Era un secreto a voces que se mantenía bajo el velo que representa formar parte de una minoría habitualmente estigmatizada en Medellín.

Miembros de la comunidad LGBTI están siendo víctimas de abusos, robos y hasta torturas, que desencadenan en ocasiones homicidios, pero ante la ausencia de denuncias se convertían en una fría cifra más. El testimonio de un sobreviviente destapó la caja de Pandora de los ataques a personas de esta población.

Él tuvo la suerte de contar la historia, pero de inmediato se hicieron visibles seis asesinatos acaecidos este año contra personas que buscaban un romance con alguien de su mismo sexo y terminaron asesinadas. Se trata de historias similares de Juan, Sahmir, David, Oswaldo, Hernán y Gustavo.

Todos murieron luego de acordar un encuentro sexual en lugares privados. Hoteles, moteles, hostales y hasta sus casas fueron testigos de la brutalidad con que se perpetraron estos crímenes que hoy tienen en alerta a la población LGBTI de la ciudad, así como a la Alcaldía, que dispuso la más alta recompensa de 80 millones de pesos para encontrar a los responsables de los aberrantes asesinatos.

Los casos se caracterizan por un patrón similar: la cita con la muerte la acordaron mediante una aplicación llamada Grindr, exclusiva para personas que gustan del mismo sexo, bien sea homosexuales o travestis, pero que en la práctica es más que un espacio para convenir de forma directa encuentros sexuales. En esta aplicación andaban merodeando los asesinos, y el primer caso fue el de Oswaldo, un hombre de 45 años.

Su cuerpo fue encontrado, el 11 de enero, en su apartamento en el barrio La Castellana. Los peritos determinaron que presentaba surco de presión a la altura del cuello. Había sido ahorcado para después robarlo. Las autoridades ya detuvieron al presunto asesino y está siendo procesado.

Pocos días después, el 28 de enero, la víctima fue David. También llegó la muerte a su casa, donde acordó un encuentro íntimo que terminó en tragedia. El hombre, de 31 años, fue encontrado en su apartamento, y nuevamente el asesinato ocurrió por ahorcamiento para después robarlo. El cuerpo se hallaba boca abajo, con las manos amarradas. Le habían quitado la vida con un cinturón de lona.

Aunque la administración de Medellín se ha comprometido con los derechos de la población LGBTI, la intolerancia está presente. Así sucedió cuando izaron la bandera del orgullo gay en el Pueblito Paisa, que fue retirada y cortada con una navaja.

El tercer crimen se dio en el céntrico barrio La Candelaria, en el hotel Pasaje Real, el primero de febrero. La muerte de Gustavo fue brutal, lo mataron a golpes. Entró acompañado de una persona, quien luego de haberle ocasionado “heridas traumáticas” abandonó el lugar, y el cuerpo fue encontrado en la noche por un empleado.

A Sahmir lo mataron el 15 de febrero en su casa, en la localidad de Laureles. Tenía apenas 23 años, también había acordado una cita por medio de Grindr. Esta vez los autores fueron dos hombres. La extrema violencia parece ser el común denominador de estos hechos.

También murió por asfixia mecánica, pero en este caso estaba amarrado de manos y pies con correas y una sábana. Lo robaron y dejaron su cuerpo tendido. Torturado y golpeado, así encontró su propia madre a Juan Danilo Bedoya, un joven de 30 años. La situación fue similar, pero en esta ocasión la violencia fue clara.

Estaba semidesnudo, atado de pies y manos con el cable de una extensión y había sido golpeado con brutalidad hasta matarlo. Había concretado una cita por la aplicación con las dos personas a las que llevó a su casa sobre la una de la mañana. Su madre se percató de que los acompañantes salieron rápidamente del lugar y se fueron en un carro, como quien emprende la huida.

Esto la alertó, caminó hasta su habitación y lo encontró sin vida. El último de estos crímenes que han tenido en la mira a personas LGBTI fue el de Hernán Macías López, quien fue encontrado muerto en el hotel Nuevo Milenio, en el centro de la ciudad.

Este ha sido probablemente el de mayor divulgación, su mamá ha hablado con los medios manifestando su dolor. Hernán era su apoyo, mensualmente con su salario de vigilante le mandaba 400.000 pesos para cumplir el sueño de tener una casa. Así como es el asesinato más conocido, también fue el más violento. Lo amarraron de pies y manos, tenía una mordaza en la boca y fue ahogado en la bañera de la habitación.

Su cuerpo fue encontrado en la mañana y el acompañante había salido horas antes sin dejar rastro. ¿Asesinatos por género? La pregunta que ronda entre las autoridades investigativas, la Gerencia de Diversidades Sexuales y la Secretaría de Seguridad de Medellín es si estos asesinatos son aislados, si tenían como finalidad el robo de las víctimas o si detrás hay un patrón sistemático que tendría en la mira la población LGBTI.

En algunos de los casos está descartado, pero hay otros que revelan patrones similares. Por eso, los investigadores de la Fiscalía se están fijando en cada uno de los detalles, las pistas, lo que arrojan los videos que han recopilado y nuevos testimonios que han surgido cuando afloró esta cadena de crímenes.

Además de que las citas fueron concertadas por la aplicación Grindr, varios de los cuerpos han sido encontrados en situaciones similares, atados de pies y manos. Por eso están determinando si hay similitud en los amarres, en las formas de tortura y de ahogamiento de las víctimas, que en su mayoría han sido por asfixia. Y hay un detalle que no ha pasado desapercibido.

Se trata de un automóvil blanco, en el que se movilizaba presuntamente el asesino de las dos personas que fueron encontradas sin vida en la zona de Laureles. Además, de acuerdo con los testimonios, las características físicas del homicida resultan similares. No había armas y murieron por estrangulamiento.

En estos seis lugares fueron cometidos los asesinatos. Se ubican en diferentes comunas de Medellín, lo que descarta que sea un grupo que se haya ensañado contra la población LGBTI en una zona puntual. Son espacios privados en donde se encontraron con la muerte.

Pero hay una pregunta de fondo que plantea Patricia Llano, gerente de Diversidades Sexuales e Identidades de Género de Medellín: “En la mayoría de estos asesinatos, las víctimas han sido robadas, pero ¿esta violencia extrema se habría dado si no fueran homosexuales o miembros de la población LGBTI?”. La respuesta seguramente es negativa. La violencia se ensañó contra estas seis personas y las autoridades están concentradas en aclarar los hechos.

La Fiscalía señaló que “se avanza en la investigación atendiendo a los estándares de aplicación del enfoque diferencial, teniendo presente la orientación sexual de las víctimas y se busca determinar si esta tuvo o no relación con la ocurrencia de los hechos”.

Por ahora, no se puede hablar de sistematicidad, serán las autoridades las que lo determinen. Sin embargo, sí hay comportamientos comunes y continuos contra las personas que han decidido romper con la norma de la heterosexualidad y eso configuraría crímenes de odio.