Cuarenta días de angustia, de zozobra, pero también de optimismo, pese a que cada vez más se agotaban las esperanzas para hallar con vida a los cuatro niños extraviados en las selvas del Yarí, luego de accidentarse la avioneta en la que viajaban con su madre, el pasado primero de mayo.

Así transcurrieron seis semanas para quienes integraron y trabajaron sin descanso en el comando especial de la llamada Operación Esperanza, que se tomó la espesa selva del Guaviare y la convirtió en escenario de una de las misiones de rastreo más grandes de Colombia en los últimos 20 años.

Niños sobrevivientes del accidente aéreo en el Caquetá | Foto: El País

Dicha operación estuvo conformada por más de 120 militares y unos 70 indígenas —estos últimos liderados por el padre de los menores, Manuel Ranoque—, que se dieron a la tarea de hallar sanos y salvos a los pequeños que volaban en la avioneta tipo Cessna 206 HK 2803, que se accidentó cuando se encontraba sobrevolando el río Apaporis, ubicado en la selva entre Caquetá y Guaviare, pues, tuvo una falla en el motor.

En la aeronave volaban siete personas en total. Las autoridades hallaron, a mediados de mayo, los restos de la avioneta y tres cuerpos que corresponden a Magdalena Mucutuy Valencia (madre de los niños), Hernán Mendoza y Hernando Murcia, quien era el piloto.

Grupo de rescatistas junto a los cuatro niños en la selva del Guaviare. | Foto: Suministrada a SEMANA.

Para hallar a los menores de 13, 9, 4 y 1 año de edad, los integrantes de la Operación Esperanza recurrieron a toda suerte de estrategias para hacer que el milagro ocurriera. Fueron 2.656 kilómetros abrazando la adversidad.

Desde tres experimentados perros guías, adiestrados en rescates y que utilizaron luces infrarrojas y de calor, como Wilson —que fue finalmente el que encontró a los menores—, hasta bengalas en las noches, perifoneos desesperados, kits con elementos de primera necesidad arrojados desde el aire, mensajes en lenguas indígenas a través de las emisoras del Ejército y palabras pregrabadas con la voz amorosa de Fátima, la abuela de los menores, que este viernes, al fin, fueron hallados con vida, con visibles signos de deshidratación y desnutrición.

A través de emisoras del Ejército, se escucharon mensajes en lenguas indígenas con la esperanza de que fueran escuchados por los niños. | Foto: Semana

Fueron horas extenuantes, pero nadie quiso dar un paso atrás, aseguran los militares que participaron en la incesante búsqueda de Lesly Mucutuy, de 13 años; Soleiny Mucutuy, de 9 años; Tien Noriel Ronoque Mucutuy, de 4 años; y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy, el bebé que cumplió un año estando precisamente en la selva.

Las labores fueron desarrolladas en un “terreno totalmente húmedo, como el que caracteriza a la selva de Colombia, una selva tropical, donde el 90 por ciento de las 24 horas del día hay lluvias y tormentas (...) Las lluvias no paraban. Todas las noches fueron de tormentas”, tal como relató el mayor Wilber River, líder de Operación Esperanza.

Desde un helicóptero envían alimentación a las personas que participan de la Operación Esperanza. | Foto: Suministrado a Semana

El militar contó en SEMANA que la tarea de encontrar las huellas y las pistas se basó en la misma experticia de los militares destinados para la misión, pues el Ejército puso en terreno para ello a personas conocedoras de modernas técnicas de rescate. Ninguna pista fue descartada: ni el tetero rosa, ni la moña del cabello, ni la guayaba mordida, ni las tijeras infantiles, ni las pequeñas huellitas que los niños iban dejando, desorientados, sobre la selva húmeda. Cada detalle fue minuciosamente analizado en jornadas que a veces alcanzaban hasta las 20 horas por día.

En sus declaraciones, el comandante de la operación también refirió que fueron días de poco descanso, y que incluso se centraron en “hacer ruido, fogatas y perifoneo en tierra con la esperanza de ser escuchados por los niños”.

Tres experimentados perros guías, adiestrados en rescates y que utilizaron luces infrarrojas y de calor, participaron de la misión. | Foto: Fuerzas Militares de Colombia

El Presidente Gustavo Petro sobre las siete de la noche de este viernes celebró el hallazgo de los menores, a su llegada al país desde La Habana, y dijo que los pequeños ya no son los niños de la selva, sino “de Colombia”.

Por ahora, se sabe que los menores están siendo atendidos por los militares, quienes los están hidratando, pues según informaron las autoridades, están deshidratados y tienen algunas infecciones. Es que la salud de los niños protagonistas de este milagro que hoy llenó de felicidad a toda Colombia se vio afectada, como era de esperarse, por cuenta de los 40 días que pasaron recorriendo la selva virgen del Guaviare.

“Están débiles. Están en San José del Guaviare”, fueron las primeras declaraciones del presidente Gustavo Petro, quien agregó que están a la espera de un parte médico oficial que indique si los niños deben ser trasladados a un hospital de Villavicencio o de Bogotá.

“Milagro, milagro, milagro”. ¡Un 9 de junio para nunca olvidar!