Lo que dice SamperEl expresidente Ernesto Samper se presentó ante la Comisión de la Verdad para hacer su aporte a temas trascendentales sobre el conflicto armado, como el proceso 8.000, la conspiración en su contra y el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Hace apenas un mes el presidente Duque le encargó al nuevo fiscal, Francisco Barbosa, asumir como una de sus principales tareas el esclarecimiento de ese magnicidio que lleva 25 años en la impunidad. Entre muchas, Samper hizo las siguientes afirmaciones ante la Comisión: que el dinero del narcotráfico en su campaña entró sin su conocimiento. Además, soltó una nueva teoría según la cual ese dinero no incidió en el resultado de las elecciones, pues los administradores de la campaña se habrían robado más de 5 millones de dólares de aportes legales que empresarios colombianos hicieron en el exterior. Esa suma equivaldría a la que aportó el cartel de Cali. Eso en la práctica significaría que Fernando Botero se habría quedado con los millones legales depositados en Nueva York y los habría reemplazado en Colombia con los de los Rodriguez Orejuela. Según estas matemáticas, como el monto de la plata legal y la ilegal era el mismo, para Samper el dinero del narcotráfico no incidió en el resultado. Esta acusación nunca se había hecho, pues siempre se había hablado de un faltante de 1 millón de dólares. Agregó que el fiscal de ese momento, Alfonso Valdivieso, nunca quiso investigar las cuentas en Nueva York, donde supuestamente habían llegado los aportes legales.
Samper y Botero se odian tanto, que cada uno le inventa o le exagera delitos al otro. El expresidente acusa a su exgerente de campaña de robarse “más de 5 millones de dólares”, mientras Botero, promotor de la teoría del crimen de Estado, vinculó a su antiguo jefe con el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Según Samper, por cuenta de la crisis de gobierno que produjo el proceso 8.000, hubo varios grupos de conspiradores. A uno de estos lo describió como “los conspiradores de sangre”, los cuales estarían dispuestos a llegar a cualquier extremo para sacarlo del poder. Para el expresidente, en esa conspiración tuvo un papel clave el Ejército Nacional. Aunque no mencionó nombres propios ante la Comisión, los conocedores del caso entendieron que se refería al general Harold Bedoya, al general Ricardo Cifuentes y al coronel Bernardo Ruiz.
A esta interpretación del expresidente se suma el rumor de que entre los que propiciaban el golpe de Estado podría estar Enrique Gómez Hurtado, hermano del líder conservador.Samper sustenta en varias fuentes la teoría de que los militares estarían detrás del crimen. Una de estas es la investigación de la Fiscalía llevada a cabo por Alfonso Gómez Méndez. Otra, el propio testimonio del exembajador de Estados Unidos Myles Frechette. Y también la exhaustiva investigación del periodista Jorge Gómez en su libro “Los secretos del asesinato de Álvaro Gómez”. El entonces fiscal Gómez Méndez desarrolló la tesis central de los militares como responsables de ese crimen. En ese momento se pudo establecer que un grupo de personas llegaron a redactar un acta constituyente según la cual después del golpe de Estado que sacaría a Ernesto Samper de la Casa de Nariño, lo reemplazaría Álvaro Gómez Hurtado. Este documento apareció en la caja fuerte del secretario privado del líder conservador, Rommel Hurtado, quien se lo hizo llegar al propio Samper por medio de un senador. Hurtado murió asesinado muchos años después por razones que para la justicia no tienen relación con el magnicidio, pero para la familia Gómez, sí. Desde el inicio de la investigación, la Fiscalía encontró nexos de miembros del Ejército con la muerte de Gómez. Muy cerca del lugar las autoridades detectaron un campero que resultó pertenecer a una unidad de inteligencia militar. Los ocupantes explicaron que iban a recoger unos ejemplares de la revista Cromos cerca del lugar de los hechos. Para la Fiscalía eso no era verdad y aparecieron varios elementos que terminaron en la captura de otros militares que estaban en el vehículo. A estos los interrogaron y posteriormente los pusieron en libertad.
Sin embargo, Gómez Méndez acusó al coronel Bernardo Ruiz, uno de los protagonistas de la supuesta conspiración. La pesquisa determinó que este oficial dirigía un comando militar conocido como el Grupo Cazadores, el cual habría participado directamente en el asesinato del líder conservador. Adicionalmente, en contra de Ruiz aparecieron varios testigos, entre ellos uno conocido como Emilio I. Todos estos elementos terminaron con la expedición de una orden de captura contra el uniformado. Lo detuvieron, poco tiempo después se fugó y, más tarde, lo recapturaron. En dos instancias la justicia lo exoneró de cualquier responsabilidad con el argumento de que los testigos en su contra eran poco creíbles. La otra fuente importante para Ernesto Samper fue la entrevista que el embajador de Estados Unidos en la época de los hechos, Myles Frechette, le dio al periodista Jorge Gómez antes de morir. En esta afirma que unos militares y algunos miembros de Acore (Asociación Colombiana de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares) lo visitaron para preguntarle si el gobierno norteamericano estaría dispuesto a apoyar un golpe de Estado, él les dijo categóricamente que no, pero nunca quiso revelar los nombres de esas personas. Samper describe esas personas como “conspiradores de sangre”. Ese mismo grupo, antes del fracaso del plan de golpe de Estado, habría contactado a Álvaro Gómez Hurtado para proponerle asumir la Presidencia de la República después de la caída de Samper. El líder conservador habría rechazado tajantemente esa posibilidad. Según el testimonio de Eduardo Matuk, una de las últimas personas con las que Álvaro Gómez Hurtado habló antes de morir, el líder conservador dejó claro que solo estaría dispuesto a llegar a la Casa de Nariño como resultado del voto popular. ¿Qué motivaría a esos militares? Según Samper, su propósito original era silenciar a Gómez Hurtado, quien por haber rechazado el golpe de Estado se convertía en un peligro por conocer del mismo. Al mismo tiempo, pensaban que con el magnicidio desestabilizarían el país y Samper tendría que caer. A esta interpretación del expresidente se suma el rumor de que entre los que propiciaban el golpe de Estado podría estar Enrique Gómez Hurtado, hermano del líder conservador, uno de los voceros más críticos del entonces presidente. Esta hipótesis siempre ha indignado a la familia Gómez.
Para Samper, los que lo vinculan con el crimen de Gómez Hurtado pasan por alto que, a pesar de sus diferencias políticas e ideológicas, entre ellos tenían una relación cordial. Incluso como prueba de esto señala que en el momento del asesinato en su gabinete había tres ministros alvaristas: su sobrino Daniel Mazuera Gómez, Rodrigo Marín y Juan Carlos Esguerra.El expresidente considera que la declaración más importante a su favor es la de Frechette. Nunca el tío Sam había interferido en forma tan directa y agresiva contra un mandatario colombiano como lo hizo contra Samper. Se llegó incluso al punto de que le quitaran la visa al presidente por recomendación de Frechette. Esa situación humillante se ha mantenido vigente hasta la fecha. Aun así, en la entrevista que le dio a Jorge Gómez, el exembajador gringo dejó claro que Ernesto Samper y Horacio Serpa no tenían absolutamente nada que ver con el asesinato de Álvaro Gómez.
Lo que dicen los GómezPara la familia Gómez todo lo que afirma Samper es una cortina de humo. La realidad para ellos es la siguiente: Álvaro Gómez Hurtado habría apoyado el gobierno de Samper hasta que salieron a flote las revelaciones del proceso 8.000. Después de la confesión de Santiago Medina, cambió de posición. Ante las pruebas de la narcofinanciación de la campaña, consideró que por dignidad nacional Samper no podía permanecer en la Presidencia. Sus editoriales en El Siglo se volvieron cada vez más críticos y llegó a pedir la renuncia del primer mandatario. Por esto, Enrique Gómez Martínez, sobrino de Álvaro Gómez Hurtado, se convirtió en el abogado del supuesto asesino de su tío.La oposición de una voz tan respetada nacionalmente como la de Gómez Hurtado habría llevado a Ernesto Samper y a su ministro del Interior, Horacio Serpa, a la conclusión de que tocaba silenciarla. Para esto, habrían recurrido al cartel del norte del Valle, liderado por Orlando Henao, conocido como el ‘Hombre del Overol’. El intermediario utilizado para esos efectos habría sido Ignacio Londoño. Este último era abogado de Henao y de los demás capos del norte del Valle. A su vez era hijo de los dos jefes políticos liberales más poderosos de Cartago (Valle). La familia Gómez sustenta su teoría en el testimonio del narcotraficante Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, hoy preso en Estados Unidos. Según su versión original ante la justicia, el excoronel de la Policía Danilo González habría coordinado el magnicidio. Este oficial, después de retirarse de la Policía, se convirtió en el jefe de seguridad y en uno de los hombres clave del cartel del norte del Valle.Según Rasguño, “Nacho Londoño” era el eslabón perdido en el magnicidio de Gómez Hurtado, dado que, según el capo, era muy amigo de Serpa y conocido de Samper. En sus declaraciones, el narcotraficante afirma que él presenció una reunión en la que Henao le habría ordenado a Londoño buscar a Carlos Castaño para que consumara el asesinato de Gómez Hurtado. Los tres protagonistas de la versión de Rasguño están muertos. Para la familia Gómez, las declaraciones de Fernando Botero Zea han confirmado las de Rasguño. El exministro aseguró que el homicidio de Álvaro Gómez Hurtado fue un crimen de Estado. Esto, en la práctica, vincularía a Ernesto Samper y a Horacio Serpa con el crimen. En todo caso, la familia Gómez ha defendido a capa y espada desde ese momento la interpretación del crimen de Estado y emprendió una cruzada para que el fiscal Néstor Humberto Martínez declarara crimen de lesa humanidad el asesinato del líder conservador. Ese es uno de los pocos reconocimientos que la familia le hace a la Fiscalía, pues por lo general consideran que las personas que han encabezado ese organismo han desviado la investigación para proteger a Samper y a Serpa.
El primero que tuvo a cargo ese caso fue Alfonso Valdivieso, quien capturó a Héctor Paul Flórez, un hombre señalado de haber sido el autor material del crimen. Los Gómez aplaudieron inicialmente esa detención, pero después de 18 años de cárcel han concluido que se trató de un montaje. Por esto, Enrique Gómez Martínez, sobrino de Álvaro Gómez Hurtado, se convirtió en el abogado del supuesto asesino de su tío. ¿Qué motivaría a Ernesto Samper y a Horacio Serpa para mandar a matar a Álvaro Gómez? Según el sobrino de este último, habría dos grandes razones: 1) Producir un terremoto político para neutralizar la obsesión nacional con el proceso 8.000. 2) Para que los congresistas de la Comisión de Acusaciones que no se atrevían a exonerar a Samper por miedo a la reacción de Gómez Hurtado tuvieran vía libre para hacerlo sin ese riesgo. Según esta interpretación, con Gómez Hurtado vivo esa mayoría era difícil de obtener. Para la familia Gómez todo esto es claro y la investigación no ha avanzado en la justicia por la actuación de los fiscales. A Eduardo Montealegre lo acusan de no haber querido imputar cargos a Ignacio Londoño, lo cual le habría costado la vida a personas que iban a testificar contra este. A Alfonso Gómez Méndez lo acusan de proteger a Samper al desviar la investigación hacia el Ejército. Para la familia de Álvaro Gómez hay una conspiración del “tapen, tapen, tapen” que tiene su origen en que “el narcotráfico y el gobierno de Ernesto Samper eran una misma unidad”. Consideran que no se ha podido establecer la verdad, entre otras razones por el riesgo personal que entraña contarla. Señalan que muchas personas han muerto por nexos de una u otra naturaleza con la investigación del crimen. Y mencionan con nombre propio a Oviedo Alfaro, Rommel Hurtado, Lorena Henao, la hija de Víctor Patiño y el hijo del general Ricardo Cifuentes. Al igual que Ernesto Samper, esperan que el nuevo fiscal, Francisco Barbosa, tenga el valor de sacar la verdad a la luz pública.