Este sábado —sin presencia de alguna de funcionarios del Gobierno Nacional— tuvo lugar el consejo de seguridad anunciado esta misma semana en El Salado, el tercero desde que fueron difundidos los mensajes que vía WhatsApp intimidaron a 12 líderes sociales en diciembre pasado.La reunión fue encabezada por el gobernador de Bolívar, Dumek Turbay, acompañado de las autoridades civiles, policiales y militares de la región. La decisión fue ofrecer 20 millones de pesos por información para dar con los autores de los escritos amenazantes.Al inicio de la jornada, las víctimas quisieron protestar luego de que la Gobernación nombrara solamente a dos de ellos como representantes en reunión, excluyendo a los demás. Muchos de ellos tiene reclamos de que a la población no le han cumplido desde la Unidad de Víctimas con los auxilios prometidos por años.Este corregimiento, que hace 19 años sufrió una de las más terribles masacres ejecutadas por las AUC y dejó 66 personas muertas, este día es epicentro de la intervención estatal, qué es más bien esporádica a decir de los habitantes.Tres enormes vehículos militares custodiaban la entrada al poblado a lo largo de la vía que viene de Carmen de Bolívar, así como aviones SuperTucano sobrevolaron las casas, pese a que el ministro de Defensa, Guillermo Botero, había manifestado a los medios que no había rastros de grupos al margen de la ley en la comarca.El templo católico, qué al parecer llevaba seis meses sin abrir su puertas, celebró la misa a las 9 a.m., misma hora a la que supuestamente iniciaba el consejo. El sacerdote al ver qué se acercaban los periodistas, pidió a sus pocos fieles no responder a las preguntas.En la cercana casa del pueblo, donde funciona la biblioteca, se adelantaba la reunión en medio de la ligera fetidez que despiden los lodos y las aguas podridas que rodean el sector de calles destapadas por cuenta de fallas en el acueducto local.Esa es quizá la más sentida necesidad expresada por los saladeños, aparte de evitar la estigmatización de una población que lo único que busca es dejar atrás el fantasma del terrible ataque de la violencia que vivió en carne propia.*Corresponal de SEMANA en Barranquilla.