En menos de 48 horas, el Clan del Golfo mató a dos miembros de la fuerza pública en el municipio chocoano de Acandí. El miedo tiene contra la espada y la pared a la población que se niega a cumplir las pretensiones de la organización delincuencial.

La copa la rebosó el homicidio del subintendente Diomedes de Jesús Chaverra Sánchez, quien estaba adscrito a la Dirección de Protección y Servicios Especializados de la Policía Nacional y fungía como el escolta del mandatario local.

De acuerdo con el reporte de las autoridades, el uniformado estaba esperando al alcalde a las afueras de la administración municipal cuando fue atacado sin mediar palabra por dos hombres que se movilizaban en una motocicleta.

El coronel Alex Gerardo Suárez, comandante encargado del Departamento de Policía de Urabá, detalló que Chaverra Sánchez ajustó 18 años y tres meses en la institución. Producto del homicidio, dejó a su esposa y a su hijo de 12 años.

“La Policía Nacional despliega todas sus capacidades operativas e investigativas para identificar, individualizar, capturar y judicializar a los responsables de este hecho. La Policía de todos los colombianos se solidariza y acompaña a la respetada familia de nuestro héroe de la patria”, afirmó el comandante.

Según las unidades de inteligencia, en esa zona del país delinque el brazo armado de Efrén Vargas Gutiérrez de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), como también se hace llamar el Clan del Golfo.

Esa subestructura está comandada por alias El Negro Perea y la tarea principal es facilitar el tránsito del narcotráfico de esa organización desde Colombia, por medio del golfo de Urabá, hacia Centroamérica.

El punto estratégico que lograron consolidar les ha permitido afianzar sus rentas criminales con el tráfico de migrantes que arriban a Necoclí, navegan hacia Acandí y caminan por la selva del Darién para llegar a Panamá.

En su mayoría, con base en los análisis de la Defensoría del Pueblo, los que más frecuentan la ruta son haitianos y venezolanos con miras a refugiarse de los conflictos internos de sus naciones en los países de Centroamérica y Norteamérica.

Para levantar todos los obstáculos que se encuentran en el cumplimiento de sus objetivos, han cometido homicidios selectivos, desplazado a familias enteras, secuestrado a personas y sostenido su imagen de poder con extorsiones y amenazas.

En medio de un operativo que lideró este sábado el Ejército Nacional para frenar su delincuencia, fue asesinado un soldado profesional en medio de las balas que lanzaron los hombres del grupo Efrén Vargas Gutiérrez.

La víctima fue identificada como Jean Padilla González e integraba la unidad que se enfrentó a los delincuentes que estaban en la vereda San Miguel del municipio fronterizo de Acandí.

Sin embargo, en medio del combate, el homicida se fugó junto a su grupo. La Séptima División del Ejército advirtió que apoyará las labores de la Fiscalía General de la Nación para acelerar la judicialización de los responsables del crimen.

“El Ejército intensificará la ofensiva, a fin de neutralizar a los integrantes de esta organización criminal y demás grupos armados organizados que alteran la seguridad y tranquilidad de la población en esta zona del departamento de Chocó”, afirmó el comando de la Décimo Séptima Brigada.

Con base en las estadísticas del Ministerio de Defensa, en los primeros cuatro meses de este año, en Acandí, un miembro de la fuerza pública resultó asesinado y otro más herido en medio de un operativo realizado el pasado dos de febrero.

Frente a los datos del departamento de Chocó, la actividad del Ejército y la Policía se ha visto empañada en varias oportunidades por parte de los delincuentes. No obstante, la letalidad contra el Estado se vio reflejada en tres homicidios y ocho lesionados.

Los actos terroristas se cometieron en Quibdó, Riosucio, Istmina, Bojayá y San José del Palmar.