Johan Andrés Medina Varela tiene 20 años y hace tres ingresó al Ejército Nacional. Para que cursara la carrera de suboficial, sus padres hicieron sacrificios encaminados a conseguir el dinero y finalmente sacaron un crédito que aún están pagando.
Medina nació en una familia humilde del Valle del Cauca, la misma que hoy se siente orgullosa de saber que él es hoy el cabo tercero Medina, del que sus compañeros y superiores se sienten honrados de tener en las filas.
Apenas salió de la escuela militar fue enviado a una de las regiones más complejas en orden público, el Urabá antioqueño, donde la lucha por el control territorial que garantiza moverse en las economías ilícitas del narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión y otros fenómenos criminales, se tranza con dinero o con sangre.
El pasado domingo Medina estaba patrullando por las carreteras de Antioquia, en el municipio de Turbo, a la altura de la vereda Paquemás, junto con sus compañeros del Batallón Vélez. Ese día en particular, por órdenes de sus superiores, tenían organizado un puesto de control para vigilar el paso de los vehículos y verificar quiénes se movían por el territorio. En medio del procedimiento de rutina pararon un taxi.
“Estacionamos un vehículo público, saludamos a las personas que iban allí, le informamos al pasajero que íbamos a realizar una verificación de sus pertenencias”, así narró el cabo el momento que lo llevó a descubrir que en el bolso el hombre llevaba 90 millones de pesos.
En el testimonio que conoció SEMANA, el uniformado describe que tan pronto vio eso llamó a sus superiores, pues no es normal que cargue tanto dinero en efectivo en una maleta. Mientras se estaba haciendo la verificación, el pasajero que llevaba los 90 millones de pesos intentó sobornarlo ofreciéndole una gruesa suma para que no siguiera con el procedimiento.
Cuenta que le ofrecieron 10 millones de pesos: “Aquel pasajero llama a su jefe y este me dice a mí que cuadráramos, que solucionáramos para yo poder dejar al sujeto seguir su camino”, pero para Medina esa no era una opción, así que llamó a la Policía para realizar la respectiva captura.
Muchos, entre chiste y chanza, le han dicho: “¿Por qué no recibió la plata?, 10 millones de pesos no se consiguen de la noche a la mañana”, y él les tiene la respuesta: “Primero, porque desde muy pequeño mi mamá me enseñó a ganarme la plata honrada y honestamente. Ese dinero es impuro, que no me deja la conciencia tranquila. Mis valores, mi carácter, mis virtudes y la formación militar que recibí me llevaron a hacer lo correcto en esa situación”.
Luego, tras las investigaciones adelantadas por tropas del Ejército Nacional, en coordinación con la Policía como parte de la Campaña Militar y Policial Agamenón II, se estableció que el dinero iba a ser transportado para el pago de la nómina de la subestructura Central Turbo, del Clan del Golfo, y era producto del narcotráfico. Quien iba en calidad de pasajero en el taxi es conocido por el alias ‘Zapatilla’ y es considerado hombre de confianza de los cabecillas de la organización.
El cabo seguirá pagando su crédito, con el salario que gana. Le dieron en el Ejército unos días de descanso como compensación y volvió a ver a su familia a los ojos, con la conciencia tranquila de haber actuado según sus principios, sin importar las dificultades económicas que por momentos se puedan atravesar en las familias.
El uniformado, que además practica las artes marciales mixtas, señaló que la compensación que tuvo del Ejército fue el mejor regalo que pudo recibir: “Vivo con mis padres y en cada permiso lo que más deseo es volver a casa y reencontrarme con ellos”.
Por su parte, el coronel José Luis Bastidas, comandante de la Brigada 17, dijo sentirse orgulloso de sus soldados que tienen principios inamovibles. “El cabo Johan Andrés Medina Varela apenas empieza su carrera, pero tiene claro el significado del honor, la disciplina, el respeto por Dios, su familia y su patria”, comentó el oficial, quien anunció que el joven uniformado recibirá un reconocimiento como se merece cuando regrese del descanso.