El agente de tránsito William Valencia no alcanzó a llegar al semáforo del colegio Corazonista de Medellín, donde suele controlar el paso de los estudiantes cada mañana. A eso de las 7:30 a. m., cuando iba en su motocicleta sobre la calle 34 con carrera 32, cuatro hombres se le atravesaron en la vía y, en cuestión de segundos, lo tumbaron, lo golpearon, le pincharon las llantas de la moto, le quitaron la placa y le rociaron un líquido en la cara. Valencia, un funcionario mayor de 50 años, estaba en completo estado de indefensión.Al lugar llegó el guarda Miguel Antonio Romaña Asprilla, quien alcanzó a ver cómo los agresores huían en un vehículo rojo que, se vino a saber después, había sido inmovilizado el 5 de febrero pasado por prestar un servicio de transporte sin los permisos requeridos.De inmediato Valencia fue trasladado a la Clínica Las Américas. Allí los médicos determinaron que el líquido, aparentemente laca o pintura, le comprometió el ojo izquierdo. Horas después Valencia fue dado de alta, según lo confirmó el secretario de Movilidad de Medellín, Omar Hoyos.El mismo Hoyos hizo un llamado airoso para que la Policía y la Fiscalía den con los agresores, a los que llamó antisociales. Las pistas para resolver el caso, sin embargo, están puestas sobre la mesa, pues el carro en el que huyeron los atacantes está plenamente identificado.Desde hace varios días el Transito de Medellín y la Policía vienen adelantando operativos de control sobre los vehículos que prestan un servicio público informal, unos carros que se conocen popularmente como los "chiveros de la 80”. “De hecho, hoy estábamos realizando operativos en ese sector de la ciudad y vamos a continuar desarrollándolos. Y vamos a continuar combatiendo la informalidad y también la delincuencia. Porque estos señores no son cualquier jubilado que tiene un carro para prestar un servicio. Estos señores están cometiendo delitos. Y tengo entendido que muchos de esos informales son dirigidos por personas que son ilegales”, dijo Hoyos. Semana.com contactó a Valencia, pero el agente se abstuvo de hacer comentarios sobre la agresión en su contra. Un compañero suyo dijo que los guardas están indignados y preocupados, pues no es la primera vez que ciudadanos atentan contra la vida de los agentes de tránsito: “El compañero agredido no tenía nada qué ver con esos controles. Él simplemente iba a prestar un servicio al colegio. Los señores del transporte informal están ofendidos y están tomando represalias contra nosotros, de eso no queda duda”, dijo.