la mayoría de los habitantes. “En 2019 recibimos cerca de 92.000 viajeros, que dejaban alrededor de 1.500 millones de pesos a la región. De ahí todos se beneficiaban, nosotros que pertenecemos al sector formal, los informales, los mototaxistas. Pero de la noche a la mañana los turistas se redujeron a cero. Llevamos cinco meses y medio con cero pesos del turismo, literalmente”, cuenta Santana.
A eso se sumó el cierre del comercio no esencial, que terminó de acabar con el poco empleo formal de Leticia. Muchas empresas y pequeños negocios quebraron, solo se pudieron mantener las que tenían ahorros o las que tuvieron acceso a los programas del Gobierno, como los de la financiación de parte de la nómina.
Así le sucedió a Créditos Parra, una de las empresas más antiguas de Leticia que distribuye electrodomésticos, motos, maquinaria agrícola y repuestos. Cuenta su socia Diana Parra que las primeras semanas de la cuarentena sus ventas se detuvieron y gracias a su ahorros, a los incentivos del Gobierno y a los periodos de gracia que les dieron sus proveedores internacionales lograron mantener a flote la empresa y a los 48 empleados.
Las cosas empezaron a cambiar en junio. En ese mes la tasa de contagio se redujo y solo hubo 400 casos, cerca de una cuarta parte de los presentados en mayo. Según el alcalde Jorge Luis Mendoza Muñoz esa recuperación se debió a las estrictas medidas que tomó la Alcaldía. “Tuvimos periodos de estricta cuarentena en la que todo estaba cerrado, salvo el comercio de primera necesidad y los servicios esenciales, y en buena parte del día había toque de queda, aunque hubo uno que otro desobediente la mayoría de los leticianos colaboraron con las medias impuestas para reducir los contagios”, cuenta. Además de esa cultura cívica, los pobladores le atribuyen el milagro a la medicina ancestral indígena. “En el ancianato de la ciudad casi todos los residentes resultaron contagiados, todos esperábamos lo peor, pero gracias a nuestros abuelos indígenas, que nos proporcionaron un té de moringa, yambú, ajo, miel y jengibre, combatimos el coronavirus y los viejitos se salvaron, yo creo que eso paró la enfermedad”, le dijo a SEMANA uno de los pobladores de Leticia.
La nueva situación permitió empezar un lento proceso de reapertura económica. El comercio no esencial empezó a hacer ventas por internet, luego, a mediados de junio, volvió a abrir la plaza de mercado, cerrada un mes atrás porque se reportó el contagio de los trabajadores informales de los alrededores. El 5 de agosto se autorizó el transporte fluvial de pasajeros entre Leticia y Puerto Nariño. Y aunque la frontera se encuentra cerrada por orden presidencial, hay un pequeño flujo de personas autorizadas por la ley.
En septiembre la situación es opuesta a la de mayo. Durante agosto solo hubo 191 contagios y según el informe a corte del 11 de septiembre, el departamento alcanzó una cifra de 2.721 contagiados, de los cuales solo 19 se mantienen activos, es decir que hay una recuperación del 95 por ciento. Y entre junio y los primeros días de este mes solo han ocurrido 33 decesos por covid-19, poco menos de la mitad de las de mayo. Con esas buenas noticias, los habitantes le apuestan a la recuperación económica, una labor que según Parra “es difícil porque reconstruir el aparato productivo tarda su tiempo, más aún si el otro renglón importante de la economía, que es el comercio, depende de la apertura de las fronteras”.
Pero ella y los leticianos son optimistas, consideran que tienen la capacidad y las medidas sanitarias para volver a echar a andar el municipio y el departamento. “Creemos que el turismo pronto se reactivará, no solo porque hemos implementado todos los protocolos para evitar contagios, sino porque una de las cosas buenas que nos dejó la pandemia fue que la naturaleza se regeneró y los paisajes están una más bonitos que antes”, dice Santana.
*Con colaboración del periodista Nelson Jiménez.