Wilson Arébalo tenía su camioneta Nissan Patrol gris, con blindaje 2.5 y modelo 1993, parqueada frente de su quesera en la vereda Primavera de Arauquita. Era un día a finales del 2017, José Aldemar Rojas había salido del caserío La Esmeralda hacia Fortul, en Arauca. Iba acompañado de otro hombre cuando se cruzó con el vehículo y se acercó a su dueño, a quien no conocía. Entonces le preguntó por el precio del carro y en ese mismo instante y sin muchos rodeos le ofreció comprárselo..Ese es el relato que le entregó Arébalo a la Fiscalía este jueves sobre el final de la tarde, siete horas después de que la que fue su camioneta explotara en la Escuela de cadetes General Santander, en un ataque que causó la muerte de al menos 21 personas y dejó heridas a más de 60. Allí, en la vereda de Arauca donde entregaba su testimonio, Arébalo continuó su relato. Tras decirle que le compraba la camioneta, Rojas se montó, la condujo y se mostró dispuesto a pagar los 25 millones de pesos que Arébalo le pidió.En contexto: "Pusimos la bomba en la General Santander... nos tocó encaletarnos""A los 10 días el señor José me envía los 10 millones de pesos y me dijo que cuando tuviera el traspaso, él me daba el resto de plata. Él pisó el negocio con esa plata". Entonces comenzó el trámite de venta de la camioneta, que tuvo algunos problemas notariales. Finalmente, el papeleo terminó y Rojas le mandó los 15 millones restantes a Arébalo a través de un intermediario desconocido, según relató.El negocio habría ocurrido apenas un par de meses antes de que, en febrero de 2018, Rojas obtuviera su licencia de conducción. Pero este último traspaso de la camioneta no es el único que le interesa a las autoridades. Arébalo también contó que le había comprado la camioneta, en diciembre de 2016, a un hombre llamado Mauricio, conocido como "Macancán", que vivía en Saravena, Arauca. A cambio de la Nissan, él le había entregado un Renault Aveo, más 10 millones de pesos.Esta transacción es llamativa para las autoridades porque el vendedor sería Mauricio Mosquera León, quien fue capturado por rebelión, señalado de pertenecer al ELN.Puede leer: EN VIDEO: El recorrido del carro bomba para llegar a la General SantanderArébalo también contó que le pagaba una extorsión anual de 1 millón de pesos a la estructura ‘Omaira Montoya‘ del ELN. Y agregó: "A mí me amenazaron una vez un comandante de la guerrilla, alias Totto, comandante de la comisión Omaira Montoya. A mí él me mandó a amarrar porque le pegué un puño a un empleado que trabajaba conmigo. Posteriormente dio la orden de que me soltaran". También contó que un comandante conocido como alias Grillo lo encañonó al menos cuatro veces por diferencias personales.Los investigadores han concentrado esfuerzos para establecer el pasado de la camioneta Nissan, pues fue esta el hilo del que se jaló para empezar a esclarecer el atentado. Con la placa del vehículo se conoció el nombre de José Aldemar Rojas, que apareció registrado como su propietario. A partir de esa identidad se ha construido la investigación.