No es sorpresa que Andrea Cortés haya sido víctima de bullying a lo largo de su vida por su identidad de género. Actualmente es patrullera de la Policía y está estudiando comunicación social. A través de su trabajo, quiere convertirse en una abanderada de los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTI.

Ella, como otras mujeres, tomó la decisión de usar biopolímeros con la esperanza de que su cuerpo luciera como ella lo quería, sin embargo, le ha costado dolores de cabeza.

En entrevista con el diario El Tiempo, contó su historia de salud y aseguró que esta fue la peor decisión que pudo haber tomado: “Hace como tres años tomé la decisión de colocarme biopolímeros en la cola y fue lo peor que pude haber hecho”.

La bumanguesa es la mayor de tres hermanas y afirmó que por las complicaciones e incluso daños irreversibles que causa esta sustancia, decidió hacerse una cirugía para retirárselos y en este momento se encuentra recuperándose en el hospital.

“No les quería contar hasta que no saliera bien, para no preocupar a nadie”, señaló e invitó a las mujeres que saben que podrían hacerse daño a no usarlos. “Hay muchas niñas que pasan por lo mismo. Es una cárcel que lleva una misma, que uno carga y uno no le dice a nadie por el miedo al qué dirán”, dijo.

También agregó que “uno a veces no se quita eso por miedo a que le quede la cola deforme o la cicatriz”. Por fortuna, la mujer resaltó que está bien de salud y fue enfática en decir que los biopolímeros son como “una bomba de tiempo” en el cuerpo.

En la historia que contó sobre su proceso de transformación y sus sueños, Cortés le señaló al diario que pasó muchos momentos difíciles debido a que sus compañeros la molestaban por su forma de ser.

“En esa época me la ‘montaban’. Me hacían lo que hoy llaman bullying o matoneo. Eso sí que lo sufrí. Se burlaban de la forma como corría... En fin, toda una pesadilla”, aseguró.

Como exige la ley, Fabio Cortés, nombre con el que fue bautizada Andrea, debía prestar el servicio militar para definir su situación. Fue entonces cuando llegó como auxiliar regular de la Policía. Andrea asegura que desde el primer momento la institución supo que era homosexual y que la respetaron.

El tiempo en el que Andrea estuvo como auxiliar le ayudó a descubrir su vocación de servicio a la comunidad y se enamoró del trabajo que venía desempeñando. Además, en este periodo ella tomó dos grandes decisiones en su vida: la primera, continuar con su carrera en la Policía; la segunda, iniciar su tránsito de género.

Aunque nunca tuvo queja de la Institución por maltrato, o falta de respeto, en algún momento, Andrea se enfrentó a una difícil situación. En 2017, cuando decidió poner en regla todos sus papeles y obtener la documentación que la identificara como Andrea, recibió la noticia de que la Policía no podía aceptar su cambio de nombre y sexo debido a que había ingresado como Fabio Cortés.

“En un permiso viajé a Bucaramanga (en septiembre de 2017) y fui a la Registraduría y cambié mi registro civil y mi cédula. Regresé con una contraseña que me identificaba como Andrea Cortés Guarín”, le dijo anteriormente a El Tiempo.

No obstante, y gracias a una tutela que interpuso en 2018, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Popayán le notificó a la Policía Nacional que la debía reconocer el derecho al desarrollo de la libre personalidad, la personalidad jurídica, la vida digna y la igualdad a Andrea Cortés Guarín.