Tres hombres y dos mujeres fueron presentados en la audiencia de control de garantías por su presunta responsabilidad en el atentado terrorista que se registró el pasado 14 de diciembre en la pista del Aeropuerto Camilo Daza en la ciudad de Cúcuta y en el cual fallecieron dos técnicos antiexplosivos de la Policía Nacional mientras intentaban desactivar un paquete que había sido ubicado.
En la audiencia de imputación de cargos en contra de tres hombres y dos mujeres que serían parte de las disidencias de las Farc, la Fiscalía General precisó la forma en que se habría planeado y ejecutado el atentado en la terminal aérea de la capital nortesantandereana.
Estas personas -según las pruebas técnicas- habrían sido contactadas por las disidencias del Frente 33 de las extintas Farc para definir la logística de la zona, preparar y activar dos cargas explosivas. Para esto, viajaron desde la ciudad de Medellín a Cúcuta con el fin de recolectar información, planear el ataque y pensar en la ubicación exacta de los dos artefactos explosivos.
Estas personas, quienes fueron capturadas en el corregimiento Santa Helena y los barrios Jesús, Robledo Miramar y Brasilia, en Medellín (Antioquia), tendrán que responder por delitos de homicidio y tentativa de homicidio agravados, terrorismo y fabricación, tráfico y porte de armas, municiones de uso restringido, de uso privativo de las Fuerzas Armadas o explosivos.
En la audiencia de imputación de cargos, el fiscal aseguró que los detenidos fueron identificados como Sebastián Moreno Maya, alias Sebas; y su compañera sentimental Nayibe Alexandra Londoño Carrillo; Adrián Kaled Guzmán, Yuly Mileidy Mazo y Diego Felipe Maya González.
Tras hacer una verificación de antecedentes judiciales se encontraron varias anotaciones en contra de los detenidos, por los delitos de tráfico de estupefacientes y hurtos. El fiscal del caso indicó que alias Sebas habría recibido recientemente la libertad condicional por un caso de homicidio.
La ejecución del atentado
Las pruebas documentales y testimoniales permitieron inferir que entre los meses de octubre y noviembre, Cristian Camilo Muñoz Manjarrez -quien murió durante la instalación de la primera carga explosiva-, Diego Maya y Nayibe Londoño viajaron de Medellín a Cúcuta. En zona rural de Tibú (Norte de Santander) se habrían reunido con jefes de las disidencias del Frente 33 de las Farc.
En dicha conversación se comprometieron a ejecutar el atentado y, supuestamente, recibieron instrucción en manejo de explosivos.
Para el 5 de diciembre se sumaron al grupo Sebastián Moreno Maya, Adrián Kaled Guzmán y Yuly Mileidy Mazo, quienes viajaron en un bus de servicio público desde Medellín a Cúcuta. El fiscal del caso advirtió que en la movilización dos de los procesados viajaron con su hija menor de edad.
Ya en la capital de Norte de Santander, se dividieron: un grupo se hospedó en un hotel del centro de la ciudad y en dos casas ubicadas cerca del aeropuerto. Pruebas testimoniales indicaron que estas personas usaron una carreta para simular que vendían refrescos y poder acercarse a la terminal aérea para hacer un trabajo de vigilancia.
En la noche del 13 de diciembre y la madrugada del 14 recorrieron en varias oportunidades las inmediaciones de la pista del aeropuerto. Pasadas las 5:00 a. m., dos hombres cruzaron la reja e ingresaron. Para evitar llamar la atención de las autoridades e impedir que fueran identificadas, se vistieron de negro.
A Cristian Camilo Muñoz Manjarrez se le explotó un artefacto que llevaba en una maleta que cargaba en la espalda, y murió de inmediato. A su lado se encontró una pistola colt y un celular. Esta acción prendió las alarmas de las autoridades, quienes acudieron a cercar la zona y verificar la presencia de más explosivos.
Fue así como a la zona llegaron dos técnicos antiexplosivos de la Policía Nacional, quienes fueron alertados por un paquete en la pista. Mientras realizaban la inspección, la carga de 30 kilogramos de pentolita estalló, ocasionándoles la muerte.
El fiscal que lideró la investigación señaló que existen videos de cámaras de seguridad, interceptaciones telefónicas, elementos como prendas de vestir y rastros de explosivos encontrados en los lugares donde se alojaron estas personas que permiten su plena identificación y participación en los hechos.
Cuando finiquitaron el acto terrorista, emprendieron diferentes rumbos. Con el fin de evitar seguimientos, contrataron a un hombre para que recogiera las pertenencias que habían dejado en los hoteles y viviendas alquiladas y las botara. Distintos artículos se ubicaron en el sector Los Patios.