"En la selva solo quedarán los paujiles", dijo ante las cámaras, hace una década, un Mono Jojoy desafiante, cuando todavía seguían vivos los diálogos del Caguán. Su idea de llegar a las ciudades en medio de una insurrección armada y tomarse el poder puso a temblar al país entero. Jojoy era el cerebro militar de las Farc y no tenía escrúpulos en usar cualquier método terrorista contra la población civil. Después vinieron bombas como la del Club El Nogal, los ataques a la Casa de Nariño; secuestros masivos e interminables y asesinatos en masa. Por sus obras, más que por sus palabras, Víctor Julio Suárez, Jorge Briceño o el Mono Jojoy era uno de los hombres más temidos del país. Había crecido con un fusil terciado al hombro, y fue el alumno aventajado y amado de Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo, y de Jacobo Arenas. A pesar de que no fue un hombre ilustrado ni estudioso de las teorías bélicas, fue el gran estratega de las Farc, el que las convirtió en una máquina de guerra y narcotráfico única en el continente. Por eso, por su papel y gran influencia dentro de las filas de las Farc, por su control en buena parte del oriente y sur del país, por la falta de límites en sus métodos violentos, Jojoy se convirtió durante casi una década en el principal objetivo de las Fuerzas Armadas. Matarlo para que dejara de matar parecía ser la consigna. Y a esa meta le apostaron muchos esfuerzos. Primero, una lenta, ardua y peligrosísima labor de infiltración en sus filas, liderada por la Policía, que llevó a que la inteligencia en todos los niveles lo conociera en detalle: sus sentimientos y miedos, sus enfermedades y gustos, sus hábitos y la gente más cercana. Muchas veces a lo largo de estos años, las Fuerzas Militares estuvieron cerca de dar con él. En por lo menos dos ocasiones encontraron sus huellas tibias en campamentos que acababa de evacuar, y en varios bombardeos hubo falsas alarmas de que había caído. Pero el hombre alimentaba con cada huida su propio mito. Que más de mil hombres lo custodiaban. Que se escondía bajo la tierra. Que preparaba una ofensiva nunca vista. La labor minuciosa de la inteligencia, informantes muy fiables, el uso de una tecnología militar satelital de punta y un análisis juicioso de toda esa información llevaron a que el 22 de septiembre de 2010 se lanzara una de las operaciones militares mejor coordinadas del mundo, y que una lluvia de bombas destruyera el campamento de Jojoy y acabara con su vida. La Operación Sodoma puso a prueba el profesionalismo de todas las fuerzas que participaron en ella: la Policía, que junto a la Armada hizo la mayor parte de la inteligencia; la Fuerza Aérea, cuya experiencia para combatir en una geografía hostil le permitió atacar con éxito una zona de riscos y peñascos que recuerdan las cuevas donde por tanto tiempo se escondió Osama bin Laden en Afganistán, y el Ejército y la Infantería, que tuvieron la tarea de descender a aquel insólito campamento donde encontraron, en medio de los destrozos de la guerra, el cuerpo de su enemigo: Jojoy. La historia secreta de cómo fueron sus últimos días, de cómo se planeó y ejecutó una operación milimétrica, de cómo se usó la tecnología más sofisticada y de cómo un grupo élite de militares y policías corrió todos los riesgos para dar con él se podrá ver este domingo a las nueve de la noche en el canal Discovery. Operación Sodoma es una coproducción de la revista SEMANA, Imagina US, RCN Televisión y Discovery, con la participación de los protagonistas directos de la operación, desde el presidente Juan Manuel Santos, pasando por los altos mandos militares, hasta los pilotos, policías y soldados. Además revela imágenes inéditas del jefe guerrillero en sus últimas semanas. La exhaustiva investigación y las grabaciones duraron cerca de ocho meses, y dan como resultado una película en la que la emoción y la acción dejan sin aire al espectador.El documental se presenta un año después de que el Mono Jojoy murió en La Macarena, en el Meta, muy lejos de las ciudades que hace una década soñaba con someter. Pereció temeroso de ser traicionado por sus propios hombres, enfermo y con el delirio de volver a tener un ejército guerrillero como el que algún día tuvo. Un ejército guerrillero que difícilmente encontrará un reemplazo para un hombre como él.