A través de un comunicado el Bloque Magdalena Medio de las Disidencias de las Farc, al mando de Jhon Catatumbo, asumió la responsabilidad sobre el atentado contra el presidente de la República, Iván Duque, que sucedió en Cúcuta en junio de este año.

De igual manera, también aceptó la responsabilidad del Carro Bomba que hizo explosión en las instalaciones del Brigada 30, en el departamento de Norte de Santander, unos días antes.

“Queremos Informarle al país que asumimos con responsabilidad las acciones contra la fuerza pública tales como golpes rápidos y consecutivos a la policía del departamento; hostigamiento a las bases militares en los municipios de Tarra, Tibú, Teorama, Abrego, San Calixto, Convención, Hacarí; golpes a la infraestructura de las empresas extractoras la recursos naturales y minerales; acción contra la brigada 30 del Ejército en Cúcuta, y la sede militar de los Estados Unidos; acción contra la policía de Cúcuta; acción contra el presidente de la República Iván Duque Márquez”, cuenta el comunicado.

“Y nuestras acciones no concluyen aquí, al señor presidente le decimos que estés parte de la guerra y mientras no haya garantías para la inmensa mayoría nuestros fusiles no se van a silenciar”, advirtieron.

“Al pueblo colombiano lo invitamos a reflexionar y a darse cuenta dónde están los problemas, y quién es el responsable de la violencia en el país con toda confianza pueden darse a la tarea de conocernos y ser ustedes mismos quienes nos juzguen si estamos fallando porque quién juzga una causa sin oír la parte opuesta aunque su sentencia sea justa está obrando mal, nuestro único interés es hacerte las farc-ep una alternativa del país donde las mayorías se sientan representadas”, agregó.

En días pasados, SEMANA reveló, en exclusiva, que también estaba listo un detallado plan criminal para matarlo derribando el avión presidencial cerca de Bogotá.

Esta versión aparece consignada en informes reservados y fue corroborada por algunos de los capturados tras el atentado contra la Trigésima Brigada del Ejército en la capital de Norte de Santander y el ataque al primer mandatario. Los detalles son escalofriantes, y las autoridades ya tienen suficiente evidencia.

El nuevo plan contra el presidente se ejecutaría durante una de las aproximaciones de la aeronave al aeropuerto de Catam, ubicado en el occidente de la capital del país, justo cuando estuviera sobrevolando a baja altura sobre la población de Funza, Cundinamarca. Desde tierra, francotiradores tenían la orden de dispararles a las turbinas del Fokker F-28, un avión al servicio del presidente de la república. Los atacantes se ubicarían en las veredas El Hato y Las Palmas, a una corta distancia de la pista de Catam.

Uno de los detalles más alarmantes, de acuerdo con los documentos en poder de SEMANA, es que un miembro del esquema de seguridad del presidente Duque sería el encargado de filtrar el dato exacto del aterrizaje del avión a la base militar. “Fuga de información, posible integrante del esquema de seguridad”, se lee en uno de los archivos. Un hombre identificado como alias Richard sería el encargado de dirigir a los francotiradores que atacarían la aeronave.

Para ejecutar el atentado, los implicados compraron una vivienda y dos camionetas desde hace un mes. Asimismo, en los últimos 15 días, diez personas procedentes del Catatumbo, de las llamadas fuerzas especiales de las disidencias de las Farc, llegaron a Bogotá para cometer ese magnicidio.

El atentado contra Duque, según el informe reservado, se iba a concretar con fusiles tipo Barrett, calibre 50 mm, y explosivos tipo “rampa o llovizna”. El plan criminal fue denominado por las disidencias de las Farc y los narcos como “Objetivo Colombia 6”. Con el fin de garantizar que el presidente viajara a Cúcuta de forma urgente, además del atentado contra la Trigésima Brigada, el grupo criminal también pretendía atacar el comando de la Policía en Norte de Santander con un carro bomba y explosivos lanzados desde rampas fijas, ubicadas a 200 metros. Además, planeaban atentar contra la Sijín de la Policía, en el sector Corral de Piedra, en Cúcuta, con explosivos llevados desde Tibú a esa ciudad. El material, al parecer, fue almacenado en una vivienda del barrio Cerro Pico, donde funciona una chatarrería. También pretendían activar carros bomba en la sede de la Fiscalía y el Palacio de Justicia, en Cúcuta. Para ello pensaban usar un bus o un vehículo de alta gama, con placas venezolanas.

De todo lo maquinado, alcanzaron a ejecutar el atentado contra la Trigésima Brigada. Aunque 44 personas resultaron heridas, la dimensión de la tragedia no fue mayor, porque solo se activaron 290 metros de cordón detonante por una falla técnica. Es decir, quedaron inactivos 1.710 metros más que hubieran podido volar por completo esta sede militar.