El departamento de Antioquia está despidiendo esta tarde a Ana Sofía Henao (seis años), Andrea Quintero (cinco años) y Alexander Marín (seis años), los niños que murieron el pasado jueves, 14 de julio, en Andes, una montaña que se desprendió y cubrió el 80% del Centro Educativo Rural La Lejía, del corregimiento de Tapartó.

En la emergencia, 19 menores fueron rescatados; sin embargo, tres niños no corrieron con la misma suerte y el día de hoy se están cumpliendo sus exequias. A un lado del terreno estaban sus padres. Ellos no perdieron de vista a los bomberos y militares que estaban batallando contra la tierra para hallar a sus hijos con vida. La esperanza nunca se perdió, de eso dio cuenta el párroco del corregimiento, Aldemar Ramírez.

Las primeras en salir del deslizamiento fueron dos niñas que pudieron sostener la respiración en medio del caos que no entendían. Cuando las sacaron, las miradas de las más de 200 personas que estaban en el sitio se concentraron en los cuerpos, deseando encontrar el rostro que esperaban ver.

Desde las 3:00 p.m. empezaron las exequias de los tres menores que fallecieron en el deslizamiento de tierra. | Foto: Cortesía Autor Anónimo

A ambas, con su pulso débil, pero conscientes, las montaron en las ambulancias que se ubicaron en las inmediaciones del colegio. En el hospital local las estaban esperando con botellas de oxígeno. Milagrosamente, se salvaron de la tragedia.

Cosa contraria ocurrió con los tres niños que seguían atrapados. Según los hombres que estaban sobre la montaña, los menores emitieron señales de vida que les recargaron las baterías para seguir excavando. Uno a uno fueron apareciendo.

Las condiciones de salud eran críticas. Sin embargo, la fe de los familiares permaneció intacta hasta que los médicos les informaron de la muerte. Alexander recibió reanimación por 25 minutos mientras que Ana Sofía llegó sin signos vitales al centro hospitalario.

Alba Lucía Vélez, una madre que estaba en el colegio cuando ocurrió la emergencia, relató que la noche fue eterna porque las imágenes no se le borran de la mente.

“No logro asimilar esto. No puedo dormir. Todavía veo las cosas y escucho a los niños gritando. Estoy muy mal. No sé cómo están las otras familias porque estamos muy apartados. Ayer los niños recibieron atención con psicólogos”, dijo la mujer.

Luego de conocerse de los fallecimientos, el presidente Iván Duque les envió un mensaje a los allegados de los tres menores a través de su cuenta de Twitter, donde reconoció la emergencia como una tragedia que marca a todo el país.

“Toda nuestra solidaridad con las familias de los niños que lamentablemente perdieron la vida en esta tragedia que enluta al país. Seguiremos monitoreando la evolución de la salud de los heridos, a quienes brindamos acompañamiento permanente y deseamos una pronta recuperación”, escribió el mandatario.

De acuerdo con el análisis del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres de Antioquia, el movimiento en masa fue causado por la acumulación de aguas producto de la temporada de lluvias que azotó a este municipio del suroeste del territorio antioqueño. En consecuencia, la tierra se saturó y desestabilizó el terreno con los saldos negativos que tienen de luto a la nación.

“Mis niños pudieron correr y están a salvo”: el impactante testimonio de mamá de estudiantes de Andes, Antioquia

La tragedia de la escuela Andes en Antioquia estremece el país. La montaña se desplomó encima del lugar donde estudiaban decenas de pequeños. Casi toda quedó bajo tierra. Tres niños murieron y 19 más vivieron horas de terror, de tener que guerrearse la vida contra la inclemencia de la tierra desplomada.

La mayoría de niños lograron salvarse gracias a un instinto. Salieron corriendo cuando comenzaron a escuchar el alud desplomarse. Pero otros se quedaron jugando en el salón y no corrieron la misma suerte. Esa mala fortuna la vivieron los más pequeñitos. Fueron los de preescolar y primero los que más sufrieron.

A Leidy Tatiana Úsuga, una de las mamás de la escuela, le informaron del incidente cuando estaba en su casa. La reacción de desespero que la acompañó en ese instante no se puede definir con palabras, sino con un llanto que mantiene desde que vio a sus niños con vida a un pie del derrumbe. El alma le volvió al cuerpo.

“Yo tengo a dos niños estudiando acá. Pero, gracias a Dios, ellos pudieron correr y están a salvo. Mi niño me dice que echó a correr para un lado de la escuela y que los niños que corrieron para la carretera los tapó [el deslizamiento]”, detalló la madre.