Hace una semana, cuando se frustró la votación del proyecto que buscaba castigar con cárcel el maltrato animal, el senador ponente, Juan Manuel Galán, señaló a Álvaro Uribe y su partido de haber boicoteado la votación. Todo porque cuando se iba a votar el proyecto, Uribe formuló varias inquietudes, entre las que exigía que el texto del proyecto estableciera con claridad las excepciones que debía tener la ley. Caso concreto, Uribe preguntó qué pasaría con la ley en casos como la castración, una práctica muy recurrente en la cría de caballos, fundamental para la selección de la raza y el manejo de los animales en los respectivos criaderos. Galán había dicho que el Centro Democrático, tras la pregunta de Uribe, se había levantado del recinto y que no les servía ninguna redacción y que por eso no se había podido votar el último debate de la iniciativa. Así lo registró Semana.com en el artículo ‘Uribe y los caballos que tienen frenado la ley de maltrato animal’. Tras esta publicación, los animalistas reaccionaron en las redes sociales y señalaron al expresidente como enemigo de la ley. Uribe y varios de sus congresistas rechazaron esas afirmaciones. “Ni levantamos el quórum ni evitamos que votaran la ley de buen trato animal. Ejercimos el derecho a preguntar”, trinó. Incluso fue más irónico: “Veo que tengo prohibido preguntar si las prácticas de manejo de animales domésticos quedan prohibidas en el proyecto de ley”. Paloma Valencia, además, le dijo al senador Galán que el Centro Democrático no fue el responsable de haber dañado el quórum. Y las matemáticas le dan la razón, pues los uribistas son 20 y la Unidad Nacional tiene 82 curules. Horas antes de la votación definitiva, Uribe le envió un mensaje a los animalistas. Se estaba discutiendo el plebiscito para la paz y como consideraba que el Gobierno se estaba apresurando, utilizó un dicho de la sabiduría popular, pero a su manera. Dijo: “El gobierno está ensillando antes de traer el caballo (…) Para los animalistas, yo amo tanto a los animales, que a los caballos no les digo bestias”. Pero el apoyo del uribismo al proyecto fue más allá. Cuando los senadores empezaban a escabullirse de la plenaria, Uribe exigió que se votara el proyecto y lógicamente se mantuvo con sus senadores para aprobar la ley. Tanto que el representante Juan Carlos Losada, autor del proyecto, tuvo que reconocer el aporte del uribismo. “Hoy ustedes se convirtieron en coautores de esta ley”. Y lo más sorprendente, a la salida del capitolio, decenas de animalistas que celebraban con júbilo la aprobación de esta nueva ley, se tomaron una foto con Uribe. La nueva ley Losada, quien por decisión del Consejo de Estado deberá dejar su curul, se la jugó por una ley que, por primera vez, declarara a los animales como “seres sintientes” dentro del ordenamiento jurídico. Inspirado en los lamentables hechos del caballo descuartizado en una corraleja en Turbaco a principios de año, entre otros, Losada presentó el proyecto, pues en la ley vigente el maltrato animal era sancionado con multas irrisorias. Tras cuatro debates, Losada consiguió convertir su proyecto en ley. La nueva legislación contra el maltrato animal establece que quien por cualquier medio maltrate a un animal doméstico, amansado, silvestre vertebrado, o exótico vertebrado y le cause la muerte o lesiones que menoscaben gravemente su salud o integridad física, incurrirá en prisión de uno a tres años y multa de cinco a 60 salarios mínimos legales vigentes. Quedaron incluidas las excepciones que actualmente contempla el estatuto de protección animal, ley vigente desde 1989, por lo que las sanciones no se aplicarán en actividades económicas como la ganadería, ni para aquellas que según la Corte Constitucional son tradición cultural y que no son consideradas por ese tribunal como maltrato. Casos de las corridas de toros, las peleas de gallos y el coleo. Losada, muy emocionado, agradeció al senado y a Galán, por haber aprobado esta ley histórica para los animales. El congresista sólo estuvo un año y medio en el Congreso y sacó una de las leyes de mayor impacto en el país. Ahora sólo falta el trámite de la conciliación entre Senado y Cámara, y la posterior sanción del presidente de la República.