En las últimas horas, se conoció el caso de José Leonardo Quevedo Turizo, de tan solo 21 años, quien fue capturado por la Sijín de la Policía Metropolitana de Bogotá en coordinación con la Fiscalía General. Al hombre se le acusa de dos asesinatos de hombres de la comunidad LGBTIQ+, aunque las autoridades no descartan que existan más casos de este tipo.
Su modus operandi recuerda mucho a cómo actuaba el famoso asesino en serie, Jeffrey Lionel Dahmer, también conocido como el monstruo de Milwaukee por los delitos cometidos en esa ciudad del estado de Wisconsin, en Estados Unidos. Entre 1978 y 1991 asesinó a 17 hombres en quienes se interesaba para luego ultimarlos en grado de confianza, por lo que las comparaciones con el estadounidense se han hecho inevitables.
José Leonardo Quevedo es un hombre de nacionalidad venezolana, de mediana estatura, corpulento y de piel trigueña. Dicha persona estaba siendo buscada después de que se encontraran personas asesinadas brutalmente en sus residencias en la capital de la República, por lo que las autoridades iniciaron con la investigación para dar con su paradero.
El caso más sonado fue el de un médico panameño muerto en la madrugada del 27 y 28 de octubre del 2022, el salvaje asesinato ocurrió en su residencia en el barrio de Chapinero en Bogotá. Según las autoridades, todo habría iniciado a partir del grado de confianza que el profesional de la salud habría desarrollado con Quevedo.
Según los reportes de las autoridades judiciales, después de que el médico dejara entrar a José Leonardo Quevedo a su hogar, a cabo de un tiempo hubo una confrontación y el panameño fue apuñalado en varias ocasiones con un arma blanca, con grandes heridas en el tórax y el cuello hasta causarle la muerte.
De igual manera, también robó varios objetos de valor de la casa del profesional de la salud, avaluados en alrededor de 14 millones de pesos, para posteriormente iniciar un incendio para destruir evidencia acerca del delito cometido. Finalmente, puso su tarjeta SIM en el celular del médico panameño y lo hizo funcionar, terminando con el crimen.
Posteriormente, se le sindicó de ser parte de otro caso de asesinato ocurrido el 11 de mayo en un apartamento en la localidad de Barrios Unidos, en el occidente de la capital. El modus operandi habría sido el mismo, una persona lo dejó entrar a su vivienda en confianza, luego fue asesinado a través de asfixia y hurtó objetos de valor como celulares, computadores y dinero en efectivo de la vivienda.
Quevedo fue también vinculado al asesinato de David Estiven Mosquera, de 26 años, ocurrido el 5 de mayo también en su vivienda. Su madre, residente en Popayán, viajó hasta la capital por la falta de respuesta de su hijo a sus mensajes, para tristemente tener que encontrarlo sin vida y desnudo en la residencia, además asegurando que varios objetos de valor habían sido robados.
Aun así, las autoridades están en investigaciones para corroborar que el hombre de 21 años estaría detrás también de cuatro casos más de asesinatos en la capital que también se transformaron en hurtos de objetos de valor de sus víctimas mortales, a quienes asesinaba de distintas maneras, aunque siempre eran llamativas por la extrema violencia usada por Quevedo.
Para las autoridades judiciales, el modus operandi de Quevedo era el siguiente: el hombre elegía a sus potenciales víctimas a través de redes sociales para posteriormente ir a bares y discotecas para conocer hombres solos de la comunidad LGBTIQ+, haciendo un trabajo minucioso de observación. En dichos establecimientos se ganaba su confianza, ya que atraía la atención por su físico.
Con la confianza ganada, hacía lo posible para poder crear algún tipo de vínculo sentimental para intentar convencerlos de que lo invitaran a su casa o lugar de residencia. Luego, al lograr su cometido y estar en la vivienda, mostraba su verdadero rostro, intimidándolos y atacándolos violentamente hasta la muerte, para posteriormente robar sus pertenencias y tomarse el tiempo de no dejar huella de sus acciones.
Todo terminó cuando el 15 de mayo de 2023, un juzgado libró orden de captura por el delito de homicidio agravado, hurto calificado, y ocultamiento, alteración o destrucción de elementos materiales probatorios y evidencia física. Dicha orden se hizo efectiva al día siguiente en su vivienda, donde se encontraron varias de las pertenencias de sus víctimas. Ahora Quevedo permanece tras las rejas, aunque no ha aceptado los cargos que se le imputan.
Así era Jeffrey Dahmer
Los crímenes del ‘monstruo de Milwaukee’ sucedieron entre 1978 y 1991, marcando un antes y un después en los allegados de las víctimas. Dahmer logró escabullirse entre las investigaciones, cometiendo asesinatos brutales y despiadados a hombres jóvenes que se topaba en bares o zonas públicas.
Lo que despertó temor en las personas fue que este hombre, especialista médico del Ejército, experimentó en los cuerpos de cada una de sus víctimas para lograr conseguir una supuesta pareja perfecta, la cual no lo abandonara nunca. Jeffrey llegó a disolver los cuerpos de los jóvenes en ácido, además de descuartizarlos y comérselos.
Mientras el asesino seguía con sus crímenes, la Policía estuvo cerca de atrapar al asesino serial en casi diez oportunidades, pero al final todo arrojaba a una libertad indefinida. Mostrando la realidad sobre el racismo sistémico y las fallas que existió en la organización de las autoridades al momento de capturar a este hombre.
Jeffrey Dahmer desapareció gran parte de los cuerpos de los jóvenes y adolescentes que mató, conservando algunas piezas como colección en los refrigeradores de su casa. Algunos cuerpos dejaron a la vista que varios de los hombres fueron torturados antes de morir, perdiendo partes y siendo lastimados con objetos como taladros.
Tras años de investigaciones y rastreo de pistas que ayudaran a judicializar a este sujeto, las autoridades lograron capturarlo en 1992 y los condenaron a 16 cadenas perpetuas consecutivas. Esta sentencia se dio por la confesión que hizo Dahmer, quien no dudó en declararse “culpable, pero demente”.
El asesino fue puesto bajo distintos análisis y estudios para determinar si se encontraba con las capacidades mentales suficientes o si realmente tenía algún trastorno psicótico. Jeffrey fue declarado legalmente cuerdo durante su juicio y llevado a un centro penitenciario.
Sin embargo, el hombre, de 34 años, falleció en noviembre de 1994 luego de que un compañero de prisión lo golpeara en diversas ocasiones hasta causarle la muerte. El hecho fue protagonista de diversos medios en el país, despertando reacciones en quienes siguieron el caso desde el primer momento,