De niña, Ángela Restrepo Moreno se quedaba por horas mirando la vitrina de la farmacia de su abuelo, detrás de la cual había un aparato de color amarillo con negro que la atraía como si fuera un imán. Era un microscopio muy parecido al que usaba Louis Pasteur en el siglo XIX para sus estudios. Esto llevó a esta valiente mujer a ser científica en una época en la que las mujeres solo tenían dos caminos posibles: ser monjas o amas de casa. Cuando Ángela se graduó de bachiller, en 1951, no había dónde estudiar microbiología en Medellín. Su panorama se esclareció cuando abrieron un curso de Bacteriología. Luego hizo un máster en la Universidad de Tulane, en Estados Unidos. Años después hizo el doctorado y a su regreso comenzó a hacer diagnósticos de enfermedades causadas por hongos y microbios en un cuartico que el Hospital Pablo Tobón Uribe le prestó a ella y a otros investigadores. Gracias al trabajo de estos científicos y a do-naciones hoy es un edificio de cuatro plantas que todos conocen como la Corporación para Investigaciones Biológicas. Ángela Restrepo es hoy por hoy una autoridad mundial en el estudio del hongo Paracoccidioides brasiliensis.  Por su trabajo Ángela Restrepo ha sido reconocida con una larga lista de condecora-ciones. Hace 20 años integró la Misión de Sabios que, junto con el educador Carlos E. Vasco, el escritor Gabriel García Márquez y el científico Rodolfo Llinás, le propuso al país una ruta de educación para catapultarlo hacia el desarrollo. La doctora Restrepo es reconocida por haber sembrado la semilla de la investigación en una veintena de médicos y microbiólogos que hoy tienen estudios de doctorado y que la consideran como su mamá, tanto en la ciencia como en la vida. “Nunca me angustié de ser una mujer soltera por la multiplica-ción de los científicos que he visto crecer a mi lado”, dice ella.