Integrantes de operaciones especiales de la fuerza pública desarrollan en este momento una importante acción en contra del Clan del Golfo, en la que han sido capturadas 12 personas, entre las que se encuentran familiares de alias Marihuano, quien era el segundo cabecilla en importancia de la organización y que murió en medio de una acción de las autoridades en febrero de este año.

Entre los capturados se encuentran, según la Policía: la primera esposa de Nelson Darío Hurtado Simanca, alias Marihuano, su segunda esposa, y una hija del extinto capo de la mafia.

También fue detenida la esposa de Jorge Eliécer Castaño, alias Plástico, cabecilla financiero de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, capturado en Barú a mediados de noviembre del año pasado por la Dijin y otras dos compañeras sentimentales de alias Plástico, además de dos hermanos del cerebro financiero de alias Otoniel.

Sobre alias Marihuano hay que recordar que murió el pasado 7 de febrero en un operativo de la Policía, al ser considerado como uno de los delincuentes más peligrosos del país. Aseguraron las autoridades que era responsable de centenares de casos de explotación sexual, narcotráfico y asesinatos de jóvenes y líderes sociales en el territorio nacional.

Nelson Darío Hurtado, según inteligencia de la Policía, inició su historial criminal en 1994, cuando se desempeñaba como mandadero del máximo jefe paramilitar de la época, Carlos Castaño, quien le enseñó a desenvolverse dentro del grupo y a vincularse en los embarques de drogas que salían hacia el exterior desde el golfo de Urabá.

En 1997 integró el Bloque Bananero y luego, en 2008, tuvo un papel protagónico en las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Posteriormente, pasó a cargos importantes en el Frente Gabriel Poveda Ramos del Clan del Golfo y en el año 2013 fue delegado como el encargado de las finanzas y el manejo del narcotráfico en esa estructura criminal, tras la muerte de alias el Negro Sarley.

Su área de influencia, de acuerdo con las autoridades, Nueva Antioquia y las zonas rurales de los municipios de Turbo y San Pedro de Urabá, aunque también ejercía influencia en municipios como Tierralta (Chocó) y Acandí (Chocó).

Entre algunos detalles que conoció SEMANA sobre alias Marihuano, y que fueron revelados en exclusiva, se supo que el capo no usaba computadores. Escribía de su puño y letra la minucia de sus negocios, socios y exportaciones de cocaína para rendirle cuentas a su jefe.

Su caída no es de poca monta, era el encargado de sacar por lo menos seis toneladas mensuales de cocaína hacia los mercados de Estados Unidos y Europa.

Pasó por las autodefensas, se desmovilizó, pero rápidamente regresó a sus andanzas y creció vertiginosamente en el Clan del Golfo de la mano de Otoniel. Se convirtió en su hombre de confianza al lado de Jobanis de Jesús Ávila, alias Chiquito Malo, con quien estaba enfrentado.

Él mismo escribió en su libreta que la nómina mensual ascendía a 1.204 millones de pesos. Además, de acuerdo con la inteligencia de la Policía, era dueño de su cadena de lavado de activos y testaferrato. La mayor parte de sus utilidades estaba representada en un imperio compuesto de ostentosas fincas, apartamentos, lotes, casas, establecimientos comerciales, camionetas y ganado.

Como todo capo del narcotráfico, su extravagancia no la podía ocultar. Fácilmente cargaba encima alhajas que valían más de 700 millones de pesos. Sus pistolas tenían el cañón fundido con oro puro y eran adornadas con diamantes y piedras preciosas. Era fanático de las peleas de gallos, a tal punto que en una de sus propiedades tenía 100 de estos animales a los que les apostaba duro. Casaba peleas en las que el botín llegaba hasta 200 millones de pesos.