El Clan del Golfo se pasea como Pedro por su casa en Antioquia junto a dos hermanos menores igual de violentos: los Caparros y el ELN. Cuando se cruzan por los pasillos de la casa, todo termina en masacres, secuestros y extorsiones. El hogar está ardiendo.
En los municipios de Antioquia no se escuchan las palabras de paz de los grupos armados, sino los estruendos de las balas. De acuerdo con las unidades de inteligencia de la fuerza pública, las organizaciones están en disputa por el control del territorio.
Hoy en el departamento se cometen 77 homicidios por cada 100.000 habitantes, números que se asocian a los problemas de convivencia y al enfrentamiento de los grupos armados por la extracción ilícita de yacimientos mineros y la producción y tráfico de drogas.
Aunque el escenario hace eco en las nueve subregiones, hoy se siente con mayor intensidad en las localidades del norte, nordeste y bajo cauca antioqueño. En las carreteras hay retenes ilegales en los que los delincuentes filtran a sus enemigos.
Norte y nordeste
En las dos primeras zonas referenciadas opera el Clan del Golfo junto al ELN, aunque el que predomina es el grupo que comandó alias Otoniel. Ambos bandos han protagonizado homicidios selectivos y reclutado forzosamente a personas para hacerse contrapeso.
Los mensajes y acciones violentas son emitidos por los brazos armados de Roberto Vargas Gutiérrez y Darío de Jesús Castro. Aunque en el radar también se tiene a las disidencias de las Farc, que concentran la delincuencia en el municipio de Anorí.
Según el secretario de Seguridad y Justicia de Antioquia, Oswaldo Zapata, la situación es alarmante porque las muertes violentas están disparadas. “El 20 por ciento de los homicidios están en el nordeste, allá han asesinado a 162 personas”, dice el funcionario. Esos crímenes están acompañados de retenciones justificadas en retaliación y extorsión.
Por ejemplo, dos líderes sociales fueron secuestrados –uno de ellos murió bajo el mando del Clan del Golfo– y siete campesinos más fueron amordazados por no entregar dinero.
Bajo Cauca
De igual manera, en las poblaciones del Bajo Cauca reina el Clan del Golfo, pese a una creciente presencia de los Caparros, con quienes disputan las plazas de vicio.
El común denominador son las muertes y el desplazamiento masivo de personas que huyen de los disparos. La Personería de El Bagre denunció que por el río Cauca bajan cadáveres sin dolientes que, al parecer, estarían asociados a los combates. Lo mismo pasa en Caucasia, donde los habitantes del corregimiento de Cuturú se confinan cuando suena una bala.
“Preocupa que en la última semana tuvimos tres homicidios, más de cinco hechos de violencia, tres personas heridas con arma de fuego, reporte de cuatro casos de secuestro y tortura, seis desplazamientos por amenaza”, comenta el personero Gabriel Rodríguez.
La esperanza de cambio la carga Petro, así lo anunció el mandatario local de Caucasia al reconocer la necesidad de los diálogos de paz. Incluso, él le pidió permiso al Gobierno para iniciar acercamientos con los delincuentes que caminan por su subregión. Aunque el problema es más hondo de lo visible. En los municipios del Urabá antioqueño manda el Clan del Golfo sin obstáculos.
En algunas poblaciones definen los precios de la canasta familiar y limitan la oferta de los productos y servicios, confirmó la gobernación. En el suroeste y el oriente antioqueño el microtráfico tiene preocupados a los alcaldes. El negocio lo gestionan las organizaciones delincuenciales locales. No obstante, también están en disputa. En estos sectores se cometieron tres homicidios múltiples en dos semanas.