Lo que encontraron los investigadores del cuerpo técnico de la Fiscalía en varias bodegas y parqueaderos en Bogotá, confirma lo que advierten algunos fabricantes de licores, respecto de la necesidad de destruir los envases y las etiquetas de las botellas para evitar que sean usadas en el tráfico y adulteración de estos mismos licores.
Más de 25 toneladas, entre botellas, productos y todos los implementos para adulterar licor, fueron encontrados en improvisados alambiques que tenía una organización criminal, listos para reenvasar el veneno que pensaban traficar en tiendas de barrio de la capital del país. Siete personas fueron capturadas.
“En los procedimientos realizados en las localidades de Kennedy, Bosa, Antonio Nariño y Santa Fe, en el suroccidente y centro de Bogotá, también fueron incautadas más de 25 toneladas de licor fraudulento, insumos líquidos y sólidos, y otros elementos utilizados para la elaboración ilegal, sin los permisos de las autoridades competentes y de las licoreras”, explicó el ente acusador.
La organización criminal logró apoderarse de toda la cadena delictiva, desde el propio reciclaje de las botellas que compraban habitantes de calle, hasta el trabajo de “limpieza” de estas botellas. La fabricación del licor adulterado, el reenvase y el tráfico por los establecimientos cómplices de esta red criminal.
“La estructura delictiva sería la encargada del reciclaje de botellas, a las que les hacían un proceso de limpieza con desengrasantes, varsol y disolventes; la obtención de estampillas, tapas, sellos de seguridad y marquillas; la producción de las bebidas, mediante la mezcla indiscriminada de alcohol etílico, licores de bajo costo, esencias y distintas sustancias; y el envasado y comercialización del producto como si fuera whisky, ron, vodka o ginebra de marcas internacionales reconocidas”, señaló la Fiscalía.
La organización delictiva tenía contactos en diferentes localidades de Bogotá y recibían a través de WhatsApp los pedidos que cumplían de manera ordenada y bajo una rigurosa vigilancia, para evitar el seguimiento de las autoridades. Sin embargo, esa misma comunicación se convirtió en los elementos de prueba que fueron usados en las audiencias preliminares.
“En el curso de la investigación se estableció que los licores falsos eran vendidos por encargo, a través de negociaciones por vía telefónica y grupos de WhatsApp; y eran despachados como encomiendas a diferentes sectores de Bogotá, municipios de la sabana cundinamarqués y otras ciudades del país. Incluso, se detectó la distribución en una casa de banquetes”, dijo el director especializado contra las Violaciones a los Derechos Humanos, Hugo Tovar Pérez.
La Fiscalía imputó a los presuntos integrantes del grupo delictivo los delitos de: usurpación de derechos, propiedad industrial y derechos obtentores de variedades vegetales; imitación o simulación de alimentos, productos o sustancias; ejercicio ilícito de actividad monopolística de arbitrio rentístico; y corrupción de alimentos, productos médicos o material profiláctico.
“En el curso de la investigación se estableció que las botellas usadas son el punto de partida de la falsificación de licores. Esta red delincuencial buscaba de cualquier manera y en distintas ciudades cristales que estuvieran en buen estado, ante la imposibilidad de hacer réplicas que solo fabrican las empresas licoreras extranjeras en sus plantas especializadas”, dijo Tovar.
La Fiscalía nuevamente hace la recomendación de muchos fabricantes y expertos en la identificación de estos licores adulterados, e incluye la participación de los consumidores en el propósito de romper las estampillas, las etiquetas e incluso rayar las botellas para que queden identificadas como usadas.