Desde hace más de un mes, el 9 de octubre, se conoció la liberación de la monja colombiana Gloria Cecilia Narváez, quien había sido secuestrada el 7 de febrero de 2017 mientras realizaba labores humanitarias en África.
Luego de varias semanas de espera en las que ella estuvo recuperándose de la experiencia que vivió, y tras reunirse con sus líderes religiosos, por fin regresa a su país de origen. Aunque la hermana Cecilia es oriunda de Pasto, Nariño, aterrizará en Bogotá donde permanecerá hasta el próximo domingo, según lo manifestó en conversación con SEMANA su hermano, Édgar Narváez.
Esta semana estará reunida con las hermanas de su congregación y se espera que también asista a la Conferencia Episcopal. La Iglesia católica reconocerá el servicio social, su entrega y vocación. Además, en la capital nariñense le tienen programado el próximo lunes un recibimiento con caravana desde el aeropuerto hasta el centro de Pasto.
Allí la monja de 59 años espera reencontrarse con sus familiares y amigos. El martes habrá una celebración eucarística para agradecer por la vida de la religiosa. Durante estos años de secuestro la angustia se apoderó de la familia por más fe que mantuvieron, su mamá falleció hace unos meses, anhelando su reencuentro.
Para Édgar Narváez está claro que lo primero que hará cuando vea a su hermana será fundirla en un abrazo, pues su corazón y el de toda su familia está rebosante de alegría.
La Policía Nacional de Colombia ha estado haciendo acompañamiento constante a este caso que generó el repudio internacional. “La hermana llega procedente de Roma en un vuelo con escala en la ciudad de Madrid, España, y en Bogotá será recibida por sus compañeras de congregación y por una comisión de la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión (Gaula) de la Policía Nacional, unidad que desde el primer momento estuvo adelantando gestiones en procura de su libertad”, informaron las autoridades.
Crónica de su secuestro
La hermana fue retenida el 7 de febrero de 2017 mientras adelantaba labores sociales. Todo sucedió en la aldea Karangasso, a 400 km de Bamako, en Malí. Hasta allí llegaron cuatro yihadistas del llamado Frente de Liberación de Macina, quienes armados entraron a la casa de misión franciscana.
Solo hasta cinco meses después se conoció en realidad quiénes eran los responsables del secuestro, pues el 1 de julio la Alianza Yihadista por el apoyo al Islam y los Musulmanes se adjudicó públicamente el secuestro.
Desde el momento en que se conoció que una colombiana estaba secuestrada por estas organizaciones terroristas en África, el Gaula designó un grupo especial para el caso. “En total se llevaron a cabo seis comisiones de manera intermitente a Ghana y Malí: dos en 2017, dos en 2018, uno en 2020 y uno más realizada en el mes de marzo (...). La última comisión regresó al país el 11 de junio de 2021″, señaló en un comunicado la institución.
La Cancillería colombiana, el Ministerio de Defensa, la Embajada de Colombia en Ghana, autoridades malienses y países aliados como Francia, España, Estados Unidos, Suiza, Brasil, Alemania, Australia, El Vaticano, Ghana, Níger y Burkina Faso, fueron otras de las entidades que participaron en este proceso de liberación.
Durante todo su cautiverio, solamente se recibieron cuatro pruebas de supervivencia, la última de ellas en mayo pasado; una carta que le envió a su hermano con puño y letra mediante la Cruz Roja Internacional.