El cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se ha ganado la fama del grupo criminal más sanguinario y peligroso de México. Hace unos días hicieron una exhibición de poder que fue leída como una declaración de guerra al gobierno. Por redes sociales circuló un video que registró a un ejército armado hasta los dientes con decenas de fusiles, metralletas, tanquetas y camionetas blindadas. Esto sucedió justo cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador visitaba la región donde manda esa organización. Además, el grupo que aterroriza a México es también una de las organizaciones transnacionales más consolidadas en Colombia. El CJNG ha sorprendido a las autoridades por su capacida de expansión. Trafican metanfetaminas, heroína y cocaína a Estados Unidos, Asia, Europa y Oceanía. Y en ese mapa de influencias, tienen intereses en varias regiones cocaleras colombianas. Junto al cartel de Sinaloa y los Zetas, el CJNG es el que más suena en el país. Su presencia es clara en el Bajo Cauca antioqueño, en el Valle, Cauca y los llanos orientales. También se habla de ellos, como un rumor más débil, en el Catatumbo. Y muestra de su permanencia es que varios capos del grupo han sido capturados en Colombia en los últimos años.

Los mexicanos, de momento, no han creado ejércitos propios en Colombia. Se dedican a enviar emisarios a que hagan negocios y verifiquen la cadena del narcotráfico. También patrocinan guerras internas para adueñarse de la producción de cocaína. En noviembre pasado, por ejemplo, varios mexicanos que habían llegado a Bogotá para planear envíos de droga, fueron detectados por la Policía, que les seguía el rastro con apoyo de la DEA. Los narcos estuvieron casi dos semanas en la capital, tiempo en el que fueron seguidos e interceptados. Para cuando volvieron a su país, la red de contactos ya había sido identificada por los investigadores. Así fue como dieron con dos hombres de confianza que lavaban los dólares de los mexicanos en casas de cambio en Cúcuta, y que compraban carros y propiedades. Otro de los identificados fue alias Hamilton, un enlace en los llanos orientales que tenía contactos en Venezuela, incluso con un agente de la Fuerza Aérea de ese país. Al venezolano le pagaban sobornos para que les ayudara a mandar las avionetas cargadas de cocaína por el cielo de ese país, con rumbo a Centroamérica, sin que fueran interceptadas. Diez personas de la red de colaboradores del cartel fueron capturados tras esa operación.

Otro miembro de ese cartel ya había quedado expuesto dos años atrás. Bernabé Millán Rascón, alias el Manco, era un capo que había viajado varias veces a Colombia, burlando los controles migratorios, para negociar droga en Cauca y Nariño. Tenía una circular roja de la Interpol a cuestas porque, según las autoridades estadounidenses, reclutaba mulas, especialmente a menores de edad, para mandar cocaína a Norteamérica en vuelos comerciales. El 9 de octubre de 2018 viajó del aeropuero de Cali a El Dorado, donde esperaba tomar rumbo a su país. Fue entonces que la Policía Antinarcóticos lo capturó. La relación de los narcos de ese cartel con el crimen colombiano es tan cercana que el primer delito por el que la DEA empezó a seguirle la pista a Nemesio Oseguera Cervantes se fraguó desde este país. Alias el Mencho, como se le conoce, es hoy uno de los criminales más temidos del mundo, y su figura busca llenar el espacio que dejó el Chapo Guzmán tras su captura. Según una investigación del portal mexicano Animal Político, la agencia antidrogas lo fichó en 2007 por mandar dos cargamentos desde Colombia, a través de Guatemala y México, hasta Estados Unidos. Esos hechos terminaron en una acusación directa contra el entonces naciente capo en una corte de Columbia.

En 2018, Aristóteles Sandoval, el gobernador del estado de Jalisco, aseguró que el CJNG reclutaba a guerrilleros colombianos para entrenar a sus intregantes. “Tenemos informes desde hace cinco años. Hemos señalado la articulación de este cartel con inclusión de gente experta, no solamente de Colombia, sino de otras partes del mundo. En los campamentos donde entrenan a esta gente, hemos encontrado por su puesto antecedentes de gente que viene de Colombia", aseguró entonces el mandatario. En general, los carteles mexicanos le compran la droga al mejor postor que encuentran en Colombia. En cada una de las regiones cocaleras mandan a sus emisarios para que verifiquen la calidad de la cocaína y aseguren la seguridad y el transporte de los cargamentos. Sin embargo, así como el cartel de Sinaloa tiene aliados especiales como el Clan del Golfo y las disidencias de las Farc que operan en el Pacífico Nariñense, el CJNG también ha hecho alianzas. Hacia 2010, cuando el cartel apenas tomaba vuelo, negociaba cocaína con las FARC, según informes de la DEA. Hoy, uno de sus objetivos estratégicos es el Bajo Cauca antioqueño, uno de los grandes focos del narcotráfico en el país, por donde se mueve la coca que se produce en el Nudo de Paramillo. Según fuentes de inteligencia, el CJNG llegó a la región luego de que las Farc salió de allí, tras la firma del acuerdo de paz. Se habla de que varios mexicanos llegaron a zona rural de Briceño, en el norte del departamento, y contrataron a lugareños que los movieron por los sitios claves del narcotráfico. Su paso por allí estaba auspiciado por una alianza con los Caparrapos que se mantiene actualmente.

Así es como en esa región colombiana terminó replicándose una guerra mexicana. En el país centroamericano, el CJNG mantiene una disputa a muerte con el cartel de Sinaloa. Y en el Bajo Cauca, los primeros financian a los Caparrapos, enemigos frontales del Clan del Golfo, financiados por los segundos. Es una guerra sangrienta que ha convertido a la región en uno de los mayores focos de desplazamientos masivos, reclutamiento de niños y asesinatos de líderes sociales. Esa disputa se repite con las bandas criminales que se mueven en el área metropolitana de Medellín. "Existen indicios de que, en este territorio, al igual que en municipios del Norte y Bajo Cauca antioqueños, Sur de Córdoba y Medellín estarían consolidándose dos bandos alrededor de dos carteles mexicanos que se disputan el control de toda la cadena de producción y comercialización internacional de este tipo de narcóticos, a saber, los carteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación", dice una alerta emitida por la Defensoría del Pueblo sobre Bello, en septiembre de 2019.

Otro documento de la misma entidad los ubica también con el norte del departamento, en municipios como Dabeiba. "Se presume la inversión de capital de carteles mexicanos, en particular del Cartel Jalisco Nueva Generación a los Caparrapos, el cual tiene el interés de tomar el control de las ganancias en toda la cadena productiva del narcotráfico". Los emisarios del CJNG también han sido detectados por las autoridades en Cauca y en el Valle, especialmente en Jamundí. Además, hay reportes de su presencia en Catatumbo, en Norte de Santander. Aunque una fuente de la región le dijo a SEMANA que, de ser real, esa presencia sería muy débil, porque la zona la domina el Cartel de Sinaloa y, años antes, allí estaban Los Zetas. El CJNG consolidó su presencia en Colombia para asegurar el flujo de cocaína. Su comportamiento en este país es ejemplo de esa capacidad de expansión a la que los expertos le atribuyen que, en cuestión de una década, se haya convertido en una de las organizaciones criminales más peligrosas del mundo.