El país entero se estremeció con el video grabado por una médica vallecaucana en el que narra con voz de desaliento el fallecimiento de su paciente, un bebé recién nacido, que “entró en código” cuando transitaban por La Delfina, en el Valle del Cauca, luego de que los manifestantes no los dejaron pasar. El bebé perdió la vida en la ambulancia, detenida en la carretera, mientras la enfermera, la médica, el padre del bebé y el conductor no tuvieron más remedio que sentarse a llorar y lamentarse por la situación. Las habilidades del cuerpo médico no sirvieron de nada frente a lo que acababa de suceder. Una historia similar vivieron Luz Mary Arévalo y John Fredy Abril cuando manifestantes bloquearon la vía a Bogotá a la altura de Tocancipá, lo que impidió que Salvador, el hijo que esperaban, naciera con vida.

Estos son solo dos de los más de 230 casos de ataques a la misión médica en el país que registra el Ministerio de Salud en medio de la jornada de paro, que ya completa un mes. “Con preocupación observamos la difusión de información falsa sobre las actividades que adelanta la misión médica, lo que pudiera estar incrementando el número de incidentes”, le dijo a SEMANA Luis Fernando Correa, jefe de la Oficina de Emergencias del Ministerio de Salud.

A pesar de que los tristes fallecimientos de los bebés son las historias más trágicas, durante las últimas semanas se ha vuelto paisaje ver ambulancias y equipos médicos atacados o retenidos por los manifestantes, quienes, incentivados con información falsa de algunos líderes políticos, creen que los vehículos transportan elementos bélicos, a miembros de la fuerza pública, o que incluso si un manifestante es socorrido lo llevarán a la Policía directamente.

Un gran escándalo se generó con la concejal de Bogotá Heidy Sánchez, de la UP, quien replicó mensajes en los que se afirmaba que en las ambulancias se transportaba gases lacrimógenos. Sus declaraciones generaron una arremetida violenta contra la misión médica en la ciudad, lo que fue rechazado por las autoridades de salud.

“Existe una metodología, un interés de parte de algunos de los actores en deteriorar la imagen de la misión médica y que esto permita o justifique algún tipo de agresión. Cuando se trata de atacar la misión médica hay un libreto a nivel internacional que siguen las personas que deciden cometer este tipo de conductas”, afirmó el secretario de Salud, Alejandro Gómez.

Los ataques se han vuelto sistemáticos y varios trabajadores de la salud se han visto afectados como nunca. El domingo pasado, Juan Blanco, un conductor de una ambulancia en la capital del país, vio pasar su vida en un instante en el momento en el que atendía un caso. Pasaba por la avenida 68 con Primero de Mayo, alrededor de las 11:30 p. m., cuando fue interceptado por cuatro sujetos que lo intimidaron con arma de fuego a él y al paramédico que lo acompañaba en el vehículo. Acababan de socorrer a un joven manifestante unas cuadras atrás. Blanco asegura que cuando los abordaron pensó que eran jóvenes que requerían de su ayuda, pero cuando se dio cuenta de que buscaban atentar contra su integridad, decidió emprender la huida.

“La reacción que tuve fue arrancar rápido, y cuando arranqué nos proporcionaron disparos hacia la móvil”, cuenta sobre lo sucedido. Afortunadamente nadie resultó herido, pero el susto fue evidente, más aún cuando escuchó el momento en que los impactos de bala rompían los vidrios traseros de la ambulancia, la cual posteriormente tuvo que arreglar para seguir con su trabajo.

Una historia similar vivió Giovany Suárez, otro conductor de ambulancia, que en sus 15 años de servicio nunca había visto ataques sistemáticos a la misión médica. Asegura que ahora es común que a diario tenga que abrir la puerta trasera de su vehículo cuando es interceptado en un retén, pues tiene que mostrar que, efectivamente, traslada a pacientes y no gases lacrimógenos.

La situación más crítica la vivió el pasado lunes a las 8:40 p. m., luego de recoger a un paciente con peritonitis en Soacha, y quien iba acompañado de sus familiares. Lo llevaban a una clínica en Bosa, pero a la altura de la estación de Terreros empezó a sentir en los vidrios los impactos de piedras y otros elementos contundentes con los que eran atacados por un grupo de vándalos.

Las misiones médicas son organismos independientes que están amparados por el DIH y por tratados internacionales, entre ellos los Convenios de Ginebra de 1949.

Afortunadamente salieron ilesos, pero es una situación que ha tenido que lidiar en varias ocasiones. “Cuando nos detuvieron nos decían con palabras groseras que éramos los cómplices de la Policía”, relata desde el taller en donde se encuentra su vehículo en reparación, ya que en otra ocasión le tocó subirse a un andén para huir de otros ataques. “Eso es de todos los días. Uno vive con la incertidumbre de que en cualquier momento es una piedra o cualquier cosa”, asegura.

Las empresas a cargo de estas ambulancias también están cansadas de la situación. Les piden a los manifestantes tener cordura y aclaran que no están transportando material bélico, que son actores independientes de cualquier bando o ideología política y que simplemente cumplen su función.

“Es muy triste para nosotros ver que no están respetando la misión médica. Han pasado cosas muy delicadas; en nuestro caso, hemos tenido dos ambulancias afectadas con paciente a bordo. Han dañado nuestros panorámicos, los vidrios traseros. Tiran piedras a las ambulancias, insultan a nuestro personal”, cuenta Yohana López, gerente de S. O. S. Salud S. A. S.

Un reclamo similar tiene Rubén Martínez, gerente de H & R Ambulancias IPS S. A. S., quien dice que las ambulancias con banderas de Bogotá, como las que él coordina, están siendo atacadas porque ha circulado información tendenciosa. Se ha dicho falsamente que si tienen esta identificación son del Centro de Emergencias Crue y podrían ser las que transportan los gases. Asegura que entablarán acciones legales, incluso ante instancias internacionales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) les exigió a los ciudadanos que permitan el desarrollo de la misión médica, fundamental en cualquier sociedad. “El derecho a la salud debe prevalecer en todo contexto y debe garantizar su ejercicio sin distinción alguna, siendo este un derecho fundamental inalienable”, afirmó Gina Tambini, representante de la OMS en Colombia.

El Comité Internacional de la Cruz Roja en el país hizo una petición similar. “Desde el CICR hacemos un llamado al respeto de la misión médica en toda circunstancia, a que se permita que el personal de salud lleve a cabo sus actividades para salvar vidas y que los insumos médicos vitales lleguen a donde se necesiten”, aseguró el organismo.

Representantes de la Cruz Roja han tenido acciones ejemplares, logrando el tránsito de insumos básicos. La seccional de Santander, por ejemplo, ha acompañado el traslado de oxígeno y otros insumos médicos mediante caravanas, las cuales tienen que identificar con el logo de la Cruz Roja para que las dejen pasar. Si no fuera por su trabajo, estos insumos nunca habrían podido llegar a su lugar de destino. “Nosotros coordinamos toda la logística, el acompañamiento, que básicamente es ponernos como garantes señalando que efectivamente se trasladan insumos médicos. Al frente de la caravana ponemos el nombre y el respaldo”, asegura Fabio Oviedo, vocero de la Cruz Roja de Santander.

Según el manual de la misión médica en Colombia, los ataques a las ambulancias son considerados “infracciones contra la infraestructura”, que, según los lineamientos del derecho internacional, podrían constituirse como “crímenes de guerra”.

Lo que está pasando con las ambulancias y la misión médica en el país no es un tema menor. Todos los representantes del sector de la salud concuerdan en que deben ser respetados por encima de cualquier diferencia. Los ataques que están sufriendo deben parar y quienes los inciten podrían estar violando tratados internacionales inquebrantables.